No son pocos los referentescinematográficos que cuentan un encierro, tanto pararepresentar alegorías como para exhibir eso mismo, el agobio y la frustración de no poder salir. Desde ladeconstrucción de la sociedad burguesa en El ángel exterminador(1963), de Luis Buñuel, hasta la claustrofóbica Buried (2010), de RodrigoCortés, pasando por dramas desecuestros y abusos como La habitación (2015) y, en el espectro contrario,por comedias locales (y no tan locales) como Aupa Etxebeste! (2005), elséptimo arte está lleno de historias depersonas recluidas. Pero como sueleocurrir muy habitualmente, la realidad supera siempre a la ficción.

Los cineastas vascos Aitor Arregi,Jose Mari Goenaga y Jon Garaño, responsables de cintas como 80 egunean(2010), Loreak (2014) y Handia (2017),presentarán este domingo en el Zinemaldia (auditorio Kursaal, 22.00horas) su nuevo trabajo, La trincherainfinita, un drama sobre un topo, unhombre que, tras el golpe de estadofranquista, permaneció 30 añosrecluido en su casa. Si bien el protagonista, Higinio (Antonio de la Torre),es un personaje ficticio, y, a la vez,fusión de historias y aspectos de múltiples topos ?muchos de ellos permanecieron escondidos hasta que elGobierno del dictador Francisco Franco dictó una amnistía en 1969, declarando prescritos todos los crímenescometidos antes del 1 de abril de 1936?,existe un precedente cinematográfico que abordó estas historias.

Se trata de 30 años de oscuridad(2011), un documental de Manuel H.Martín que, al igual que en el casode La trinchera infinita, estabacoproducido por Irusoin y La Claqueta ?en la última obra el triángulo lo completa Moriarti?, y queseguía mediante testimonios y dramatizaciones animadas historias dehombres que para sobrevivir seencerraron bajo escaleras, en tinajas e, incluso, bajo el suelo de un granero, cubiertos de paja y estiércol.Precisamente, tras ver un pase deesta cinta en el Zinemaldia, a losMoriarti les surgió la idea de crear una ficción que se simultaneó a laproducción de Handia.

Además del citado documental, y sumaterial de investigación, son dos lasobras de referencia en las que se hanbasado a la hora de abordar esta historia: Los topos. El testimonio estremecedor de quienes pasaron su vidaescondidos en la España de la posguerra, de Jesús Torbado ?uno de losentrevistados que guía los distintostestimonios de 30 años de oscuridad?y Manuel Leguineche; y Escondido,del Ronald Fraser.

MUCHOS TOPOS, UN PROTAGONISTAEsta última obra, así como el gruesodel citado documental de 2011, siguenun caso muy conocido, el del que fuera alcalde de Mijas (Málaga), el socialista Manuel Cortés Quero, y, por supuesto, su convivencia fantasmacon la que fue su mujer y quien leescondió, Juliana Moreno López.

Las familias eran, muchas veces,dobles víctimas de lo que ocurría. Porun lado, vivían la presión de que susparejas fueran descubiertas, al tiempo que eran acosados por las fuerzasfranquistas que buscaban a los rojosdesaparecidos. Es el caso, por ejemplo, del topo Juan Hidalgo y de sumujer Ana Gutiérrez, a quien la Guardia Civil agredió para intentar sonsacar dónde se escondía su marido.

La nueva película de Arregi, Garaño y Goenaga aborda no solo el encierro y va más allá de un “testimoniohistórico” para narrar el desarrollo dela pareja que conforman Higinio yRosa (interpretada por Belén Cuesta),también psicológicamente, en esascircunstancias extremas: “El encerrado físico es uno pero, al final, es unencierro compartido”, explica Garaño.

Pese a que la historia de Higinio tiene puntos en común con la del exalcalde de Mijas, La trinchera infinitano recrea su vida, sino que toma comoreferencia muchos perfiles de los querecopilaron Torbado y Leguineche?ambos colaboraban con la revistaHogar 2000 y comenzaron a recopilar testimonios en 1969, después de laamnistía?.

El guion, de Goenaga y Luis Berdejo, toma como “punto de partida” los“perfiles” de estos topos que les hizollegar Manuel H. Martín. “Hemoshecho un topo ficticio, un topo queayude a articular todo lo que quieres contar e, incluyendo también,cosas que no ocurrieron en ningúncaso”, relata Goenaga. Garaño, porsu parte, afirma que, tras analizarlos distintos testimonios, se handado cuenta de que hubo hombresencerrados en casa que, sin tenerconocimiento de la existencia deotros que padecían una situaciónsimilar, llevaban a cabo accionescoincidentes.

Pese a los elementos y acciones quese repiten en durante los encierros delos topos, Arregi destaca que la “libertad” de modelar un personaje ficticioles ha permitido llevar la historia porcaminos que les interesaba transitar,sin estar atados con las cadenas de loque exactamente fue.

Esas sendas confluyen ahora enel Zinemaldia, donde los realizadores darán luz a tres décadas deencierro y penumbra. Si la historiales parece inverosímil o exagerada, no hay mejor respuesta que laque ofreció Torbado a un editoralemán que se mostró receloso depublicar Los topos en el idiomagermano por parecerle un cuentode “ciencia ficción”: “Muy prontohan olvidado ustedes la historia deAna Frank”. La clave es esa, nuncaolvidar y sobrevivir en la trinchera de la memoria.