- Imagínese que le llega una carta, una invitación: ha sido usted seleccionado para participar en un proceso de participación ciudadana. No buscan de usted que sea un experto, ni siquiera que tenga una opinión asentada sobre ello. Es más, su valor quizá es que está limpio. Empoderar e implicar a la sociedad civil en la toma de decisiones es la clave. La esencia del nuevo Arantzazu.

Arantzazulab es un laboratorio de innovación social que activará, como uno de sus primeros proyectos de calado, un proceso de participación ciudadana, de “dos o tres años” de duración, sobre cambio climático. Sus participantes, junto con expertos en la materia y otros agentes sociales que les guiarán, serán seleccionados aleatoriamente entre la población general. Será el primer proceso participativo aleatorio que se pone en marcha en Euskal Herria y se hará alrededor del cambio climático.

A menudo las personas que participan en los procesos de participación son “siempre la misma gente”, explica la directora de Arantzazulab, Naiara Goia. Personas con un grado de implicación alto, que “están o muy a favor o muy en contra” y tienen posturas muy definidas sobre lo que se debate. ¿Pero qué pasa con el resto?, con la mayoría. Incorporarla a la agenda pública es el desafío.

Arantzazulab se presenta públicamente el próximo día 25 y lo hará con una amplia representación institucional y el apoyo de la Diputación de Gipuzkoa, el Ayuntamiento de Oñati y las universidades vasca UPV-EHU, Mondragon Unibertsitatea y Deusto, impulsoras de esta iniciativa.

Su objetivo es afrontar problemas complejos, soluciones que deben ser contrastadas, experimentadas y debatidas con la sociedad civil, antes de plasmarlas en una hoja de ruta, en políticas. Es un faro, una linterna que apunta al futuro, incierto.

Pero a la vez, es banco de pruebas y elemento dinamizador. Un lugar en el que se diseñarán e impulsarán iniciativas que respondan a los desafíos futuros de Gipuzkoa en materia de convivencia, bienestar, trabajo y cambio climático.

En un futuro próximo, tendremos que transformar, cambiar nuestra forma de vida, los valores socioculturales, las relaciones sociolaborales y nuestros hábitos de consumo y movilidad. Arantzazulab es una solución en clave vasca, “desde nuestros valores”, dicen sus promotores.

Ya existen laboratorios semejantes en EEUU, Australia, Singapur, los países escandinavos y otros a nivel europeo y mundial. Se han creado en los últimos años para dar respuesta a desafíos globales como la pobreza, la marginalidad, el desarrollo sostenible o las formas de gobernanza. Pero Arantzazulab será el nuestro.

Ya se han definido las primeras acciones. Se están diseñando procesos que se pueden desarrollar con diferentes ayuntamientos, que serán el puente hacia las experiencias piloto que se articularán. Municipios de diferentes tamaños con los que se firmarán acuerdos de colaboración para actuar como bancos de prueba para testar ideas y soluciones pensadas inicialmente.

Entidades como Eusko Ikaskun-tza, Lehendakari Agirre Center, Telesforo Monzon lab, Arantzazuko Adiskideak y otros serán compañeros de viaje en esta aventura y los procesos de participación podrán ser simples, para pequeñas decisiones, u otros que requieran la implicación de diferentes agentes y se podrían alargar “dos o tres años”, aquellos cuyas decisiones tengan realmente mucho peso en la agenda pública. Pero en todo caso, realizados con métodos innovadores.

“Hay evidencia de que en procesos de transición, en decisiones complejas, es necesaria la dimensión social. Es necesario que los ciudadanos se sientan implicados”, asegura Goia. Y lo que se busca es que esa participación está orientada hacia la experimentación, introducir nuevos elementos, nuevos enfoques, e incluso introducir criterios de evaluación continua sin esperar a terminar el proceso y poder reconducirlo.

Otra de las patas de este proyecto es la apertura al exterior, al extranjero, estar conectados con el mundo. Se han establecido lazos ya con institutos semejantes, como The Gobernance Lab, vinculado a la Universidad de Nueva York, y que profundiza en la relación entre la gobernanza y las nuevas tecnologías. También con Columbia University, en Nueva York, y con la OCDE, que ha creado una red para impulsar la creación de asambleas de ciudadanos, aleatoriamente, aplicando metodologías de innovación social, y nuevas dinámicas de participación.

Pero Aran-tzazulab asumirá también la reactivación socioeconómica de Aran-tzazu, que cuenta con el centro de congresos Gandiaga Topagununea, un albergue, dos hoteles, restauración y el increíble patrimonio artístico y arquitectónico alrededor de la basílica y su entorno natural.

Allí quedan apenas una veintena de frailes franciscanos de muy avanzada edad; hermanos de la congregación que lleva más de cinco siglos cuidando las instalaciones y que, como el resto de órdenes religiosas, sufre una erosión importante, sin relevo generacional. Lejos quedan los años de esplendor, cuando se contaban hasta 170 frailes que daban vida al santuario oñatiarra, en los años 60.

La gestión de todo ese patrimonio, “niños, personas, montañeros”, atraer público hacia una oferta integrada y amplia en la que caben desde excursiones a Urbia hasta visitas guiadas, congresos y estancias turísticas, corresponderá a partir de ahora también a Arantzazulab.

Se buscarán colaboraciones con diferentes municipios como banco de pruebas para testar iniciativas en sendos proyectos piloto