so otro tipo de guías. Es algo irracional, más propio de seguir el instinto”, comentaba a NOTICIAS DE GIPUZKOA José Luis Zumeta el pasado 24 de junio, al ser preguntado por su forma de trabajar, durante la presentación de su última exposición en la galería Ekain de Donostia.

Desde muy joven el usulbildarra mostró una gran inquietud por la pintura y por los colores “explosivos” que “crearon cierta conmoción entre la sociedad vasca de la década los 60” y que le valieron para convertirse en el miembro más joven del Grupo Gaur; “un espíritu joven lleno de inquietud”.

Así describe sus primeros años el experto en arte Fernando Golvano, quien precisa que su viaje a París en 1959 sería determinante en su futuro para familiarizarse con una pintura de posguerra que le permitiría combinar el expresionismo con el figurinismo sin dejar de lado su predilección por los tonos claros.

Este no sería el único viaje que haría por aquel entonces, pero sí el que más le influyó. “Recuerdo que en Londres no le interesó lo que vio y me impresionó que me dijese que no compartía nada con la vanguardia que estaba allí. Su pintura era más introspectiva, con una conexión interior más potente y no solo abstracta”, apunta el crítico de arte, Edorta Kortadi.

Con su vuelta a Euskadi, en los 70 se inclinó por la característica que a la postre sería su marca de identidad: la esencia del color creando figuras. De este periodo surgen sus obras más conocidas, como el mural que diseñó en la pared trasera del frontón de Usurbil y su Homenaje al Guernica de Picasso con el que ganó el primer premio de pintura vasca.

Eso sin olvidar las múltiples colaboraciones con su amigo Mikel Laboa, para el que diseñó varias carátulas: “No se podía entender una portada o un cartel de Laboa sin Zumeta. Crearon un imaginario popular y sonoro muy bonito”.

La cartelería, con el diseño de una gran variedad de actividades como el cartel de la 50ª edición de la Feria de Durango, y los libros de viaje de pinturas fueron otras de sus temáticas habituales.

A ellas hay que sumar las obras gráficas que había retomado en los últimos años junto a su hija Usoa y que tienen su origen en sus primeros trabajos junto a Antonio Valverde en Gráficas Valverde.

“Un pintor no se jubila nunca, no deja los pinceles. Sigo pintando con mucha rapidez”, contaba en la apertura de una muestra por su 80 cumpleaños en la galería Lumbreras de Bilbao. Y así, “con un bolígrafo siempre en la mano” es precisamente como le recuerdan estos días sus allegados: “Nunca se cansaba de ello”.

De la capital francesa trajo una combinación de expresionismo y figurinismo que se prolongaría en sus obras más representativas