ACUARELISTA, humorista, dibujante satírico, con tildes novecentistas y temática costumbrista, pero por encima de todo, hermano de Aurelio Arteta. Félix Arteta Errasti (1890-1986) no goza de la fama del mayor de la familia, pero las salas Kutxa Boulevard quieren reclamar su papel en la historia del arte vasco con una exposición antológica que repasa su carrera, que abrirá hoy sus puertas hasta el 9 de septiembre.
Esta muestra no solo sirve para enseñar la amplitud y el colorido de su obra, sino que también ha corregido algún error sobre su biografía. "Pensábamos toda la vida que nació en Bilbao", indicó ayer en la presentación de la exposición el comisario Edorta Kortadi, "pero hemos encontrado en el registro de nacimiento de Valladolid que nació allí". Félix era el menor de seis hermanos, nacido en el seno de una familia liberal, republicana y con un fuerte arraigo vasco. En su pintura se esboza "un hombre entre la tradición y la vanguardia", le definió Kortadi.
Según su comisario, es "una exposición importante tanto por la calidad como por la cantidad". No en vano, contiene 101 obras, de las cuales 93 son acuarelas. Félix no utilizaba esta técnica por azar, sino que dos razones muy profundas influyeron en su decisión. "Era muy nervioso, movía mucho la mano, y la acuarela es una técnica que va mejor con este temperamento que el óleo, más pastoso", explicó Kortadi. Pero además, este tipo de pintura le sirvió, probablemente, para "diferenciarse de su hermano mayor". Además, en esa época era más fácil vender una pintura "más rápida y efímera, que cuadraba mejor con un mercado que no se permitía grandes lujos a la hora de comprar óleos".
Félix se añade a la lista de familiares de grandes artistas vascos que quedaron relegados en un segundo plano, como "con los Chillida, Gonzalo y Eduardo; Oteiza, Jorge y Antonio; y lo mismo que ocurrió con los Zubiaurre o los Arrue", enumeró el comisario. No obstante, su estela no tiene nada que envidiar a los grandes de su momento. Expuso en la colección que organizó el Congreso de Estudios Vascos en Gernika en 1922, junto con su hermano. Los dos Arteta también compartieron espacio en la Exposición Universal de París de 1937. Y en solitario, su obra viajó por Valencia, Barcelona, Valladolid, Cuba y México.
"Su sintaxis y su poética se mueven entre las corriente novecentistas de comienzos de siglo y las corrientes de art déco o decorativistas de los años 20 y 30", resaltó Kortadi. "Su visión es la de un realismo costumbrista", prosiguió, "con humor, ironía y hasta con un cierto sarcasmo e histrionismo". Arteta situó el pueblo vasco como motivo central de su obra, pero muy alejado de la idealización de algunos contemporáneos.
el arte en su contexto
Una mirada coral
Mientras que Aurelio "realiza grandes figuras solas y aisladas, su hermano pinta pequeñas figuras en conjunto, agrupaciones corales y teatrales, más unidas con la vida, y las sitúa en su contexto", remarcó el comisario. De hecho, el hilo de la exposición es el entorno en el que se sitúan las obras: la vida de la ciudad, en la planta -1; la vida del mar, política y religiosa, en la planta 0; y la vida del campo en la planta superior. Con estos cinco aspectos, Arteta refleja estampas de la vida cotidiana del País Vasco y compone acuarelas llenas de detalles, la mayoría de ellos irónicos y sorprendentes, que hacen que la obra se convierta en un placer visual. Por ejemplo, en La avería de la motocicleta, aparece un cura con la nariz completamente roja por el alcohol. En otro dibujo, Discusión en la comida, la mayoría de los baserritarras acaban pegándose con las sillas.
Las pinturas más trabajadas son las que Félix diseñó para ABC "puede ser porque eran las mejor pagadas", comentó Kortadi. En general, en esas ilustraciones muestra un aspecto amable de los inicios del turismo en Euskadi. La muestra incluye dibujos inacabados, como la colorida Sala de billar, donde se puede apreciar el proceso de trabajo del pintor. Otro aspecto que completa la colección son los esbozos para los nunca realizados murales de la Casa del Huérfano del Miliciano.
La exposición permite recorrer la obra de un ilustrador exhaustivo, con una mirada muy particular del entorno que le rodeaba y con un destello de humor que convierte el recorrido en un agradable paseo por las bases de la sociedad vasca.