Recibo la noticia del fallecimiento de Miguel. La verdad es que ya estaba un poco preocupado, en esta época de tanto preguntar si este o aquel seguía bien, echaba en falta no encontrármelo en sus largos paseos por la ciudad. Fue un teórico renovador de la arquitectura vasca. Estuvo al frente de numerosas iniciativas culturales. Colaboró en las iniciales Gestoras pro Amnistía (1976-79). Dedicó muchos años a su actividad docente. Intervino activamente en la creación de la escuela donostiarra de Arquitectura, incluso diseñó el edificio (1992). No lo traté como arquitecto. Al contrario, en el aspecto cultural, y en el político, coincidimos. En aquellos años, en los que era complicado y peligroso conseguir un local para reunirnos, Miguel nos llegó a prestar su oficina de arquitectura. También lo recuerdo de aquellas reuniones en un establecimiento que nos dejaba un famoso diseñador con algunos de los miembros de Ez Dok Amairu (hacia 1966/72), donde estábamos los que creíamos que podíamos aportar algo al movimiento cultural vasco, por supuesto Miguel en primera línea. Laboa, Arce, escritores, editores, y un largo etcétera. De allí y de otros lugares similares irían surgiendo los movimientos culturales a favor de la libertad. Más tarde (hacia 1977) volvimos a coincidir en Euskadiko Ezkerra, él apoyando nuestra candidatura. Estos pequeños apuntes son para destacar lo importante. Desde aquellos años, hasta poco antes de su fallecimiento, nunca dejó de pararse para que intercambiásemos comentarios o disfrutásemos , yo por lo menos, con su conversación. Siempre hay vivencias que hacen durar las amistades. A partir de ahora, a mis paseos les faltará algo.
