Donostia- Canciones como Fuego, Golpe maestro y La grieta, incluidas en La deriva (Pequeño Salto Mortal, 2014), el tercer disco de Vetusta Morla, incorporan una sonoridad más rítmica y rock en el exitoso grupo madrileño, además de letras más directas y de contenido social. "La crítica es reflejo de la realidad, no podemos inventarnos la realidad", asegura el percusionista de la banda, Jorge González. Tras pasar hoy por la sala Santana 27 de Bilbao, el grupo recalará hoy en el Auditorio Kursaal con los mexicanos Zoe como invitados. La doble cita comenzará a las 19.00 horas.

Regresan con una portada y un título muy explícitos.

-El concepto de La deriva es amplio y tiene connotaciones positivas y negativas, aunque solemos asociar el término a la falta de control, a no manejar nuestro destino, algo contrario a la rutina que nos gobierna cada hora.

El término infiere incertidumbre.

-Claro. A los cinco años sabes que vas a ir al colegio, luego al instituto y a la universidad; después el trabajo, la pareja, la jubilación? Vivimos una existencia acotada, en una deriva en la que nos sentimos cómodos. Es una deriva positiva, según el estado del bienestar. En los últimos años, a pesar de sus aspectos positivos, ese estado es como el cuento de la lechera, algo que hace aguas, empezando por los responsables de que la convivencia sea lo más justa posible.

Y ahí aparece esa fotografía casi 'circular', podría decirse.

-Sí, es una imagen sobre unos estudios del movimiento, allá por principios del siglo XX. Se descomponía la imagen, tomada en diferentes momentos de la carrera de una persona. Eso es lo que muestra, esa deriva circular y en bucle, aunque con el punto positivo de que algo rompe con ella, personificado en la misma persona que vuelve. Así se inicia un camino nuevo, esperando que sea mejor.

"Hay esperanza en la deriva", se oye en el disco.

-Las letras son cosas de Guille, que también escribió unos versos sobre las banderas que agitar. Habría que entender esas banderas de otra manera, no relacionadas con ideologías o partidos concretos, sin atisbo de autocríticas. No es momento de agitar esas banderas, sino de que la gente se reúna y ataque los pequeños problemas que no preocupan a los políticos y a las grandes empresas, que tienen un poder muy fuerte en la convivencia diaria. Las banderas son las de la dignidad y los problemas individuales.

Algunos ven el álbum como un disco conceptual.

-No es como aquellos discos de antaño, aunque sí gira sobre un concepto. La idea surgió a posteriori, ya que teníamos cuatro de estas canciones durante la gira de Mapas, el disco anterior. Las recuperamos al juntarlas con otras nuevas porque tenían mucho peso y gran poder rítmico. Ahí se ligó el tipo de sonoridad que buscábamos con la idea de la deriva.

Lo innegable es que el grupo se ha reinventado, que parece otro.

-No sé, puede ser una visión externa. Hacer canciones nos divierte y emociona, no piensas en nada más al estar en esta vorágine. Lo que es cierto es que no nos gusta repetirnos y que los productores han estado pendientes de eso. "Eso ya lo has hecho", me decían a veces. Es una cuestión del arte, la de no estancarte y perder la identidad plagiándose a uno mismo.

El grupo suena ahora más arisco y rockero.

-Antes de juntarnos con los productores, como somos seis personas y nos falta un criterio único, acordamos que queríamos una sonoridad con una base muy rítmica y potente. Al sentarnos, de ellos salió la misma propuesta, coincidimos. Optamos por bajos y guitarras distorsionadas, además de la base potente. Buscamos sacar aristas al disco y el resto de instrumentos, como los teclados, estaban condicionados, así como algunas letras que se hicieron después. Tiene que haber concordancia.

En el caso de las letras, son más claras y menos poéticas.

-Sí? (duda) Bueno, hay de todo. Hay temas de letras muy directas, pero otras más abiertas a interpretaciones, como Una sonata fantasma o Cuarteles de invierno.

¿Se grabó el disco en directo?

-Las cuatro primeras las tocamos todos a la vez, en los Garate Estudios, en Gipuzkoa. Al final se completó allí y en unos estudios de Madrid porque buscábamos sonidos más secos.

Amaral, Nacho Vegas, Tachenko, ahora ustedes? ¿El 'indie' se atreve a ser más que entretenimiento en estos momentos de crisis?

-La persona que hace canciones habla de lo que vive y le pasa, lo mismo que en cualquier otra manifestación artística. La crítica social fuerte es reflejo de la realidad, e irá a más. Esos músicos, como nosotros, han vivido y experimentado este cambio social en los últimos años y nadie en su círculo se libra de la crisis, el paro, la inestabilidad? Es normal que se refleje en canciones. Los artistas no pueden vivir de espaldas a su tiempo porque si lo hicieran, se estarían inventando la realidad.

¿Qué espera el grupo de un disco con letras sociales? ¿Interesará a la gente o solo busca el hedonismo, saltar y cantar sobre un escenario?

-La impresión es que el directo de esta gira será atractivo y potente, con una escenografía propia sobre el concepto del CD. Habrá espacio para canciones más íntimas y readaptaciones de temas antiguos a la sonoridad actual. Ya no vemos canciones como Copenhague igual. En los festivales habrá que condensar, ser más directos y no dar pausa. El ambiente es diferente.

En julio repetirán en el BBK Live.

-Sí, lo presentaremos dos veces en Bilbao. Ese festival es de los que más nos gustan, y no solo de España. Está integrado en la ciudad, en cierta forma, y aunque es una putada subir allí, el espacio es espectacular, como la organizació, la producción y el trato. Tiene un nivel alto y recuerdo haber disfrutado mucho con The Black Crowes hace tres años. En esta edición tengo ganas de ver a Franz Ferdinand. A ver si podemos porque creo que tocan el mismo día que nosotros.