a se sabe, es seguro. Los restos de Miguel Joaquín Eleizegi siempre han estado en el lugar al que Handia pidió volver: el cementerio de Altzo-Azpi. Concretamente en su osario. Se acabaron las leyendas, los restos del Gigante de Altzo nunca fueron comprados por ingleses, ni robados. El cuerpo de Eleizegi descansó desde un inicio en la tierra que le vio nacer.

El viernes, día 14, en torno a las 16.15 horas, los integrantes del equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi que trabajaban sobre el terreno, de forma totalmente voluntaria, dieron con el primero de los huesos de Miguel Joaquín Eleizegi, fallecido en 1861, a los 43 años de edad.

No estaba en la tumba de la familia sino en el osario de ahí que, según apuntó ayer Karlos Almortza, de Aranzadi, no resulte descabellado pensar que fuera la propia familia o el entorno más próximo al Gigante quienes decidieran hacer “una trampa” para evitar que los restos fueran robados. “Puede ser que ellos mismos los trasladaran al osario para demostrar que no estaban en la tumba y así protegerlos de quienes quisieran robarlos. Podemos estar ante la historia de un engaño”, apuntó Almortza a modo de hipótesis.

Lo que es cierto, y así lo subrayó el antropólogo forense, Paco Etxeberria, es que es destacable el número de restos recuperados y su buen estado, más allá de la evidente osteoporosis que evidenciaban y que explica los terribles dolores que el Gigante de Altzo sufrió en vida.

Etxeberria reconoce que el hallazgo de los restos causó gran “emoción” en el equipo: “Hemos hallado restos en el desierto, el Polo Sur, los restos de Cervantes... pero esto tiene un sabor más emotivo. Ha sido interesante y emocionante”.

Huesos de hombres, mujeres e incluso niños de la familia han ido floreciendo desde que el pasado miércoles día 12 se dio inicio a los trabajos arqueológicos, pero no hay duda de que los hallados son los de Miguel Joaquín Eleizegi, su tamaño los delata aunque no su peso, ya que la osteoporosis que sufría hace que este peso sea similar al de los restos de una persona de tamaño normal.

Los huesos, que según los representantes de Aranzadi aparecieron en el osario en una posición “que denota cierto cuidado”, eran claramente más grandes. Se han recuperado los restos suficientes para realizar “una representación” del esqueleto, entre ellos, “los huesos grandes de las extremidades superiores e inferiores” y la prominente mandíbula. En la mañana de ayer, se seguían las tareas de recuperación.

Cierto es que el resultado final sigue quedando pendiente de las pruebas de ADN, pero la gran diferencia de largura de los huesos hallados respecto a los de una persona de talla media parecen evidenciar que Miguel Joaquín Eleizegi pudo finalmente descansar en casa.

Lo que no se sabe a ciencia cierta es la altura que tuvo en su edad adulta. Se baraja que podría rondar los 2,40 metros. Sí parece más sencillo calcular que con los brazos abiertos de una mano a la otra alcanzó los 2,42 metros.

“No hemos visto nada parecido a no ser el esqueleto del Gigante de Extremadura, que se halla en el Museo Etnológico de Madrid”, apuntó Etxeberria.

Eleizegi tuvo que pasar enormes sufrimientos a causa de sus osteoporosis. “A sus 42 años tenía el cuerpo de un anciano por la pérdida de carga mineral en los huesos y la artrosis”, subrayó el forense, que destacó que los huesos hallados no están muy deteriorados por el agua de lluvia o las raíces, que causan desperfectos o deshacen los restos.

Aranzadi, afirmó, seguirá trabajando en el cementerio de Altzo-Azpi al menos dos o tres días más. La integrante del equipo de Antropología de la Sociedad de Ciencias Lurdes Errasti, estaba allí en el momento en el que apareció el primer hueso, un fémur de 64 centímetros.

Errasti fue contundente al afirmar que la leyenda que hablaba de la posible sustracción de los restos del Gigante de Altzo “acabó el viernes”. “La leyenda del personaje sigue y que siempre haya estado aquí la engrandece”, añadió.

“Todos habíamos dado credibilidad a la historia de que los restos habían sido robados y nadie pensaba que pudieran estar aquí”. Así explicaba Errasti que una búsqueda tan exhaustiva no se haya acometido hasta 2020, cuando han discurrido 159 años desde su fallecimiento.

“Hemos encontrado la mayor parte de los elementos del esqueleto, todos en el osario” explicó Errasti, que definió como “sorpresa” el hecho de que, tras ser enterrado en un féretro hecho a medida y después de ello extraído del mismo y transportado al osario, los huesos mostraran tan buen estado de conservación.

Fue Almortza, subraya, quien se empeñó en iniciar esta búsqueda pensando que podía seguir en Altzo. La búsqueda se ha efectuado en un cementerio muy pequeño con un uso “muy continuado”, en el que incluso las tumbas han cambiado de orientación.

En este intenso trabajo, los expertos de Aranzadi han estado acompañados por otros llegados desde diversos países, como Suiza o EEUU, atraídos por la posibilidad de hallar los huesos de Eleizegi. “Se han enganchado a esta búsqueda, tanto que uno de ellos se va a quedar aquí”, explicó Errasti

Con todos los datos recopilados en el trabajo de recuperación de los restos Aranzadi elaborará un informe que entregará al Ayuntamiento, institución que, junto a la familia, decidirá qué destino dar a los huesos.

Ayer en el cementerio de Altzo-Azpi estaba Pilar Usain Eleizegi, descendiente en quinta generación de Miguel Joaquín. Afirmaba esta familiar que el hallazgo de los restos les había dado “tranquilidad” después de tanto tiempo de rumores y bulos. Con un ramo de flores en las manos en honor a su pariente, Pilar Usain se congratulaba de que se hubieran despejado las dudas existentes y de que definitivamente se supiera dónde descansaban unos huesos de cuyo futuro no quiso avanzar más.

Tampoco quiso afirmar nada al respecto el alcalde de Altzo, Txomin Rezola, que lo que sí dejó claro es que la decisión se tomará de forma conjunta con la familia y que el hallazgo de los restos ha sido “una muy buena noticia”.

Rezola, que agradeció el esfuerzo de los miembros de Aranzadi y que Karlos Almortza cuestionara en todo momento la teoría del robo, explicó que todavía no ha dado tiempo de pensar qué se hará con los restos. “La decisión del Ayuntamiento de pedir a Aranzadi que realizara este trabajo se tomó el 30 de julio y todo esto ha pasado en dos semanas”, explicó Rezola, que adelantó que el próximo 5 de septiembre habrá una nueva comparecencia en la que podrán dar más datos al respecto.

Por su parte, Paco Etxeberria señaló que no cree que los huesos “vayan a un museo”. “Podemos escanearlos para hacer modelos sintéticos, pero no creo que se expongan. Miguel Joaquín Eleizegi quiso volver aquí y está donde quiso estar”, concluyó.