El balonmano volvió a dejar el domingo una historia asombrosa en la historia del deporte. Con la final de la Champions detenida mientras atendían a un periodista polaco del infarto que sufrió, los entrenadores del Magdeburgo y el Kielce dialogaron para no reanudar el choque que se saldaría con victoria germana. El alemán, Bennet Wiegert, propuso que la Copa fuera para el club polaco, algo que el técnico Talant Dujshebaev aceptó a medias: el partido terminaba ahí solo si no había campeones y quedaban como finalistas.

El Kielce ganaba por dos (20-22), pero la dinámica empezaba a ser favorable al conjunto alemán, que había comenzado a anular las ventajas polacas (19-22 en el minuto 45) y terminaría llevándose el gato al agua en la prórroga (30-29). La televisión enfoca a ambos entrenadores departiendo junto a la mesa arbitral en presencia de los colegiados. ¿Qué ocurre?

Minutos antes, el revuelo sobrevino a la tribuna de prensa. En el propio plano de televisión se observa a periodistas pidiendo a la mesa arbitral que detuviera el choque mientras una persona vuela al banquillo más próximo, el del Kielce, a pedir ayuda médica. La cuidadosa realización televisiva en ningún momento mostró qué sucedía (como pasó 24 horas antes con la lesión que sufrió la estrella del Magdeburgo Gísli Kristjánsson, que estuvo varios minutos tendido en la pista), por lo que era difícil saber qué ocurría a ciencia cierta hasta que la megafonía explicó a los asistentes.

Tras despejar la zona para que las asistencias pudieran trabajar lo mejor posible, el periodista polaco fue trasladado al interior del pabellón por un pasillo de telas negras que levantaron para preservar su intimidad. Fue en esos momentos, que se prolongaron durante 15 minutos, cuando se observa a los entrenadores dialogar. Ha sido este lunes cuando un periodista polaco ha dado cuenta de la oferta de Wiegert y la contrapropuesta de Dujshebaev.

La EHF optó por esperar a las atenciones sanitarias, que en la propia sala se prolongaron unos quince minutos hasta que el periodista polaco pudo ser llevado a las dependencias interiores del Lanxess Arena, donde continuó siendo tratado. Unos 20 minutos después del choque se anunció su fallecimiento.

La muerte de Pawel Kotwica supuso una conmoción tanto en Colonia, sede de la final, como entre los seguidores del balonmano y, muy en especial, el equipo que cubría en el medio Echo Dnia, el Kielce. Club en el que el bidasotarra Julen Aginagalde fue leyenda (no obstante, en el mismo escenario de Colonia marcó el penalti decisivo en la muerte súbita que dio su única Champions al Kielce), como el propio Kotwica dejó escrito en redes sociales.

“Recuerdo lo feliz que estabas, Julen Aginagalde, cuando fichaste por el Kielce y te lo enseñé. Lo he usado desde 1994, y todavía lo utilizo algo. Eskerrik asko, @CDBidasoaIrun”, publicó en noviembre de 2019, con el agradecimiento en euskera, cuando Aginagalde anunció su salida de Polonia y su regreso a casa.

Una simpatía del periodista polaco por el Bidasoa que se remonta a la época de Elgorriaga, cuando ambos equipos cruzaron sus caminos en la Champions que ganó el club vasco. Fue en noviembre de 1994, cuando el equipo entrenado por Juantxo Villarreal venció a domicilio a un Jskra Ceresit Kielce (23-26) e hizo lo propio una semana después en Irun (30-19). Era el acceso a la liguilla de semifinales, que Elgorriaga Bidasoa terminó como primero de grupo, al igual que Badel Zagreb.