ueríamos pasar el día haciendo algo diferente”. Javier Ojangure es un turista zaragozano, padre de una de las dos familias que aprovecharon ayer su viaje a Donostia para navegar en el velero Beti Aitze.

A bordo de la embarcación de doce metros de eslora, ambas familias, que han decidido venir juntas de vacaciones, pasaron el día en el mar surcando las millas que separan el puerto de Donostia del de Getaria en uno de los pocos días que el sol decidió salir.

A medida que avanza el verano se constata el aumento de un fenómeno que va en alza en los últimos años y que con la pandemia no ha hecho más que aumentar: el alquiler de embarcaciones de recreo.

Se trata de una de las actividades que más ha aumentado a raíz del covid, y de la que cada vez más vascos disfrutan de ella.

Durante este verano la demanda para realizar una de las actividades que ofrecen las empresas dedicadas al alquiler de este tipo de embarcaciones ha crecido de manera significativa, sobre todo entre la población local. Tal y como cuenta una de las socias fundadoras de Navegavela, Iratxe Elso, “hemos vuelto a lo que era antes”. “Cuando empezamos casi todos nuestros clientes eran locales, y aunque los años anteriores al covid recibimos mucho turista internacional, a raíz de la pandemia hemos vuelto a recibir clientes estatales y sobre todo locales”, explica Elso.

“En ciertos sectores la crisis generada por el covid ha puesto en valor las actividades que se realizan en la naturaleza, como ha sido nuestro caso”, explica el fundador y patrón de Ostarte Sailing, Edgar de Pedro, otra de las empresas donostiarras dedicadas a ofrecer experiencias en sus barcos. Porque, aunque la pandemia ha acabado con muchas empresas, a otras ha ayudado a reflotar tras el confinamiento que se vivió.

Y aunque la demanda internacional el año pasado fue casi nula, y este año no ha vuelto a lo que era antes del covid, Elso destaca que han vuelto a recibir “sobre todo a franceses y alemanes”. En cuanto a peticiones se refiere, los vascos han preferido optar por los alquileres de barcos sin patrón, mientras que los clientes internacionales escogen mayormente con patrón, explica Elso, concretamente actividades de navegación de medio día o día completo hasta localidades costeras como Pasaia o Getaria. En el caso de la empresa Ostarte Sailing, cogiendo la opción de navegar tres horas se puede llegar únicamente a Getaria, mientras que reservando ocho horas se puede ir hasta la localidad costera y volver al puerto donostiarra.

Para los más aventureros algunas empresas ofrecen la posibilidad de reservar una de las embarcaciones durante varios días o incluso una semana. Es otra manera de conocer las diferentes localidades vascas tanto desde mar como desde tierra.

Se trata de actividades con encanto que cada día van ganando adeptos, sobre todo para celebrar fiestas de cumpleaños, despedidas de solteros o hasta peticiones de matrimonios. Y aunque existe la creencia de que este tipo de actividades resultan caras, Edgar de Pedro explica que “hay que tener en cuenta que se alquila el barco, por lo que para las familias o las cuadrillas sale a muy buen precio”.

En el caso de los diez miembros que componen las dos familias zaragozanas, cuatro adultos y seis niños, escogieron partir del puerto donostiarra a las 10.00 horas en la compañía de un patrón, para dirigirse a Getaria, donde poder darse un chapuzón, disfrutar de las vistas del emblemático Ratón de Getaria, y degustar la gastronomía de la localidad, para volver al puerto a las 19.00 horas.

Un día completo que aprovecharon ambas familias, pero sobre todo los más pequeños, siendo su primera vez navegando en vela. Y aunque los padres si que habían disfrutado de esta experiencia anteriormente, se trataba de la primera vez que la realizan en Donostia.

La socia de Navegavela subraya que han crecido “de una manera impresionante” las solicitudes de licencias de navegación, un título que no requiere examen y que permite dirigir barcos de hasta seis metros de eslora sin limitación de motor y alejarse dos millas de costa. “Muchísimas personas se han sacado este título para poder alquilar embarcaciones de recreo durante sus vacaciones”, explica Elso. Al final, irse al Mediterráneo y poder alquilar un barco para descubrir calas o playas escondidas resulta atractivo.

Además de crecer la demanda en este tipo de actividades, también ha aumentado el tipo de público. Tal y como explican desde Ostarte Sailing, “vienen familias, gente mayor, o cuadrillas, pero si hablamos de edades sobre todo vienen personas de entre 40 y 50 años”.

Estamos viviendo un verano en el que las condiciones meteorológicas han afectado de manera significativa a este sector, ya que ejerce gran influencia sobre la mar, lugar de trabajo de estas empresas. A pesar de la ola de calor que se ha vivido en gran parte del Estado, Euskadi ha sido la excepción, tanto que el mes pasado fue el julio con menos horas de sol desde 1997.

Según cuenta el fundador de Ostarte Sailing, han llegado a tener que cancelar alguna salida debido a la mala mar. Por su parte, Iratxe Elso explica que “al no haber llovido se han conseguido sacar adelante”, aunque debido al mal tiempo no ha tenido tanta demanda la actividad Atardecer a bordo. Al final, que el buen tiempo no acabe de cuajar durante este verano, no resulta un impedimento para disfrutar navegando.

Mientras poco a poco se va volviendo a lo que era antes del covid, muchos vascos prefieren descubrir el mar que baña las costas de su comunidad, acompañados de la familia o de la cuadrilla, y disfrutando de un verano singular.

Las solicitudes de licencias de navegación para alquilar embarcaciones en vacaciones han crecido de una manera “impresionante”