Se acaba el Giro y es momento de mirar a la travesía de 21 días y reflexionar sobre lo que hemos visto en la carrera italiana. Me da la impresión de que este Giro no lo ha ganado el más fuerte, pero sí el más inteligente y el que mejor ha estado dirigido. Simon Yates lo hizo de cine en Finestre. Allí perdió el Giro de 2018 y en la misma montaña se lo ganó. El suyo fue un movimiento arriesgado, pero un puerto así ayuda a que cosas de este tipo sucedan y puedan salir bien. Firmaron una etapa de libro y se han llevado el premio. El Visma sale reforzado del Giro. Era un equipo con dudas, pero cierran la carrera italiana con el rosa de Yates, dos etapas de Kooij, la última en Roma a modo de guinda del pastel, y con una versión muy mejorada de Van Aert, vencedor de otra etapa, y capital su influencia para la victoria final de Simon Yates. Han corrido como un equipo en todo momento. Se la jugaron a una carta y les salió genial. Fueron ellos los que provocaron la oportunidad para triunfar. Sin Roglic y Ayuso, caídos, Del Toro y Carapaz, que acompañaron en el podio al inglés, creo que eran más fuertes, pero en el caso del mexicano, creo que el Giro se le fue desde la dirección de equipo. Para mí, esa fue la diferencia. En cuanto a la actuación de los vascos, una pena el accidente de Mikel Landa. No tiene suerte. A partir de ahí, creo que el trabajo de ellos ha sido más que digno. Pello Bilbao ha buscado una victoria de etapa, pero creo que no estaba en su prime y, aunque ha leído muy bien las etapas, no le ha llegado con eso. Jon Barrenetxea está aprendiendo y ha mostrado buenas cosas. Creo que tiene una victoria de etapa en una grande. Lo mismo que Igor Arrieta. Lo han intentado también Azparren y Lastra, pero no han podido. Castroviejo ha trabajado mucho para Bernal. Cuando no se puede ganar tocan otras tareas y eso también hay que subrayarlo. Para acabar, soberbio el Giro de Mads Pedersen.

El autor es director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk.