El lugar donde una persona habla de sus problemas de salud mental problemas de salud mentalpuede ser muy terapéutico. No es lo mismo hacerlo en uno de tantos recursos oficiales, sobre los que pesa el estigma, a hacerlo en un espacio comunitario, como puede ser la universidad. El cambio es radical: contribuye a la normalización de la enfermedad. Ayuda a dejar de sentirse un bicho raro.

Se barajó por todo ello como posible escenario Tabakalera. También se contempló algún que otro centro cultural. La idea era convertir ese espacio en el lugar donde llevar a cabo una suerte de terapia grupal. Finalmente fue la Universidad de Deusto la que, por compromiso social, abrió sus puertas. La novedosa experiencia comenzó con ocho jóvenes con problemas de salud mental que no han faltado a su cita cada semana desde noviembre.

En vez de ir a un centro sanitario, compartían sus experiencias vitales en la institución académica, a la que también acudían sus familiares quincenalmente. Diana Subijana es, en buena medida, la artífice de esta exitosa prueba piloto que se ha presentado este jueves en el campus donostiarra de Deusto.

Subijana aúna en su persona una doble vertiente crucial en el proyecto. Desde su experiencia profesional, se encarga de supervisar equipos del tercer sector a través de Zuekinn, un proyecto emprendedor en Innogune, centro de empresas de la Universidad de Deusto. Es decir, conoce bien las urgencias sociales y las necesidades de las personas.

"LOS FAMILIARES NECESITAMOS VERBALIZAR"

A su faceta laboral se une su experiencia como madre. Su hija es una adolescente con problemas de salud mental. Su diagnóstico: depresión grave con brote psicótico y ansiedad. Tiene por ello dificultades sociales y pensamientos y actos suicidas. “Mi hija necesitaba un espacio de acompañamiento, y yo también. Los familiares necesitamos verbalizar, ser comprendidos y orientados en un espacio libre de juicios”, señala a este periódico.

Fue de este modo como entró en contacto con Agifes, la Asociación guipuzcoana de Familiares y Personas con Problemas de Salud Mental. Conoció entonces a la psicóloga Nekane Azuabarrena, que es otra de las artícifes de este prueba piloto. La iniciativa nació en un contexto muy concreto. Fue algo así como un tsunami que reventó en medio de la pandemia.

Así lo recuerda Azuabarrena. Pronto se vio que afloraba una realidad compleja. Las personas jóvenes de entre 18 y 24 años han sido quienes han sufrido un mayor impacto psicológico a causa de la pandemia, según señala un informe sobre salud mental presentado esta semana en el Parlamento Vasco.

ATENCIÓN AL SUICIDIO

Cuatro de cada diez ha llorado por esta situación, el 30% ha tenido ataques de ansiedad o pánico, y un 44% ha sentido miedo a que pueda morir un familiar. El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), en el que están representadas las comunidades autónomas y el Ministerio de Sanidad, aprobó el miércoles el Plan de Acción de Salud Mental 2022-2024, que dispondrá de una partida de 100 millones de euros.

La primera acción recogida en el plan ha sido la puesta en marcha del teléfono de atención al suicidio 024, que se activó el martes. De acuerdo con los datos facilitados, solo ese día en torno a 1.000 personas tuvieron atención directa durante aproximadamente 25-30 minutos, y algunas de ellas fueron derivadas al teléfono 112 que gestionan las comunidades autónomas. Desde el primer día de funcionamiento se ha puesto en evidencia la necesidad e importancia de este recurso.

Una realidad que bien conoce Agifes, que durante la pandemia vio la necesidad de habilitar recursos más allá del programa Zeuk Aukeratu con el que venía trabajando, orientado a prevenir y sensibilizar en problemas de salud mental “A partir de ese momento, entre cuadros de ansiedad e intentos de suicidio, nos planteamos que, además de la prevención, hacía falta un programa de acompañamiento”, detalla Azuabarrena.

Y es entonces cuando surge el proyecto que ha brindado la oportunidad a ocho jóvenes de entre 16 y 30 para que compartan experiencias vitales, con la universidad como telón de fondo, como contribución a la normalización de la patología mental. El resultado ha sido tan positivo, que hace una semana comenzó la terapia un segundo grupo de jóvenes. Y la experiencia no solo ha quedado ahí.

Durante cuatro sesiones también han hecho partícipes del proyecto al alumnado de Trabajo Social. La hija de Subijana ha relatado en primera persona cómo convive con su patología. “No es lo mismo plantear un marco teórico sobre la salud mental a que una persona te narre su experiencia vital. Es necesario que el alumnado reflexione sobre esta realidad, porque ellos y ellas son los familiares y acompañantes del futuro”, indica Subijana, convencida de la necesidad de “tomarse un respiro y parar” en esta sociedad de lo inmediato.