La Lieja-Bastogne-Lieja puso fin a las clásicas de primavera. Ahora entramos en otro ciclismo, el de las grandes vueltas por etapas, el Giro de Italia, el Tour de Francia. Y, como aperitivo, pruebas por etapas de una semana, muy prestigiosas en la historia de este deporte, como el Tour de Romandía, que ya ha comenzado a disputarse. Son pruebas donde se dan citan tanto los que aspiran a la victoria, como los que la usan para la última puesta a punto antes del gran objetivo, en este caso el Giro. Después de la carrera italiana, antes del Tour, y con esas mismas características de la prueba de Romandía, vendrán la Vuelta a Suiza y el Dauphiné Liberé. Es otro ciclismo, y la manera de disfrutarlo también es otra; si hiciéramos una analogía con el mundo del fútbol, las clásicas serían el torneo de Copa, y las vueltas equivaldrían a la Liga. En las primeras, las emociones son más intensas, y se ciñen a un solo partido, una sola carrera; mientras que en las segundas, primando el valor de la regularidad, se valora más el equilibrio. 

Pogacar, que falló en la Amstel, cerró con brillantez el tríptico de las Ardenas, llevándose la Lieja, rematando una abrumadora muestra de dominio de su equipo, el UAE. No es que este equipo, es decir, los Emiratos Árabes Unidos, vaya a ser una semilla de futuros ciclistas árabes, y menos aún de corredoras, aunque también tenga una potente escuadra femenina profesional. Ya sabemos que no se trata de eso, sino de lavar la imagen de un país que se caracteriza por no respetar los derechos humanos de sus ciudadanos, de sus mujeres. La misma misión que tiene el equipo de Israel. Y, a tenor de los éxitos deportivos del UAE y de Pogacar, seguro que consiguen su objetivo, normalizar su presencia como la de un país normal. El UAE comienza a parecerse, en casi todo, al US Postal de Armstrong, con su apabullante hegemonía. O al Sky de Froome. Tienen potencial económico para fichar los mejores corredores, promesas o ya forjados, para proteger al astro esloveno. Y además son capaces de transformarlos, consiguiendo incluso que todos los veteranos que fichan mejoren sus prestaciones. 

Falta de equipo fuerte

Es lo que me parece que le falta a Remco Evenepoel, un equipo fuerte a su lado, del nivel del Visma de Vingegaard, o del UAE. Como se vio en Lieja, donde a pesar de que el belga no tuviera las mejores piernas, sus compañeros desaparecieron de la vanguardia en el momento decisivo, no posicionándole bien en la subida a La Redoute, donde se fue Pogacar, sentado, sin ponerse de pie. Le dejaron solo desde allí hasta meta. Cuando, con alguna colaboración, podrían haber peleado para cazar al esloveno, pues sólo sacaba diez segundos en la cima de La Redoute. No obstante, por lo visto en las Ardenas, por cómo venció en la Flecha Brabanzona, y por cómo cazó desde atrás a Pogacar, en la Amstel, pienso que Evenepoel es un serio candidato al Tour. Tendrá, además, la rabia y las ganas que sobrevienen tras un infortunio como el suyo. La mente es determinante en el ciclismo de elite, y ése en un factor clave para el poder del esloveno. Roque de la Cruz, que militó con él en el UAE, contaba una anécdota que muestra cómo es Pogacar. En un entrenamiento conjunto, Pogacar le propuso un sprint hasta una señal de la carretera. Una carrerita dentro del entrenamiento, un juego, como hacíamos todos los chavales en el barrio, todos los ciclistas, infantiles, cadetes, juveniles. Roque aceptó. Demarraron y Roque le ganó a Pogacar en la señal. Desde ese momento, Pogacar no paraba de pedirle a Roque la revancha, en ese entrenamiento y en todos los posteriores. Por supuesto, Roque no aceptó nunca más el reto, así se quedó su honor con una victoria sobre Pogacar y éste enfadado. Otro no habría propuesto más retos por el miedo a volver a perder, y hubiera intentado que aquello se olvidara y quedara como un desliz sin más. Pogacar es de los que tras una derrota buscan de nuevo otro combate donde enmendarla, de los que si se caen se levantan. 

Fin de la guerra

Cualquiera que siga a Remco en las redes sociales, habrá comprobado la insistencia con la que ha reclamado el fin de la agresión de Israel sobre Palestina, el fin de su guerra genocida en Gaza. No es habitual que un deportista de primer nivel muestre un compromiso tan claro con una causa. Lo celebro. Cuando regresó a la competición dijo que, tras el grave accidente, había estado en el fondo, que había dudado incluso de si volvería a ser ciclista. Y que le ayudó mucho su mujer, Oumi, de origen marroquí, y rezar con ella. Más allá de los asuntos particulares sobre las creencias religiosas, si le han acercado a pedir la paz para Gaza, bienvenidas sean. Remco, junto con los triunfos del UAE, han teñido con colores árabes la primavera de las clásicas. 

Fui de los que se vio atrapado ayer en un tren en medio de la nada. Lo detuvo el apagón. Mientras aguardaba allí, más de doce horas, para algún tipo de rescate, me di cuenta de que en el kit de supervivencia que nos habían recomendado, faltaba una cosa básica, la bicicleta.