Donostia - Esta vez parece difícil -por no decir imposible- que el Premio Donostia suscite polémica. Todo lo contrario. Sigourney Weaver es una estrella de Hollywood respetada y admirada como actriz. A sus 66 años, cuenta en su haber con un currículo envidiable de personajes tan memorables como la teniente Ripley de la saga Alien, la zoóloga Dian Fosey de Gorilas en la niebla (1988) o la protagonista de La muerte y la doncella (1994). Además, su tercera visita a la capital guipuzcoana garantiza al Zinemaldia el necesario eco mediático.

En una hábil operación, el equipo de José Luis Rebordinos ha movido los hilos necesarios para conseguir proyectar Un monstruo viene a verme (A Monster Calls) como estreno europeo. Al igual que Lo imposible (2012), este filme que J.A. Bayona ha rodado en inglés está incluido en la Sección Oficial fuera de concurso: si aquel sirvió para distinguir a Ewan McGregor, este traerá implícita la concesión del Premio Donostia a Weaver. La actriz, que respalda en el reparto al pequeño Lewis MacDougall y a Felicity Jones, encarna a la fría y calculadora abuela de un niño de 12 años que trata de hacer frente a la enfermedad de su madre con la ayuda de un monstruo que le visita por las noches y que tiene la voz del actor Liam Neeson.

El Festival mantiene abiertas las negociaciones para atraer a otros posibles candidatos al Donostia, premio que este año cumple tres décadas. Sin embargo, podría suceder, como ocurrió el año pasado con Emily Watson, que Weaver sea la única premiada con una estatuilla que recogerá el miércoles 21 de septiembre durante la sexta jornada de la 64ª edición.

40 años de carrera Nacida Susan Alexandra Weaver (Nueva York, 1949), cambió su nombre de pila por el de Sigourney por un personaje menor que aparecía en El Gran Gatsby, la novela de Scott Fitzgerald. Se graduó en la Universidad de Stanford y realizó un máster en la Escuela de Teatro de Yale. Su primer trabajo fue en la obra The Constant Wife, producida por John Gielgud y protagonizada por Ingrid Bergman. Solo los fans más irredentos saben que su debut en el cine fue en una rauda aparición de seis segundos -y sin texto- en Annie Hall (1977), de Woody Allen.

Dos años después llegó la consagración con Alien (1979),en la que Ridley Scott le regaló el personaje que marcaría toda su trayectoria: su estatura -1,82 metros- y su inigualable carisma hicieron de Ripley el paradigma de la heroína moderna que luego volvió a interpretar tres veces más y que pronto recuperará en el Alien que prepara Neil Blomkampt, director de Distrito 9 y Elysium que el año pasado la dirigió en Chappie.

Los cazafantasmas (1984) de Ivan Reitman, el drama El año que vivimos peligrosamente (1982), el biopic Gorilas en la niebla y la comedia Armas de mujer (1988) son algunos de los principales títulos que protagonizó en los años 80. En la siguiente década su nombre siguió apareciendo en letras mayúsculas en los carteles gracias a filmes como 1492. La conquista del paraíso (1992), en la que que encarnó a Isabel la Católica; La muerte y la doncella, la obra maestra de Roman Polanski en la que se reencontraba con su antiguo torturador (Ben Kingsley); el thriller Copycat (1995), en el que hacía de experta en asesinos en serie, o el drama Mi mapa del mundo (1999), recordada como una de sus mejores interpretaciones.

Fue amiga íntima de Truman Capote en Historia de un crimen (2006), puso voz al taquillazo de Pixar Wall-E (2008), renovó su condición de reina de la ciencia ficción con Avatar (2009) -trabajará en las tres secuelas que James Cameron prepara para 2018, 2020 y 2022- y fue investigadora de fraudes paranormales en Luces rojas (2012), dirigida por Rodrigo Cortés con Cillian Murphy y Robert De Niro en el reparto. Ganadora de dos Globos de Oro, Weaver no tiene el Oscar aunque ha optado a él en tres ocasiones. En los últimos años ha espaciado sus interpretaciones, que tienen un carácter más secundario y a veces se reducen a divertidos cameos, como los que protagonizó en Paul (2011) o La cabaña en el bosque (2012). “Mi prioridad es ser madre y esposa”, ha dicho esta mujer casada con el director Jim Simpson desde 1984. Quizá eso explique que su nombre haya desaparecido del primer plano cinematográfico, aunque la calidad de su trabajo siempre aporta interés a cualquier proyecto.