El Bidasoa-Irun disputará este sábado, en Lisboa, su partido número 100 en competiciones europeas. Lo hará 32 años después del estreno, que tuvo lugar en 1987 en Gagny, al noreste de París. Si hay algo que une el actual Bidasoa con aquel es la ilusión. Entonces, la del debutante. Ahora, la del retorno a Europa doce años después de su anterior aparición en 2007. “La sensación es parecida. En ese Bidasoa habíamos jugado en Europa otro del equipo y yo, como ha pasado este año”, comenta un integrante de ese Bidasoa que debutó en Europa, Mario Hernández, un histórico del club guipuzcoano. El exjugador califica de “muy bonitos” aquellos años de primeras apariciones en Europa y los recuerda, en una divertida charla, junto con Javier Sesma, expresidente, e Igor Gómez, un aficionado de los fieles, que entonces ni había nacido pero que se enganchó muy pronto al balonmano y que estará en Lisboa, con otros 250 que celebrarán el centenario junto con su equipo. Porque esa ilusión se traslada a los seguidores bidasotarras. El actual Bidasoa “engancha”.

“No éramos conscientes de estar haciendo historia, estábamos con esa ilusión de jugar por primera vez en Europa y así todo se hace más fácil. Ni siquiera pensábamos que el año anterior íbamos a ganar la Liga”, recuerda Javier Sesma, entonces miembro de la junta gestora que llevaba el club. “Te metes en la Copa de Europa y todo es nuevo”, añade Mario Hernández, que había regresado al Bidasoa procedente del Calpisa de Alicante. El exjugador recuerda perfectamente ese debut: “Fue en Gagny. Metí cuatro goles. Luego jugamos contra un equipo belga, el Neerpelt, y después contra el Gdansk de Polonia, donde jugaba entonces Wenta. Teníamos buen equipo; si no, no hubiéramos pasado esas tres eliminatorias”. “Para esa temporada los fichajes estrella fueron Mario y Xabier Mikel Errekondo. Son tiempos muy bonitos de recordar, lo pasábamos bien”, añade Sesma, que fue presidente de 1999 a 2003 y sigue muy vinculado a la actualidad del club a sus 78 años.

Pasar esas tres rondas permitió al Bidasoa meterse en semifinales, donde le esperaba el potente Tusem Essen alemán en uno de los momentos más recordados en el periplo europeo del club irundarra. “El Tusem Essen... nos hizo ver la realidad de la Copa de Europa”, empieza diciendo Mario Hernández. El Bidasoa encajó allí un 22-7, un marcador poco habitual en un partido marcado por el arbitraje. “Es que en la primera parte íbamos 11-2. Al final quedamos 22-7. Aquí en la vuelta les ganamos de cinco, así que no había tanta diferencia. Allí el ambiente era difícil, los árbitros pasaban de todo... nos dieron palos por todos lados, tres o cuatro del equipo acabaron sangrando”, comenta Mario Hernández: “Es que en 30 minutos metimos dos goles. Increíble. El que metíamos nos lo anulaban y los que no, los paraba el portero. El Tusem tenía un equipazo. Nosotros teníamos también un buen equipo, pero éramos más pipiolos”.

Igor Gómez, Mario Hernández y Javier Sesma posan en el exterior de Artaleku N.R.

De Augsburgo a Zagreb

Cuatro años después, la final de la Recopa de 1991 superó, por negativa, aquella experiencia ante el Tusem Essen. Difícil olvidar el nombre Milbertshofen para cualquier aficionado del Bidasoa, o por cualquiera que haya tenido una vinculación con el club. Mario Hernández ya había dejado el balonmano, pero seguía vinculado al deporte gracias a los medios de comunicación: “Yo era entonces comentarista de Televisión Española y estábamos allí retransmitiendo”. El Bidasoa llegaba con cinco goles de renta a la localidad germana gracias al 20-15 conseguido en la ida en Artaleku. Allí encajó un 24-16 difícil de asumir. “Tengo el vídeo en casa. Fue un robo”, dice el exjugador poniendo voz al sentimiento bidasotarra.

Su impotencia desde la zona de prensa era total. “Los árbitros eran yugoslavos y se retiraban aquel año”, dice, para añadir una reveladora conversación que tuvo tras el choque: “Con ellos jugaba un sueco que había estado conmigo en Málaga y cuando acabó el partido nos saludamos. Me dijo: Este partido no lo hubierais ganado nunca, los árbitros llevan tres días en Alemania y les han regalado de todo”.

Tanto Javier como Mario hablan del “peaje” continental que todo equipo debe pasar. “Al principio los árbitros no te respetan, luego ya sí”, dice el expresidente: “Después del robo en Alemania, dirigentes de la Federación Europea lo reconocieron. Tarde, pero lo reconocieron”. “En competición europea hay que pagar un peaje, y el Bidasoa en aquella época lo pagó, y ahora no. Cuando ha vuelto a Europa ya tenía un nombre y una historia”, añade el exjugador.

Mucho más agradable es 1995, imborrable para el Bidasoa porque aquel año se proclamó campeón de la Copa de Europa. Muchos niños se aficionaron al balonmano y al equipo de color amarillo entonces. Uno de ellos fue Igor Gómez, que escucha con atención el relato de Mario y Javier. “Mis primeros recuerdos son de cuando ganamos la Copa de Europa. Antes, en el parvulario, la profesora nos hacía cantar canciones de ánimo al Bidasoa, pero tengo ese recuerdo de la Copa de Europa, de las tarjetas firmadas por los jugadores...”.

“En el 95 ya nos pusieron unos árbitros como Dios manda”, asegura Javier Sesma. “Aquello fue el momento culminante del club. Lo de Zagreb también fue inolvidable. Los aficionados locales tirando los asientos y nosotros estábamos en una esquina del pabellón protegidos por guardias de seguridad. Los jugadores tardaron más de media hora en recibir la copa. Llevábamos de aquí una ventaja importante (diez goles) y el equipo estaba tranquilo”. Mario Hernández define como un “equipazo” aquel Bidasoa: “Kisselev, Perunicic, Svensson de portero... palabras mayores”.

Halagos a Cuétara

Casi 25 años después reverdecer laureles es inviable en el balonmano de hoy en día, pero el Bidasoa vuelve a codearse con los grandes. “Este equipo engancha”, reconocen los tres. “Los aficionados estamos disfrutando. Si nos preguntas hace tres años, te diríamos que nos valía con estar en la Asobal”, dice Igor Gómez, que hoy mismo se va con unos amigos a Lisboa: “Queríamos hacer algún viaje por Europa. Solemos ir a Logroño, Pamplona... Que sea el partido 100 del club en Europa ayuda”.

También que el equipo de Cuétara haya sumado los seis puntos posibles hasta ahora y que esté protagonizando un espectacular inicio de temporada. Precisamente el técnico asturiano se lleva buena parte de los halagos. “Se han hecho bien las cosas, empezando por el entrenador”, comenta Javier. Mario, que sigue la actualidad del balonmano, asegura que “el Bidasoa es un equipo, ninguno destaca. Es que no hay suplentes. El entrenador ha sido un acierto total. Ha implantado una metodología de trabajo a la que todo el mundo se ha adaptado. No depende de uno o dos jugadores, todos aportan. El entrenador rota, pero rota bien”.

El exjugador salió feliz de Artaleku el miércoles: “El Bidasoa iba con bajas, yo creía que ganaba el Cuenca, pero la segunda parte fue un festival. Hemos pasado momentos de tantos apuros en la B (segunda división) que entonces ni pensábamos en Europa, sino en no bajar una categoría más”.

Los tres confían en que el Bidasoa pase de ronda. “Yo creo que se va a meter”, asegura Mario Hernández, que ve opciones de ganar en Lisboa: “El Sporting es muy buen equipo, parecido al Cuenca por su forma de jugar, pero el Bidasoa está bien. Sería bonito que viniera a Artaleku un PSG, un Kielce o un Veszprem, igual en Artaleku lo pasan mal”. Igor coincide: “Estaría bien ver al PSG o al Kielce... sería difícil, pero seguro que el equipo lo lucharía”.