La directora de Igualdad de la Diputación Foral de Gipuzkoa, Miren Elgarresta, observa con preocupación el verano después de las agresiones sexuales ocurridas en las primeras citas festivas pospandemia en Tolosa y Beasain. De nada sirve la preocupación sin actitud proactiva, de ahí que tanto la Diputación como los ayuntamientos del territorio estén desarrollando un trabajo conjunto en materia de prevención, atención a las víctimas y respuesta pública. De todo ello habla con NOTICIAS DE GIPUZKOA.

Un verano que preocupa y más viendo lo ocurrido en las primeras citas festivas.

-Existe esa preocupación pero no es nueva, todos los años se ha mirado al verano de una manera especial. Tenemos que entender que la violencia machista tiene diferentes formas, y una es la que se da en el ámbito festivo, más concretamente en el verano, cuando se concentran la mayoría de las fiestas patronales. Este año hay que añadir un nuevo factor: que se haya recuperado el espacio público tras dos años de restricciones. Ocurrió en febrero y de forma inmediata. En los carnavales de Tolosa nos encontramos con una agresión sexual. En ese momento decidimos que teníamos que hacer una reflexión, pensar qué nos íbamos a encontrar de cara al verano.

¿Cuál ha sido el resultado de ese trabajo de reflexión?

-En años anteriores hemos avanzado en articular espacios de trabajo con los ayuntamientos, también con los más pequeños, para ver cómo abordar las agresiones sexistas. En esta ocasión teníamos que hacerlo de forma especial. Se ha entendido que hay que realizar un trabajo coordinado, conjunto, porque el abordaje de la violencia machista, o es coordinado y sistémico, o difícilmente pueden darse pasos positivos. Más allá de la dotación de herramientas o del desarrollo de acciones puntuales, veíamos la necesidad de hacer un proceso de análisis sobre qué tipo de violencias son a las que debemos enfrentarnos en los ámbitos festivos. Teníamos que hacer una lectura sobre las conductas que se desarrollan en estos ámbitos, cómo se producen transgresiones lúdicas aceptadas y normalizadas, cómo hacer entender la importancia de no aceptar esas transgresiones, que significa que no se puede permitir ningún tipo de agresión sexual, desde la más pequeña a la más grave. Había que evaluar también los recursos disponibles para abordar todo esto.

¿En qué se traduce?

-Tenemos que plantear una mirada integral a este tipo de violencia tomando en cuenta tres elementos: la prevención, cómo anticiparnos, qué elementos tenemos que trabajar antes del periodo festivo; la atención en el caso de que se produzca una agresión sexual, y la respuesta pública que se va a dar. Hemos profundizado en un elemento clave en los tres ámbitos, los criterios a aplicar para trabajar en coordinación Diputación y ayuntamientos.

¿De qué manera se puede incidir en el aspecto de la prevención?

-El trabajo preventivo se debe realizar en el período anterior a las fiestas, en el proceso de organización de las mismas. Es entonces cuando debemos trabajar de forma estructural, sobre todo con las personas que se encargan de esa organización y también con aquellas que en periodo festivo trabajan en la atención pública, para ver cómo tienen que actuar. Hay muchos elementos en los que se puede incidir, como la comunicación, la información, herramientas, sensibilización... Si pensamos hacer campañas de sensibilización hay que desarrollar mensajes a todos los niveles: a los chicos, las familias y mensajes de índole comunitario.

¿Cuál sería la finalidad de estas campañas?

-La propia comunidad debe desarrollar una cultura de no aceptación de las agresiones sexistas en el ámbito festivo, puede actuar como muro de contención para evitar estas agresiones. Pero para eso hay que trabajar de forma intensa en el periodo anterior a las fiestas.

¿Se colabora también con los colectivos que organizan las distintas propuestas en fiestas?

-Las actuaciones en el ámbito municipal son competencia de los ayuntamientos. Las herramientas de las que disponemos están pensadas para dotarles de las claves básicas a tomar en cuenta en el proceso de organización de las fiestas con una visión de género. Hay que evaluar qué es lo que ocurre en las fiestas. Siempre ha habido agresiones sexistas, porque la violencia machista es un problema estructural y hay que actuar de forma estructural. Por eso, cada Ayuntamiento, en el proceso de organización de las fiestas, debe ponerse en contacto con los agentes que directamente tienen responsabilidad en el proceso organizativo, para que ante cualquier agresión haya un espacio habilitado e identificado donde la víctima pueda sentirse segura. Es un momento de shock y tiene que ser atendida por personas formadas que le puedan dar una asistencia de calidad.

Parece inexplicable que haya que estar incidiendo en el mensaje de tolerancia cero.

-Sí, pero debemos entender que todavía hay una cultura de la violación, de la violencia en todas las sociedades y tenemos que generar las condiciones para que la propia ciudadanía no pase por alto muchas agresiones sexistas que solemos definir como de baja intensidad. En la cadena de la violencia el micromachismo es el primer eslabón. Si dejamos pasar por alto estas agresiones generamos esa cultura en nuestra sociedad. Hay que frenarlo. Solemos interpretar además que el alcohol y las drogas pueden ser las causas de estas agresiones, y no lo son. Estas sustancias pueden desinhibir conductas pero no son el origen de las mismas.

Se lanzan mensajes diferentes dirigidos a chicas y chicos sobre el disfrute de las fiestas.

-Tenemos que analizar el control que se exige a las mujeres y no así a los hombres, que pueden practicar ciertas transgresiones en ese espacio festivo. Parece que se les permite traspasar esos límites, algo que no está bien visto en las mujeres: que pierdan el control, estén bebidas... En nuestra cultura se les transmite un mensaje de ten cuidado que si no puedes ser víctima de..., cuando lo que no puede nunca quedar impune son las agresiones y los hombres que agreden.

Incluso desde casa llega ese mensaje.

-Sí. Nos cuesta modificar el mensaje que escuchan los dos. El chico sabe lo que le han dicho a la chica, porque lo ha escuchado. Al chico se le dice que no beba mucho pero no se le ponen, normalmente, horarios tan estrictos de llegada ni se le dice lo que le puede ocurrir si se comporta de una forma determinada, si hace tal o cual cosa. A eso se le llama la cultura de la violencia o de la violación. Una chica cuando sale de fiesta sale con el pensamiento de cuidarse para que no le pase nada y salimos al espacio festivo con esa idea, más que con la de divertirnos. No tengo por qué tener miedo. Tenemos que generar las condiciones adecuadas para que en los espacios festivos las mujeres no tengan miedo y generar las condiciones más adecuadas para la atención si se da una agresión.

¿Qué medidas concretas se pueden tomar para garantizar espacios festivos más seguros?

-En el proceso que ha tenido lugar estos dos últimos meses, trabajando a nivel político pero sobre todo con el personal técnico de los ayuntamientos, se han compartido las experiencias que se están poniendo en marcha. Y es importante conocerlas porque pueden ser válidas en cualquier municipio. Es muy importante tener una comunicación clara incluso en la elaboración de los programas festivos, destacando dónde se ubican los puntos en los que se van a atender las agresiones sexistas y cuáles son los números de teléfono a los que acudir, información que no solo tiene que estar visible en el programa sino también en el espacio urbano. Los agentes que trabajan en hostelería o txosnas tienen que tener estrategias sobre cómo responder ante una agresión. Por ejemplo, se pueden encender las luces de todos los bares para poner en evidencia la agresión que ocurre y atender a la víctima, bajar la música con el mismo fin de alertar de lo ocurrido... Existen muchas estrategias y en este proceso se han trabajado sobre estas para que cada municipio las elabore con los agentes que intervienen en las fiestas.

¿Qué papel juegan la vigilancia y la acción policial?

-Los dispositivos de seguridad tienen un papel fundamental. Tienen ya protocolos y están muy bien preparados para dar una respuesta óptima cuando son la puerta de la entrada de la víctima. Es muy importante atender a la víctima en sus primeras necesidades, tener una escucha activa, facilitarle toda la información disponible para abordar la agresión que sea, desde un servicio de urgencia al de información sobre a dónde recurrir para acceder a los distintos recursos disponibles. Sobre todo es muy importante tener una actitud de escucha, de no juzgar las conductas de la mujer. La labor desde los servicios de asistencia es la de acompañamiento e información. Las mujeres no deben ser atendidas de forma paternalista, sino disponer de toda la información existente para la toma de decisiones, que no tienen por qué adoptarse en ese momento, porque el shock es un primer obstáculo para la toma inmediata de decisiones.

Han subrayado la importancia de dar credibilidad a las víctimas. ¿Es que cuesta dársela?

-Todavía se pone mucho en cuestión el relato de la víctima. Lo que hemos aprendido es a diferenciar dos cuestiones. Una cosa es la vivencia que ha tenido esa mujer y otra cómo la narra. Es importante dotarnos de profesionales a la hora de la atención. Culturalmente al hombre se le permite tener conductas no habituales en el espacio festivo, mientras que a la mujer se le cuestiona la conducta que ha tenido y que ha podido ser el factor desencadenante de esa agresión, de tal manera que el peso de la culpa recae en ella. En muchas sentencias se está viendo. Nuestra labor social es de acompañamiento. Una mujer que ha sufrido una agresión no puede tener como primera atención el juicio de la persona que le atiende. Nos corresponde acompañar y tener los mejores dispositivos de atención, después ya se encargarán otras personas de juzgar la existencia o no existencia. Para nada tenemos que hablar de presunta violación. Si hay una denuncia, si hay una solicitud de ayuda por una agresión, hay una agresión. Será presunta la persona señalada por agresor.

¿Cómo se llega a la población más joven?

-En materia de sensibilización es muy importante hacer llegar mensajes a los chicos, a las familias y a las comunidades. Es habitual considerar que la causa, en los colectivos más jóvenes, se halla en el excesivo uso de las redes sociales, de Internet. Eso facilita, da más accesibilidad a cierta información. Pero tenemos que considerar qué mensajes damos a la gente más joven. Por ejemplo, a los chicos no se les dice ven para las ocho a casa, a las chicas sí se les dice que vengan para una hora, que no vayan con cierta ropa, que tengan cuidado con la bebida. Se hace una diferenciación y hay que dar mensajes más coherentes, no segregados. En el ámbito festivo las mujeres tienen derecho a disfrutar y pasarlo bien igual que los chicos. Esa diferenciación propicia que algunas conductas puedan quedar en cierta manera impunes y hay que lograr que no sea así. Tiene que quedar claro que no son aceptadas por el conjunto de la sociedad.

¿Cuál debe ser el papel de la sociedad?

-No aceptar para nada conductas sexistas que consideramos banales y que son el caldo de cultivo básico para que en un momento dado se dé un agresión más grave. Todas las acciones de sensibilización que se impulsen desde Diputación o los ayuntamientos deben contribuir a generar una mayor conciencia de la no aceptación de las agresiones en el ámbito festivo.

Si desgraciadamente ocurre una agresión, ¿cómo se articula la respuesta pública?

-Es importante no precipitarnos a la hora de dar una respuesta pública. Tenemos que escuchar el interés de la víctima respecto a esa respuesta pública. Existe cierta tendencia al automatismo y creo que es muy importante asegurarnos primero de que la víctima está recibiendo la atención adecuada en todos los sentidos. A la hora de articular una respuesta pública, hay que buscar una coordinación, no solo entre las instituciones, sino también con las asociaciones, el movimiento feminista etc, con el fin de responder de forma consensuada.

Atención escrupulosa, siempre.

-Es muy importante que cuando se da una agresión funcione la cadena de atención. Existen muchos recursos, muchos dispositivos, pero a veces tendemos a actuar desde nuestro ámbito de trabajo. Pero es fundamental que no falle la cadena de atención a nivel foral, municipal, de sanidad... Solo así la mujer víctima encontrará el espacio idóneo que dé respuesta a sus necesidades.

Por ejemplo, es muy importante que la mujer víctima no tenga que andar repitiendo su relato.

-Eso es muy duro, pero desde las políticas sociales ya se lleva tiempo trabajando para que se pueda generar un único relato y que este pueda ser escuchado en el mismo momento por los distintos agentes que intervienen en la atención. Así se pretende evitar la repetición constante de la vivencia.