villabona. El surrealismo sitúa la sorpresa del espectador en uno de sus puntos centrales. La ambigüedad, la extrañeza y la paradoja llegan tras el impacto inicial. Otra de las claves de este movimiento es el humor, la ironía, la sátira y la burla. Vicente Ameztoy (Donostia, 1946-Villabona, 2001) reunía estas condiciones y las fundía en su particular visión del arte.

Este pintor habitó en Villabona desde su juventud, en el caserío Etxe Ondo. Este fue su feudo y uno de sus puntos de creación, en el que se inspiraba y que le servía como base para la fantasía de sus cuadros. Villabona quiere honrar la memoria de uno de sus habitantes más ilustres y para ello ha reunido una variada muestra de su obra desde 1976 hasta el año 2000. El resultado, llamado Etxe-ondotik como homenaje a su casa, se puede ver desde ayer y hasta el 23 de junio en la sala de exposiciones del cine Gurea. Bernardo Atxaga, amigo del pintor, se encargó de inaugurar la muestra ayer por la tarde.

Ameztoy dejó dicho "que la mayor parte de su obra la creó precisamente en Villabona, siendo fuente de inspiración la casa Etxe Ondo y el paseo que desde aquí transcurre hasta Amasa", indicó la concejal de Euskera y Cultura, Nora Urbizu. Por su parte, el alcalde, Galder Azkue, aseguró que este era el primer "paso dentro de un proyecto más extenso" para recordar y homenajear al artista.

La exposición, comisariada por la hija del pintor, Virginia Ameztoy, es un mosaico de los diferentes tipos de piezas que llegó a crear: óleos, acuarelas, cajas escultóricas, carteles, cubiertas de libros, esbozos, una escultura, láminas garabateadas y sus apuntes personales muestran la capacidad del imaginativo creador.

En sus obras se pueden encontrar reminiscencias de algunas de sus fuentes de inspiración. Unos dibujos en sanguina recuerdan los maniquíes de Chirico y las sombras que fabricaba con pajares evocan algunos cuadros de Magritte. Su juego con elementos naturales le sitúa a la altura del renacentista Arcimboldo e incluso alguno de sus óleos parece salido de un díptico gótico del padre de este estilo, El Bosco. Su surrealismo conduce a la reflexión y la paradoja es un elemento de comunicación más cercano a la idea del maestro belga que a la introspección psicológica de Dalí.

pintura 'religiosa' Etxe-ondotik no tiene unidad temática ni temporal, pero uno de los géneros que se encuentra más representado es la pintura religiosa. "Mi padre era ateo total", confesó Virginia Ameztoy. "Toda la obra relacionada con la temática religiosa estaba hecha con humor, porque quería quitar hierro al tema. Le gustaba mucho su estética, pero la usaba a su manera". Es el caso de una de las pocas obras tituladas, Inri-tridi, que representa la cara de Cristo en la cruz cuyos ojos se abren y cierran al pasar el espectador, mediante un holograma.

Villabona se entremezclaba en sus obras con mucha facilidad y en la mayoría de sus dibujos y pinturas se pueden reconocer paisajes y elementos del pueblo. En una de las siete cajas expuestas aparece una foto de "Río seco, que es el paseo que él hacía todos los días", aseveró su hija. Esta caja representa un pequeño altar en el que una figurita adora a una sirena.

"Siempre estaba muy pendiente de lo que sucedía en el pueblo, y sobre todo con los jóvenes, a quienes pintó el gaztetxe. El estudio de casa estaba siempre abierto", explicó Virginia Ameztoy.

Otra de las claves de su pintura era la relación entre el hombre y la naturaleza. "El mayor protagonista de su obra suele ser el factor humano y su relación con la naturaleza", comentó la comisaria. En ese aspecto, la metamorfosis es uno de los elementos que Ameztoy dominaba, como por ejemplo, en una de las láminas presentes, un hueso que se convierte en un tornillo, o viceversa.

intimidad La exposición permite conocer la parte más popular del artista. Una gran muestra de carteles certifican su vinculación con la realidad de su tiempo. Desde la promoción de los festivales de cine de Donostia y la Quincena Musical a un póster de protesta contra el TAV, pasando por la cultura, con la celebración de los 150 años de la muerte de Goethe, o la promoción del territorio a través de un cartel del mercado de Ordizia. Una de las piezas más sorprendentes es la decoración de unas jornadas de reflexión sobre Marx (Karl), a través de una serie de 36 retratos del filósofo que crean una especie de tablero de ajedrez con la cara del alemán, pero cuya última pieza es un espejo. Además de los carteles, las cubiertas de libros y las portadas de revista también están presentes en la exposición.

Etxe-ondotik también sirve para conocer al Ameztoy más íntimo. A través de sus cuadernos, en los que aparecen numeroso dibujos de Villabona y de Marruecos -"donde siempre pasaba temporadas", indicó su hija-, y de otros objetos personales, como sus gafas de sol, unos mecheros y una pipa el espectador podrá empaparse de la vida y obra de este imaginativo artista. Y no encontrará mejor entorno que el pueblo que supuso su remanso de creación.