Bilbao. Carla Royo-Villanova presentó en El Corte Inglés de Bilbao los productos cosméticos que desde hace cuatro tiene en el mercado, Carla Bulgaria Roses Beauty. Por su matrimonio con Kubrat de Bulgaria es princesa de Panagyurishte. Sonríe cuando se le habla de su título y de los tratamientos. A lo largo de la entrevista habla de sus gustos, de sus colores favoritos, de los dos restaurantes vizcainos, Rio Oja en Bilbao y Karola en el Puerto Viejo de Algorta, que le gustan, y de esos bollos de mantequilla que no encuentra en Madrid y que se lleva de la pastelería familiar, Arrese.

Licenciada en Derecho, empresaria, princesa de Panagyurishte, escritora... Es usted de todo.

Soy lo que puedo, a veces me lío yo sola y me complico la vida. Me gusta mucho trabajar y lo que hago. Le pongo mucha ilusión a todo, con creatividad se pueden hacer muchas cosas.

Sacó su línea cosmética hace cuatro años y la crisis ya amenazaba la economía. ¿Le gusta el riesgo?

Desde 2007 se empezaba a vaticinar y a hablar de crisis. Carla Bulgaria Roses Beauty vio la luz en mayo de 2008, lo que pasa es que yo llevaba cinco años preparando la empresa. Monté la empresa en 2003, fueron cinco años muy difíciles y no podía echarme atrás.

¿A usted por ser quién es le dan dinero los bancos?

Ja, ja, ja... A mí me ocurren las mismas cosas que a todo el mundo. Hice un plan de empresa, un plan financiero y fui de visita por una serie de bancos a los que, evidentemente, seas quien seas, les tienes que llevar un plan financiero para que vean la viabilidad de tu empresa y tu proyecto. El Banco Spirito Santo estuvo meses estudiando mi plan de empresas y finalmente me concedieron una línea de crédito, pero tuve poner la casa como aval. No me lo dieron porque sí. Mi marido se portó muy bien, me apoyó muchísimo y accedió a que pusiéramos nuestra vivienda como aval.

¿Por qué ha elegido la cosmética como línea de negocio?

En el año 98 visité por primera vez Bulgaria y conocí los productos que se elaboran con agua de rosas. Durante varios años, en los viajes que realizaba allí por entonces compraba estos productos y los traía para mí, para mi madre, mi familia y mis amigas... Eran cremas francamente buenas.

¿Es fiel a sus productos?

Desde el 98 solo utilizo estas cremas elaboradas con agua de rosas. A partir del año 2008 utilizo los de mi marca. Soy totalmente fiel.

¿Coqueta?

Soy coqueta, no lo voy a negar, no me obsesiono pero, sobre todo, si voy a cosas especiales como las de esta tarde me gusta ir bien. Aunque he tardado diez minutos en arreglarme... ¡Qué mujer no es coqueta!

¿Es de las que no sale de casa sin sus pinturas?

No es para tanto. Normalmente utilizo una base de maquillaje muy ligera, me gusta un toque de color en las mejillas. En invierno suelo tirar hacia los rosas. En verano, como me bronceo bastante, aunque tengo una piel aparentemente clara, casi no me maquillo y de lo que no puedo prescindir es de la máscara de pestañas.

¿Sus colores preferidos?

El azul marino, el blanco, pero en mi armario hay ropa de todos los colores. Me gusta utilizar el color, incluso en invierno, me alegra, me anima.

¿Tacones?

Siempre. Bueno, si voy al campo no, si voy a correr tampoco, ni los llevo a la playa. En mi día a día y en el trabajo, siempre.

¿Qué le queda a usted de sus orígenes bilbainos?

Muchas cosas. Siempre pienso que me gustaría tomarme una semana de vacaciones y venirme a Bilbao con mi cámara de fotos. Desde pequeñita siempre me ha parecido preciosa. Con el Museo Guggenheim, muchas personas han descubierto Bilbao, pero cuando yo era pequeña y Bilbao estaba gris, a mí siempre me ha parecido precioso.

Hablemos de sus gustos pasteleros, el bollo de mantequilla…

Es lo más. A mí cuando me dicen: Las trufas de Arrese, pienso: Sí, sí, las trufas están riquísimas, pero esos bollos de mantequilla solo los hacen en Arrese.

¿No encuentra bollos de mantequilla en ningún sitio?

En ninguno. A mi marido, a mis hijos y a mí, de la que llega una caja de bollos de mantequilla nos dura cinco minutos. Cuando vengo a Bilbao me llevo todos los que puedo y luego los congelo.

¡Congela los bollos de mantequilla!

Como me oiga mi abuela me mata.... Después de la trufas de Arrese, los bollos de mantequilla, los pasteles de arroz...

No la veo yo con las manos en la masa.

Pues sí. De pequeñita me encantaría volver al obrador. Cuando era pequeña pasábamos la Navidad siempre en Bilbao. No me dejaban hacer muchas cosas, pero lo poquito que me dejaban me parecía maravilloso, era la pera. Me sentía la única niña del mundo con esa posibilidad. Hacíamos los roscones de Reyes, la tarta de mi cumpleaños, que es el día de Reyes, envolvía las trufas en el papel de celofán... Me gustaba salsear.

¿Sigue salseando?

Sí. A mi marido le gusta mucho cocinar, pero él llega a casa más tarde que yo. Él llega a las once y yo a las nueve de la noche y la que se ocupa de la cena soy yo. Cocinar los fines de semana me relaja.

¿Continúa fiel a sus lugares de Bilbao?

El Rio Oja, ¡ufff, ese bacalao! Noche sí y noche también. También me gusta Karola en el Puerto Viejo de Algorta.

¿El Cantábrico es para el verano?

Por supuesto. Santoña, la playa de Berria. Mis hijos esperan el verano para ir allí a hacer surf.