Gerente durante décadas del Bidasoa, José Antonio Errazquin (Irun, 1946), vive el día a día en el sector 7 de Artaleku, al lado de un asiento para siempre vacío, el que ocupaba su jefe y amigo Beñardo García. Hace 30 años, sin embargo, Errazquin andaba lejos de este asiento: su lugar era la pista, para que todo saliera perfecto.

Este martes se cumplen 30 años de la Copa de Europa. ¿Qué le viene a la mente?

Que fue un logro histórico y muy grande para un club de una población no muy importante, y posiblemente la culminación de un proyecto de muchos años desde que Juantxo Villarreal cogió el equipo con Beñardo García como presidente.

Las finales eran a ida y vuelta, y a ustedes les tocó jugar la cita decisiva en una Croacia en guerra. ¿Cómo se organiza ese viaje?

Contratamos un vuelo chárter y volamos dos días antes del partido. Teníamos la costumbre llegar a la ciudad con al menos un día de margen porque a Juantxo le gustaba entrenar en el pabellón en el que se iba a jugar el partido. Así conocía las orientaciones, o hablaba con los porteros sobre posibles destellos de luz que les pudieran molestar en alguna de las mitades del encuentro partido. Que nada escapara de nuestro control.

"Croacia estaba en medio de un conflicto bélico y la Policía tuvo que acompañar a nuestro autobús hasta el hotel porque teníamos en la plantilla a Nenad Perunicic, que era serbio"

¿Qué fue lo más complicado?

El ambiente que nos encontramos. Croacia estaba en medio de un conflicto bélico y la Policía tuvo que acompañar a nuestro autobús hasta el hotel porque teníamos en la plantilla a Nenad Perunicic, que era serbio, y a Ivan Sopalovic como segundo entrenador. El problema era serio, y el día de la final lo pudimos comprobar cuando el equipo saltó a la pista y las 12.000 personas que había allí gritaban “muerte al serbio”. El ambiente era muy hostil, y la tangana del final donde volaron unos mil asientos es la mejor prueba. De hecho, el delegado federativo nos ofreció recoger el título en el vestuario, pero Beñardo se negó: el trofeo se ganó en la pista y se daría en la pista, tras esperar lo que hubiera que esperar.

¿Al comienzo de temporada creía que el Bidasoa podría ganar la Copa de Europa?

Realmente no, pero veníamos de haber ganado al FC Barcelona en alguna ocasión y teníamos la experiencia de ganar en Artaleku a equipos como el THW Kiel. De hecho, nos sobró el último partido de la fase de grupos, porque si no recuerdo mal los alemanes habían perdido en Praga. Siempre piensas en ganar la Copa de Europa, pero también estábamos en la pelea por ganar la Liga. El equipo se tuvo que mentalizar muy bien para afrontar las dos competiciones. A veces cuando consigues un título crees que ya has conseguido un logro importante y te relajas incluso sin querer, pero después de ganar la Liga el 9 de abril, no había tiempo y teníamos que estar preparados para conseguir el segundo también. La única celebración entre los dos títulos fue una cena.

"La renta era importante"

¿En qué momento piensa ‘lo podemos conseguir’?

Quizá cuando terminó el partido de Irun, pero hay que recordar que al descanso fuimos empatados. De todas maneras, la Copa de Europa era muy complicada y todavía quedaba el partido de vuelta fuera de casa. Yo personalmente pensaba que podíamos lograrlo, porque la renta era importante.

El entrenador de Elgorriaga Bidasoa, Juantxo Villarreal, en el partido de la final de la Copa de Europa en Zagreb Archivo de Irun

A aquel abril del ‘95 Badel Zagreb llegaba de ganar las Champions de 1992 y 1993. Ganarles de 10 en la ida pudo sorprender.

Así es, pero vinieron a Irun y se dio lo que se dio. En el descanso nos conformábamos con ganar el partido, y acabamos ganándolo de 10. Había cierta preocupación para la vuelta, pero al Bidasoa era muy difícil hacerle daño con la defensa y la portería que tenía, salvo que el juego entrase en una fase de correcalles. Juantxo no lo permitió.

¿Le pasó por la mente el partido de vuelta de la final de la Recopa contra el Milbertshofen en Ausburgo?

Sí. Había un precedente sobre la mesa, con esa vuelta pese al 20-15 de Irun, y esa temporada nos cruzamos como delegado federativo del penúltimo partido antes de la final, el que jugamos en Kiel, con Herbert Jeglic, uno de los árbitros de aquel partido...

¿Ya en Zagreb, cómo veía la expedición?

Creo que Juantxo los tenía dominados a todos, y ellos también controlaron muy bien la situación, que no fue fácil. Al llegar allí el autobús del equipo fue escoltado y fue ahí donde notamos un poco más de seguridad. En el campo… Todo el mundo vio lo que ocurrió. Volaron miles de sillas, y el papel de Beñardo García fue fundamental. Su valentía hizo que el Bidasoa recibiera el título de campeón en la pista y no en el vestuario.

Viendo el resultado de la final desde fuera, la sensación es de que la dominaron por completo.

Dominamos partido y medio, porque en el primer tiempo de Irun nos dieron mucha guerra. Lo que pasa es que después de jugar las visiones cambian. Lo que parece imposible puede parecer fácil y lo que se creía fácil, podía resultar difícil. Si nos hubiesen dicho que ganaríamos de tres el partido de casa, nos hubiéramos conformado, pero llegó el momento y ganamos de 10. Eso nos dio una relativa tranquilidad y en Zagreb conseguimos jugar la final repartiendo minutos entre los jugadores con menos protagonismo.

"En casa nos fuimos dando cuenta"

¿Eran conscientes de la magnitud del logro?

Bueno, fuimos a Zagreb a ganar el título y lo conseguimos. En la expedición había políticos importantes, una euforia muy grande… pero en ese momento no piensas que has conseguido ser campeón de Europa. La sensación del momento era similar a cuando ganamos la segunda Liga o la Copa en León (1996). Una vez en casa, te vas dando cuenta, y ver Irun lleno de gente fue muy emocionante.

¿Cómo recuerda la vuelta de Zagreb?

Recuerdo el alboroto del avión con cánticos y celebraciones, y también seriedad al salir, por ejemplo. Había que organizarlo todo bien para que las escaleras las bajasen Beñardo y Juantxo con el título. Había que organizar muchas pequeñas cosas, y en la llegada a Irun también.

¿Le impresionó ver la plaza San Juan hasta arriba de gente?

Por supuesto. Fue un momento histórico que nunca voy a olvidar. El recibimiento, que lo organizó en gran parte Beñardo, fue perfecto. Él se encargó de que el equipo llegase a cierta hora a Irun para que todos los aficionados estuvieran allí. Antes comimos en Getaria. Luego paramos en Jaizubia a tomar algo, nos subimos al autobús y la entrada en la plaza San Juan fue triunfal.

El Bidasoa fue el primer club vasco en proclamarse campeón de Europa.

Exacto, pero en ese momento tampoco éramos conscientes ni mirábamos logros anteriores. Sabíamos que eramos campeones de Europa y nos dedicamos a celebrarlo.

"Pusimos Irun en el mapa de mucha gente"

Con perspectiva de 30 años, ¿qué supuso el título?

A nivel de Liga ya se había conseguido el título anteriormente. El Teka lo ganó el año anterior y el FC Barcelona también en varias ocasiones. Luego vinieron el San Antonio y el Ciudad Real. Ahora, en cambio, no estamos en la misma situación, y de los cinco equipos campeones de Europa, solo siguen vivos el FC Barcelona y el Bidasoa. A nivel de ciudad, pusimos Irun en el mapa de mucha gente, y de hecho en aquella época en las competiciones europeas se reconocían los equipos por sus ciudades.

"A nivel de ciudad, pusimos Irun en el mapa de mucha gente, y de hecho en aquella época en las competiciones europeas se reconocían los equipos por sus ciudades"

Y 30 años después, la ida de los cuartos de final de la EHFEL se juega en un día tan especial. ¿Cómo ve la eliminatoria?

Complicada, aunque creo que el Bidasoa ha hecho mejor temporada europea de lo que esperaba. Se ha enfrentado a equipos más potentes en lo económico y que probablemente lo eran en lo deportivo como el Limoges o el Benfica, y ha conseguido ganar. La Final a Cuatro es otro salto de nivel más y será difícil conseguirlo. Ojalá, porque es muy ilusionante.

"El nuevo pabellón es necesario"

Usted vivió en 1987 el paso de Uranzu a Artaleku, que se empieza a acostumbrar a colgar el cartel de ‘no hay entradas’. ¿Necesita el Bidasoa un nuevo pabellón?

La ilusión es muy grande entre la afición y cada vez más jóvenes van al pabellón, porque encima en casa el equipo siempre ofrece una buena cara, algo que la historia del Bidasoa no siempre ha ocurrido, claro. De aquellas, la prensa de Madrid decía que cuando subiéramos a Artaleku, el troncobalonmano del frontón terminaría y que el equipo caería. ¡El mismo año que nos mudamos ganamos la primera Liga! El nuevo pabellón es necesario, y creo que se hará, pero la cuestión es cuándo. No tener un pabellón más grande limita al Bidasoa, también en Europa. Lo vemos con los abonos de la Copa del Rey. Es una necesidad real e inmediata, en la que insistiremos lo que haga falta.