Madrid - Durante más de una década fue conocido como Fidel, el niño homosexual y repipi de la serie Aída, pero a los 26 años Eduardo Casanova ha destapado su lado más provocador y oscuro con su primera película como director, Pieles, un filme que reivindica la diferencia sin miedo a revolver el estómago del espectador.

“Me voy al extremo porque es mi forma de decir las cosas”, asegura. “No hay que estar bien todo el rato; hay que vivir el desamor, la ruptura o la guerra, porque son procesos humanos. La humanidad es así y no podemos escapar de ella”.

Tras ser recibida con buenas críticas en festivales como Berlín o Málaga, Pieles llegará el próximo viernes a las salas de cine, apadrinada por el bilbaino Álex de la Iglesia, uno de los productores. Y con ella, su galería de personajes deformes y solitarios que luchan por sentirse aceptados.

Una prostituta sin ojos (Macarena Gómez), una chica con un ano en la cara y una boca en el culo (Ana Polvorosa), un joven que quiere cortarse las piernas para ser sirena (Eloi Costa), una mujer con la cara deformada de nacimiento (Candela Peña) o un hombre con el rostro quemado por accidente (Jon Kortajarena). “No son tanto personajes que luchan por su diferencia como por su normalidad”, defiende Casanova, vestido íntegramente de rosa en consonancia con la estética del filme, un envoltorio dulce para un caramelo envenenado.

“Hay personas que quieren ser aceptadas por ser diferentes o que son normales y quieren ser diferentes, o que quieren ser normales, pero cada uno entiende a su manera la normalidad y la diferencia”, trata de explicar.

Y es que, por encima de todo, Pieles es un canto a la libertad. “Al espectador no le exijo nada. Lo único que quiero es que la vea y luego opine lo que quiera. Me gustaría que se sintiera completamente libre a la hora de ver y opinar, es lo más justo porque yo me he sentido libre a la hora de crearla”, apunta el joven, inmerso ya en la escritura de su próxima película, que llevará por título La piedad.