Hendaia. En la salida de Irun, muchos directores eran conscientes de que la llegada a Hendaia era la gran oportunidad de sus equipos para arañar una etapa a la Vuelta al Bidasoa, que desde hoy en Jaizkibel se convertirá en un coto exclusivo para un puñado de ciclistas, los escasos favoritos al triunfo final, y el resto necesitará aliarse con la suerte y las circunstancias de carrera para filtrarse en ese selecto grupo que escoja la montaña. Dos de esos técnicos sin un pata negra en sus filas eran Iñigo Leache (Azysa-Conor) y Jon Odriozola (Bidelan-Kirolgi). "Nuestro día es hoy con Albert Torres, a ver si podemos liarla con él", suspiraba el navarro por su flamante campeón estatal. El oñatiarra, siempre apasionado y con una fe ciega en sus hombres, también lanzaba su apuesta: "Apunta hoy el nombre de Carlos Iscar". No anduvieron lejos de colmar sus deseos, pues el vallisoletano y el balear ganaron el sprint del pelotón. Pero un ruso, con todo lo que ello conlleva -valentía, dureza y descomunal potencia-, se les adelantó en cinco segundos en la meta.
Evgeny Shalunov, 19 años, ganador este año de dos pruebas de la Copa de España (GP Macario y Memorial Valenciaga, tras un recital desde Meagas) y de las metas volantes en la Vuelta a Asturias de profesionales que acabó el lunes, es el primer líder de la ronda bidasoarra y el tercer ruso que vence en el Boulevard Txingudi tras Evgeny Sokolov en 2006 y Sergey Shilov el pasado año, que luego ganaría la Vuelta. En 2007, también el italiano Salvatore Mancuso venció en Hendaia y la general final. Shalunov, que arrancó camino de ventas de Irun, a 11 kilómetros de meta, podría ser el siguiente: "Estoy en forma. Voy bien en el plano y en la montaña -como demostró en Ixua durante el Valenciaga- e intentaremos ganar la Vuelta". Desde luego, Lokomotiv tiene varios ganadores potenciales de la prueba; otra cosa es el recorrido que aún les quede en el ciclismo, conocidos los espartanos métodos de trabajo del director del equipo, Alexander Kuznetsov, que en su día ya tuvo bajo su yugo a Viatcheslav Ekimov o Evgeny Berzin, quien acabó renegando de la disciplina de la entonces Leningrado.
Con su victoria, Shalunov premió la combatividad del Lokomotiv, que mantuvo un fuego cruzado con Caja Rural y Extremadura-Spiuk. Los tres bloques más potentes de la ronda lideraron una lucha sin cuartel que elevó la velocidad media a 44,652 km/h, un ritmo que acaba por imposibilitar cualquier salida del pelotón.
Desde salida, los ataques fueron interminables, pero ninguno fructificaba más allá de los 15 segundos. El más sólido surgió en la bajada a Orio (km. 76), cuando saltaron nueve: Elorza (Bidelan), Ershov y Shalunov (Lokomotiv); Valdespino y Rubén Fernández (Caja Rural), Velasco y Óscar Hernández (Guerola), Ardaiz (Naturgas) y Theuns (Abutriek).
Camino de Aginaga se les unirían otros 17, para formar un grupo de 26 con representación de todos los equipos salvo Belca y Froiz, y el entendimiento no fue excesivo. Los gallegos y Bidelan enjugaron la renta máxima de 50 segundos, y en Ventas de Astigarraga llegó la caza pero no la ralentización. Se volaba.
En plena estampida, Shalunov saltó entre Gurutze y ventas de Irun, a 11 km. de meta. Caja Rural tiró por detrás pero no pudo con él, pese a que nunca superó los 15 segundos de renta. Incluso, dos compañeros del ruso entraron en el kilómetro final al frente del pelotón, pero Shalunov resistió junto al Cantábrico. Aventajó en 5 segundos a 67 ciclistas, 14 de ellos vascos, incluidos Imanol Iza (5º) y Mikel Elorza (8º). En ese grupo estaban los gallos, aunque Baqué perdió a sus argentinos: Mastrangelo abandonó y Pereyra cedió 4:26.
Como tantos otros ciclistas de Rusia, Shalunov procede de la pista al haberse formado en la escuela de San Petersburgo, su ciudad natal. Cumple su primera campaña sub'23, tras acumular un gran palmarés como junior: doble campeón europeo de persecución individual y una vez de olímpica, ganador de la Carrera de la Paz junior en Chequia...
En Ixua ya demostró su valía. Hoy defenderá su amarillo en el otro gran coloso guipuzcoano, Jaizkibel.
