Donostia. De tanto agarrarse al coche del HTC-Highroad para evitar el cierre de control durante la ascensión al Etna algo que no evitaron dos velocistas como Robbie McEwen y Graeme Brown muy posiblemente a Mark Cavendish se le estiraron los brazos, pero también afinó lo suficiente su musculatura para, en las dos primeras oportunidades que ha tenido, también las dos últimas de este Giro, alzar esas extremidades alargadas tanto como para tocar el cielo por segunda vez en tres días. En un sprint reducido a siete ciclistas fruto del fuerte ritmo de la formación norteamericana y a una caída en las últimas curvas que cortó el grupo, el manés superó ayer en Rávena a dos italianos, el joven Davide Appollonio y el veterano Alessandro Petacchi, quien ya venció en el mismo escenario en 2005.

Tras descorchar ayer su enorme potencia, Cav, al igual que Petacchi y su lanzador Hondo, no será de la partida en la etapa de hoy, en la que el pelotón comenzará a adentrarse "en el infierno", como calificó Alberto Contador los tres tappones que se afrontan entre hoy en los Alpes austriacos, mañana y el domingo ya en los Dolomitas. Cavendish, que mañana cumple 26 años, prefiere columpiarse desde el firmamento. Lo ha hecho en dos de las cuatro llegadas masivas de esta edición. Las otras dos fueron para Petacchi en Parma y Fran Ventoso en Fiuggi Terme. No habrá más. "A diferencia del Tour, en el que en las etapas llanas se acaba en volata, en el Giro es muy difícil vincere, porque casi siempre hay algo que complica el final", lamentó el de La Spezia, que hoy deja la maglia rossa de la regularidad.

Solo Highroad tiró del pelotón Cavendish remató el descomunal trabajo de su equipo. No le quedó otra a la escuadra norteamericana, pues Saxo Bank hizo lo que ya anticipó la víspera Alberto Contador. No iban a tirar ni un metro durante la etapa, y lo cumplieron a rajatabla. Ni se inmutaron cuando, apenas recorridos cinco kilómetros, atacaron Davide Ricci (Farnese), Stefan Clement (Rabobank), Michal Golas (Vacansoleil) y Miguel Mínguez, que cazaba otra fuga para Euskaltel-Euskadi, tras la protagonizada el martes por Pierre Cazaux. En solo quince kilómetros, el cuarteto acumuló cuatro minutos de ventaja, y saltaron las alarmas del Highroad, que de inmediato cogió la caña, recogió pronto el sedal hasta los dos minutos, y pescó a los escapados a once kilómetros de Rávena, donde aún dispuso de cebo suficiente para el anzuelo de Cavendish: Pinotti, Bak, Rasmussen y Renshaw lo bordaron en los cinco kilómetros finales, y Cav dio el callo en los útimos doscientos metros de la via Roma, donde Petacchi trató de sorprenderle, pero si el británico subió hasta el Etna fue porque desde ahí arriba quedaba menos para tocar el cielo.