- Los flujos migratorios en el Mediterráneo oriental, durante años el foco de la crisis de refugiados, se han reducido notablemente este año dando un respiro a Grecia que, sin embargo, mantiene en la isla de Lesbos a casi 8.000 personas en un campo provisional sin protección para afrontar la llegada del frío.

Dos meses después del incendio que acabó con el campo de Moria, los refugiados de Lesbos esperan la llegada del invierno en carpas de Acnur, mal acondicionadas y sin calefacción.

El Gobierno del conservador Kyriakos Mitsotakis ha prometido que en breve acondicionará el campo para la llegada del invierno, pero de momento no hay preparativos de ningún tipo.

El objetivo del Gobierno es crear nuevas estructuras cerradas y más pequeñas en las cinco islas que sirven de puerta de entrada a Europa (Lesbos, Samos, Quíos, Leros y Kos), pero el proyecto se ha ido dilatando ante la resistencia de las comunidades locales que no quieren ningún campo en sus territorios.

En Samos, Kos y Leros ya han comenzado las obras y, según ha explicado el ministro de Migración, Notis Mitarakis, las comunidades locales en estas islas ya han aceptado tener centro de acogida cerrado y organizado. Los tres campos en cuestión serán financiados íntegramente por la Comisión Europea que ya ha aprobado el desembolso de 120 millones de euros para su construcción.

La meta final del Ejecutivo es que la estancia en estos campamentos solo sean una etapa breve. Para ello se ha propuesto acelerar las devoluciones, la tramitación de las solicitudes de asilo y los traslados a la parte continental de Grecia.

El Gobierno conservador griego atribuye este retroceso a una gestión encaminada a dejar de ser un país atractivo para la inmigración. Para ello basa su política migratoria en reforzar las fronteras, acelerar el procedimiento de asilo para incrementar las devoluciones y reducir el periodo de las ayudas estatales para los que han recibido el estatus de refugiado.