En Donostia no llueve siempre, ni mucho menos. Este puente del Pilar los visitantes que han llegado a la ciudad han disfrutado de unas jornadas de otoño soleadas y frescas, casi a la carta.

Y muchos de estos visitantes, así lo han transmitido a este periódico los responsables de distintos establecimientos hoteleros y hosteleros de la ciudad, han aprovechado para conocer Gipuzkoa, desde la costa al interior, atraídos no solo por su gastronomía sino también por su arquitectura y su riqueza natural.

Hay otro aspecto sobre el que coinciden todos los profesionales consultados, las reservas, sobre todo en los hoteles, se están cerrando "a última hora".

"Todavía se nota que la gente no acaba de creerse que la situación ha cambiado y hasta el último momento no se confirman las reservas", apuntaba ayer María Agirre, del departamento comercial del hotel Catalonia Donosti.

"Hemos estado a tope, sobre todo el sábado a la noche, aunque también el resto de los días hemos tenido una ocupación muy alta", apuntó.

Observando que la tendencia de los clientes es cerrar las reservas a última hora, Agirre no se atreve a vaticinar cuál será la ocupación en el puente de noviembre.

"De momento es difícil decirlo, pero viendo cómo ha ido este último es muy posible que se llene", añadió.

Pese a que el turismo estatal tiene gran protagonismo en estas salidas de largos fines de semana, en el Catalonia Donosti los visitantes franceses han tenido una importante presencia.

La tendencia observada en este establecimiento hotelero es la que se ha constatado en Villa Katalina. "Hemos estado a tope", subrayaron desde este hotel donostiarra.

También en este establecimiento de reciente apertura la llegada de visitantes franceses ha sido reseñable. Franceses y turistas del Estado, principalmente catalanes y madrileños, han sido los encargados de que los hoteles, hostales y pensiones donostiarras hayan podido saldar el puente con resultados positivos.

"Las reservas han sido de última hora y en algunos casos quienes habían reservado dos noches al llegar aquí han decidido prolongar su estancia", subrayaron. "Cara al siguiente puente, de momento, la cosa está flojita, pero creemos que volverá a repetirse el patrón de este fin de semana y que se llenará", incidieron desde Villa Katalina.

En este establecimiento también han registrado visitantes "de paso", que han aprovechado estos días para hacer un recorrido con distintos destinos.

Si los hoteles están satisfechos con este primer puente tras la eliminación de la mayor parte de las restricciones obligadas por el covid, no lo están menos los restaurantes.

Ander Esarte, titular del popular restaurante Txuleta de la plaza de la Trinidad de la Parte Vieja donostiarra, repitió la definición estrella de este puente. "Hemos estado a tope, sobre todo el sábado. Las comidas, lleno todos los días. El domingo por la noche fue algo más flojo, pero bien", destacó.

"Además de nuestra clientela de siempre este puente ha venido gente de Madrid, Barcelona y Navarra, que es lo habitual", explicó.

"Que hayan acabado las restricciones y limitaciones de aforo se ha notado, claro. Pero a mí me da mucha alegría poder ver que se vuelve a consumir en la barra. ¡Que no nos lo vuelvan a quitar!", abundó Esarte.

También el Astelena que lidera Ander González ha funcionado, como el resto de los consultados, "a tope". En este conocido restaurante donostiarra el grueso de la clientela es local. "Nosotros ya teníamos las reservas cerradas con la gente de aquí. Es verdad que por la noche, los huecos que han quedado se han llenado con turismo estatal, principalmente procedente de Madrid".

Para González, el principal cambio ha llegado de la mano con la caída de la limitación del número de comensales por mesa. "En el Astelena se hacen muchas comidas familiares. Tenemos reservados especiales para ello, y la verdad es que poder organizar mesas de diez y más ha sido un alivio", concluyó González.

La percepción de que el turismo ha regresado por todo lo alto a Gipuzkoa se confirma de una forma muy sencilla, paseando por las calles de los municipios más turísticos.

Con el sol como aliado, caminar ayer por el paseo de La Concha, por ejemplo, era una tarea complicada y más mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros, la que se establece para no tener que llevar mascarilla. Esa impresión se confirmaba al llegar al Boulevard, donde desde primera hora se acumularon colas en la Oficina de Turismo.