BILBAO. La casa de Kepa Junkera es un trastero gigantesco cargado de tesoros: panderos de todas clases, tambores, trikitixas, txalapartas de madera y pizarra, un ordenado racimo de castañuelas, un piano negro que descansa en mitad del hall, cuernos, turutas y didgeridoos australianos, albokas, dulzainas, birimbaos y hasta un oud iraní ocupan cada esquina de la vivienda.
Muchos de estos instrumentos despiertan a su paso (el de Rekalde no puede contenerse y los va tanteando). Minutos más tarde, sentado en el centro del camarote y con el paisaje verde de Urdaibai flotando en sus ojos, repasa las canciones del disco que llegará en otoño: Galiza.
Al son de la gaita y de la triki, su cuerpo se entrega a la melodía, poderosa y tribal, y los espasmos se suceden. Una lata de cerveza vacía cae víctima de las pulsiones del eterno percusionista, abducido ahora por el hábitat laberíntico y añejo que lo abraza: con el dedo índice manipula la argolla y surgen pequeños sonidos que persiguen los acordes de la pieza principal.
Junkera empezó a coleccionar estos instrumentos hace décadas, y una buena muestra de ellos se exponen todavía en el Centro Ze-laieta de Amorebieta-Etxano. "Son trikitixas curiosas que he seleccionado para la ocasión, pero no se trata solo de eso, porque también di una master class a alumnos de música e hicimos una presentación, probando ante el público alguno de los viejos acordeones que se exhiben allí", recuerda el músico. Todas las piezas que colecciona tienen un significado especial para el trikitilari, pero hay una que no cambiaría ni por el Arca de la Alianza: "Tengo trikis muy curiosas, algunas que ya no se fabrican, pero la pandereta de mi aitite tiene un valor incalculable para mí".
La muestra podrá verse hasta mañana domingo, y en la misma hay instrumentos de mediados del siglo XIX, algo anteriores a la definitiva implantación de la trikitixa en Euskal Herria.
orígenes La primera mención escrita sobre la presencia del acordeón diatónico en Euskal Herria data de 1889. En dicha mención, Juan Carlos Guerra sitúa en la romería de Urkiola lo que él denomina un nuevo acordeón diatónico. Según la teoría con mayor aceptación, este instrumento llegó de manos de los trabajadores franceses e italianos que vinieron a construir el ferrocarril. Por su parte, el investigador Juan Mari Beltran sostiene que trikitixa es una onomatopeya; es decir, no corresponde a la triki, sino al sonido del pandero.