EL silencio solo es el principio. De la misma manera, Oírse solo es una ventana que toma como excusa los acúfenos que sufren una serie de personas, el director incluido, para que quienes lo deseen experimenten lo que sucede cuando uno deja de proyectarse hacia fuera y por un instante se vuelve hacia dentro, encontrándose consigo mismo. Es la propuesta que hace el pamplonés David Arratibel con su ópera prima, un documental premiado recientemente en la muestra Alcances de Cádiz y que hoy podrá verse en la sección Zinemira.
Películas que emocionan
Cine ensayo
David Arratibel lleva 17 años sufriendo acúfenos o tinnitus, que, según el doctor José Ramón Mozota, son la percepción de un zumbido por actividad del oído interno y sistema nervioso, sin estímulo externo al individuo que los provoque. Trasladar al público una sensación que solo conocen quienes la padecen fue todo un reto para Arratibel, que reparó en su vocación cinematográfica de la mano del Festival Punto de Vista. "Descubrí que se pueden hacer películas que emocionan, cargadas de creatividad y con pocos medios", cuenta.
Y, dentro de ese medio, le interesó especialmente el cine ensayo, con predilección por autores como Jonas Mekas o David Perlov. Empezó a experimentar en esa línea, "pero no me gustó mucho lo que me salía", hasta que, en 2010, mientras asistía a la proyección de Let Each One Go Where He May, de Ben Russell, se le ocurrió que si estaba buscando una experiencia personal, la tenía muy cerca, dentro de su cabeza.
"He conocido a distintas personas a las que les pasa lo que a mí y cuando das con una de ellas enseguida se establece un reconocimiento, como una complicidad automática", apunta el realizador, que pronto contó con el apoyo del productor Iñaki Sagastume, de Filmotive, y con el director de fotografía David Aguilar. Con una memoria algo más elaborada, el equipo presentó el proyecto a las ayudas de 2011 del INAAC y logró 10.000 euros, lo que les permitió comenzar el rodaje en diciembre de 2011 y finalizarlo en febrero del año siguiente. En junio el montaje ya estaba listo y los dos meses siguientes los ocupó la edición y posproducción de sonido.
"En esta película, el sonido es fundamental, por eso ha sido una suerte contar con Xabier Erkizia", que ha diseñado unas mezclas impresionantes. La película se preestrenó en septiembre de 2012 en la Filmoteca de Navarra, aunque después incorporó algunos cambios que la dejaron lista para enero de este año. A partir de ese momento, empezó la aventura por festivales, recalando en Marfici (Argentina) y Alcances, primero, y ahora en el Zinemaldia.
Quiebra vital
¿Chirría la conciencia?
Durante todo el proceso, una de las premisas del quehacer de Arratibel ha sido plasmar el sonido subjetivo de cada uno de los protagonistas: Albaro Arizaleta (Pamplona), cantante y batería de El columpio asesino; Elena González (Bilbao), actualmente ama de casa; Gotzone Redondo (Vitoria), técnico de deportes y escritora, y él mismo. "Del mismo modo que existe la cámara subjetiva, quería reproducir el acúfeno propio de cada persona", lo que consiguió gracias a la cámara anecoica de la empresa Acústica Arquitectónica de Berriozar. Un espacio donde el silencio es absoluto.
Y parece que lo ha conseguido, habida cuenta del comentario que le dedicó el jurado del festival gaditano tras concederle el premio al mejor mediometraje: "Muestra una experiencia sensorial, de manera elegante y sobria, acerca de la subjetividad del silencio".
Precisamente, el objetivo principal de Oírse es hablar de la relación de cada individuo con el silencio. "Hasta la fecha, nadie ha descubierto por qué se producen los acúfenos, y yo, desde mi absoluta osadía, creo que tiene que ver con un momento de quiebra vital", indica el director, que ha podido comprobar su teoría en su propia experiencia: "Siempre he tenido problemas de mandíbula y cuando empecé a escuchar el zumbido me dijeron que esa era la causa, pero realmente me pasó después de que a los 26 años diera un vuelco a mi vida y de sufrir un ataque de ansiedad como consecuencia del cambio brusco", relata.
El caso de Albaro es muy parecido, ya que empezó a escuchar los ruidos cuando dejó un modo de vida y comenzó a practicar meditación. Y a Elena le sucedió tras una crisis personal provocada por una experiencia familiar trágica. "Un amigo me dijo un día que esos sonidos son el chirriar de la autoconciencia", dice Arratibel, que, de un modo "sutil" y sin ninguna intención de parecerse a un producto de autoayuda, lanza una sugerencia al final que tiene que ver con el acto cognitivo. Y es que "si no prestas atención, nada existe", ni siquiera la realidad. La percepción y el modo en que atendemos lo son todo. Y todo empieza por enfrentarse al propio silencio. Aunque asuste.