Una nueva vida, una nueva mirada, una nueva voz, un nuevo sonido e, incluso, una nueva manera de tocar un instrumento tradicional. Es esto y algo más lo que propone el Trío Zukan, compuesto por el hernaniarra Jon Ansorena (silbote, txistu y tamboril), la zumaiarra Miren Zubimendi (acordeón) y el mirandés Gorka Catediano (percusión), que acaban de presentar su disco Soinuzko Begiradak. Toma 1, un álbum con seis composiciones creadas, la mayoría, expresamente para este grupo, “muy distintas entre ellas”, tanto como sus autores. A principios de mes presentaron este trabajo en la sala Kutxa Kultur Kluba de Tabakalera, en Donostia, y ahora se encuentran cerrando nuevas fechas para los próximos meses. Entre ellas, en mayo actuarán en Róterdam en el festival internacional de música clásica Next.

Ansorena, Zubimendi y Catediano se conocieron cuando cursaban sus estudios de la asignatura de Música de Cámara en el Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene, y en 2014 decidieron formar este ensemble, una formación que no solo les permitiría actuar como trío, sino también como dúo en tres configuraciones distintas. En música de cámara es habitual que se formen dúos con sus instrumentos tradicionales y así comenzaron, coincidiendo uno con otro, “un poco de casualidad”. “Empecé con Gorka haciendo txistu-percusión”, recuerda Ansorena, para luego añadir que el siguiente pareja fue la formada por “María y Gorka, con el acordeón y la percusión”. Después se lanzaron a interpretar la única obra que puede existir para la combinación de sus tres instrumentos: Otxate, de David Cantalejo.

Zukan surgió con una dificultad de la que fueron conscientes desde un inicio: la falta de un repertorio original para este trío de instrumentos; una complicación que quisieron superar y a la que, en cierta manera, responde esta primera toma de Soinuzko Begiradak. “Después de Otxate nos encontramos con el problema de no saber qué tocar a continuación”, recuerda el txistulari. Ante esta realidad recurrieron a los compositores que tenían cerca y a los que solicitaron que escribiesen algo para ellos. “Nos dimos cuenta que si queríamos seguir con nuestra actividad como trío necesitábamos un repertorio”, añade Zubimendi. Porque, en definitiva, Soinuzko Begiradak son las miradas sonoras que terceros tienen sobre ellos.

Fueron Jagoba Astiazaran y Francisco Domínguez los primeros en recibir el encargo y en ofrecer su visión sobre lo que es Zukan, que se materializó en Hamaika Ilargi (2015) para silbote acordeón y percusión, y Seis miradas sobre..., para txistu, tamboril, acordeón y percusión. Desde entonces cuentan ya con quince obras compuestas por trece autores, además de otras tres que están en proceso de escritura.

Los tres músicos dan una gran libertad a los creadores, por ello, las obras son de “estéticas muy diferentes”. Unas incluyen electrónica -Etorkiz eta Izatez (2017), de Isabel Urrutia-, otras tienen un perfil más solista de cada instrumento y otras son de cámara. La Toma 1 es, por lo tanto, es una selección de piezas que “han marcado el camino de Zukan” desde los inicios y que han sido “parte de ese laboratorio de búsqueda”.

El álbum representa una fase en la que, como recuerda la acordeonista, el trío ha partido de no tener apenas nada que poder interpretar a disponer cinco años después de “un repertorio Zukan” de hasta quince piezas.

Tan diversas son las composiciones como la interacción que ha tenido el conjunto con los compositores, algunos de ellos, que conocían poco o nada los instrumentos para los que tenían que escribir. Es el caso de Domínguez, que hasta que le propusieron este proyecto no había trabajado mucho ni con el txistu ni con el acordeón. “Antes de empezar a escribir vino a un ensayo con María y conmigo y nos decía, ¿puedes hacer esto? ¿Puedes hacer aquello? ¿Y si pones la mano así, o si soplas de determinada manera, qué es lo que pasa?”, comentan, para explicar después que de esta manera Domínguez, que ya tenía varias ideas, fue descartando algunas, al tiempo que se decantaba por otras, al tiempo que se encargó “muy bien de conocer cada instrumento”. “Con eso creó una súper obra”, dice rotundo Ansorena sobre Seis miradas sobre...

Otros autores, que no conocían instrumentos como el txistu, lo primero que hicieron fue pedir al trío que le hiciesen llegar uno. Y eso, por extraño que pueda parecer, es también una virtud, dado que para alguien que no conoce un instrumento, este es como un lienzo en blanco, algo de lo que sacar “un montón de efectos” que alguien que conoce la herramienta musical en profundidad jamás imaginaría. Por supuesto, también han utilizado manuales de técnicas extendidas para el txistu, pero las propuestas “más originales”, a juicio del trío, son las de aquellos que han ido “más allá”. “Hace cinco años no pensaba que nos iban a proponer que hiciésemos con un txistu o con un acordeón cosas como las que nos han pedido”, ríen. Se refieren a propuestas que han provocado que Gorka Catediano toque la marimba con unos cocos, María Zubimendi vibre la acordeón con las piernas o que Jon Ansorena toque dos txistus a la vez.

tradición de vanguardia “Reivindicamos dar una nueva voz a los instrumentos que vienen de la tradición”, expone Zubimendi, para explicar que Zukan, al mismo tiempo, hace “una nueva lectura” e intenta “difundir” que instrumento como el silbote o el acordeón “existen” más allá de lo ancestral, pero sin renegar de ello.

Aun más, el conjunto desea demostrar a los programadores y críticos del ámbito de la música clásica contemporánea que el txistu, el acordeón y la percusión “son igual de defendibles que un trío de violín, chelo y piano, por ejemplo”. Es por eso que citas como las de Róterdam son tan importantes para ellos. “Aprovecharemos para demostrar lo que hacemos y lo que somos”, afirma la acordeonista.

Y para demostrar lo que hacen y lo que son, Soinuzko Begiradak es su “carta de presentación”. Un álbum que, en cierta manera, se cierra haciendo también un guiño a la tradición y al folklore. La última pieza es Lantz, compuesta por Mikel Chamizo, una obra que se inspira en el Carnaval navarro y que fusiona “lo ancestral y tradicional de los instrumentos y los sonidos, con una relectura muy vanguardista de los mismos”.

Además de las piezas para trío, como las Astiazaran y Domínguez, Soinuzko Begiradak incluye dos dúos, Haize-Orratz (2007) -para txistu, tamboril y acordeón-, de Gabriel Erkoreka, y Metal Work (1984) -para acordeón y percusión-, de Magnus Lindberg. Se trata de las dos únicas partituras no compuestas para Zukan, pero tal y como comenta Zubimendi, decidieron incluirlas para hacer un “guiño” a sus inicios, cuando actuaban en pareja. “Continuamos también con esa configuración. Los encargos suelen ser a trío, pero nos gusta también obras diferentes a dúo”, comenta la acordeonista, mientras que Ansorena añade que se consideran “un trío muy versátil”.

experimentar Además de este disco, Zukan tiene relación con compositores que trabajan nuevas formas de vanguardia para electrificar instrumentos acústicos. Se trata de Zukan 220V50H, una iniciativa “puntera” a medio-largo plazo, que los propios componentes están descubriendo: “Miramos cómo llenar de cables y micros el acordeón, ver dónde ponérselos al txistu, qué efectos conseguir, ver qué opciones hay con pedaleras... Es algo que necesitamos probar y investigar mucho”. Todo para tener aún más miradas y sonidos sobre los instrumentos de toda la vida.