JOSÉ Luis Álvarez Enparantza, Txillardegi, murió ayer después de toda una vida marcada por el euskera y la nación vasca, el motor y objetivo de su vida política, artística e intelectual desde que adquirió conciencia de su identidad en aquella Donostia "española y ultracatólica" del franquismo más temprano.
Hablar de Txillardegi es hacerlo de ETA, el euskera y de la moderna literatura vasca entre otras muchas cosas. Pero estos tres hitos jalonan una trayectoria que ha discurrido en paralelo a la historia contemporánea de Euskal Herria y en la que el ayer fallecido ha sido un actor principal. Txillardegi fue fundador de ETA y a él se le atribuye la creación de un acrónimo que a finales de los años 50 marcó la ruptura con el nacionalismo que encarnaba el PNV. Según relata él mismo en una entrevista que concedió a la revista Garaia en 1976 a su vuelta de su largo exilio (16 años) entre Francia y Bélgica, con el fin de clarificar la situación conflictiva que se estaba generando con el PNV "nuestra organización decidió autodenominarse ETA en 1959 y así se hizo saber, con toda oficialidad a José Antonio Agirre".
Antes, en 1948, Txillardegi entra en contacto con la actividad política de la mano de la organización estudiantil Euzko Ikasle Alkartasuna (EIA), militancia que le llevó a la prisión de Martutene dos años después. Tras salir de la cárcel, traba contacto con el PNV, pero tienen visiones distintas y su acercamiento al partido jeltzale se frustra. Pero poco después, en compañía de un pequeño grupo de estudiantes, comienza la gestación de lo que, poco años después, desemboca en ETA.
Estando en su exilio de Bélgica, en 1967, en la V Asamblea de ETA, Txillardegi junto con los compañeros con los que fundó la organización (Agirre, Benito del Valle e Imaz) deciden abandonarla en desacuerdo con su nueva orientación marxista-leninista. En una carta que escribió a Martin Ugalde, lo dice claramente: "ETA marxista leninista delako utzi dugu ETA. Guk ez dugu ez onartzen eta ez nahi marxismo-leninismoa. Ez gara komunistak".
A la muerte de Franco y de vuelta del exilio formó el partido político de corte abertzale y socialista ESB. Con él se presentó a las primeras elecciones democráticas. El experimento no cuajó, pero como representante de él participó en la Mesa de Alsasua que desembocó en Herri Batasuna. Fue miembro de su Mesa Nacional y llegó a salir senador a principios de los años noventa.
Convencido de la inutilidad de una estrategia militar que ETA reemprende tras la tregua de Lizarra ("haciendo tragar decrépitas estrellas rojas de cinco puntas a troche y moche, convocando huelgas sin el apoyo claro y explícito de los sindicatos abertzales, quemando cajeros automáticos porque sí, etcétera, etcétera, suponer que eso no parezca un hara-kiri político puro y simple, exige de todos nosotros una fe que sinceramente muchos ya no tenemos"), se aleja de la izquierda abertzale tradicional y participa de la fundación de Aralar, donde hace campaña y llega a participar en las elecciones municipales por la lista de Donostia. Con el tiempo, también se desencanta con Aralar y en estos últimos años regresa a la órbita de Batasuna.
Su autobiografía Euskal Herria helburu pretende ser la explicación de "cómo surgió y desarrollé mi conciencia euskaldun y patriota, y la aspiración de separarnos de Francia y España".
El euskera ha sido inseparable de su práctica y pensamiento políticos. "Euskararik gabe Euskal Herririk ez" defiende en la clandestinidad frente a visiones más resignadas ante el imparable declive del idioma en el asfixiante clima de la dictadura franquista. Txillardegi no fue euskaldun de nacimiento y lo aprendió mientras realizaba estudios de Ingeniería Industrial en Bilbao. En París cursa la licenciatura de Lingüística y con el tiempo desarrolla muchas investigaciones en el campo de la sociolíngúistica del euskera. Participó en el proceso de creación del euskara batua. Sin embargo, no logró ser miembro numerario de Euskaltzaindia. Por dos veces fue rechazada su candidatura y él mismo rehusó una tercera nominación, siempre rodeado de una gran polvareda política.
A Txillardegi se le reconoce la paternidad de la literatura moderna en euskera. Leturiaren egunkari ezkutua, publicada en 1957, supone el nacimiento de la nueva novela. Ha escrito otras cinco novelas más (Peru leartzako, Elsa Sheelen, Haizeaz Bestaldetik, Exkixu y Putzu), además de publicaciones relacionadas con la lingüística y otros temas.