Atemorizados en los despachos del Movistar ante la posibilidad real de un descenso del WorldTour, Gorka Izagirre dejó el Tour de Francia a falta de un día, el de la recompensa de la fiesta de llegada a París, para competir este lunes en la Clásica de Ordizia y tratar de extraer algunos puntos que contribuyan a mantener al Movistar en la máxima categoría del ciclismo mundial.

Ese mandamiento, el de cosechar puntos en cualquier granero que antes se despreciaba, es la máxima de los equipos involucrados en esa pelea por la supervivencia. Todo vale. Nada se desecha. Cualquier migaja es una manjar cuando uno está hambriento. No es tiempo de exquisiteces.

TRIUNFO REPARADOR

Con el Tour torcido, el alivio al Movistar llegó desde el Tour de Valonia, una carrera menor, semi clandestina que comparte fechas con el Tour, la competición que todo lo fagocita. Nada crece a su paso. Todo lo sombrea. Desde ese espacio recóndito, Oier Lazkano celebró una victoria estupenda para el futuro de su equipo.

Fue el segundo triunfo del gasteiztarra en el profesionalismo. Magnífico rodador, Lazkano, de estreno en el Movistar, leyó a la perfección la etapa para ganar a lo grande. Lazkano se insertó de salida en la fuga que atravesó un recorrido duro, con siete cotas y atacó en el momento preciso desde el grupo de los favoritos para alcanzar la meta en solitario. La felicidad de Lazkano dio un bocanada de oxígeno al futuro del Movistar.