l cierre total de la hostelería y las limitaciones a la movilidad dejan menos opciones para el ocio. Pero, además, las nuevas medidas restrictivas para hacer deporte se dejaron notar también ayer en Gipuzkoa en la primera jornada de aplicación del último decreto contra el COVID-19 en la que el cielo gris se alió con el desánimo general. El oxígeno empezó a faltar en los pulmones y en los corazones.

El cambio normativo dejó muertas las zonas de bares de toda Gipuzkoa y alteró la personalidad de los sábados, que mantuvieron sus compras incluso con mayor intensidad en determinados sectores, pero no sus apertitivos, que no se pudieron celebrar.

Desde ayer, los corredores tenían que llevar mascarilla para practicar su deporte favorito al igual que los usuarios de las máquinas dentro de los polideportivos. Muchos aún lo desconocían y se encontraron con la novedad tras entrar en los complejos.

El palacio de hielo Txuri Urdin de Anoeta acogía en la mañana cierta actividad, aunque el uso de la mascarilla en la propia pista no era novedad para los habituales. "He venido para no quedarme en casa", explicaba un padre que había acudido a patinar con su hijo y que desconocía con qué se iba a encontrar en el interior. Otros, como Eduardo Villaverde, de 56 años y patinador veterano, se mostraba muy molesto con la mascarilla."Quieren matarnos en vida", se quejaba Villaverde, que añadía que respirar con mascarilla mientras se hace deporte es nocivo. "Me voy a desapuntar del gimnasio donde voy a hacer spinninng porque así no se puede", se lamentaba este patinador veterano.

Pero otros no opinaban igual. La también patinadora Joana, que acudía con su hijo Hodei, reconocía que la nueva prenda obligatoria es incómoda. "Pero es asumible, estoy contenta de poder venir", recalcaba la deportista, resignada a aceptar las restricciones para tratar de ahuyentar al coronavirus.

Y como, desde ayer, hacer deporte en grupo solo se permite entre convivientes, en las calles no se veían las clásicas cuadrillas de amantes del footing. Las personas solas y los grupos familiares se dejaban notar. David y su hija Nahia se dirigían a la piscina de Paco Yoldi para disfrutar de una mañana de sábado de provecho. Pero desconocían que, desde ayer, la mascarilla se tiene que llevar hasta el momento de entrar en el agua. "Están cerrando puertas y más puertas, si ya ni se puede duchar en los vestuarios y van a terminar cerrándolo todo", lamentaba el padre, un habitual de la natación. Mientras, Iñigo, de 38 años, salía sudando del polideportivo donde no se había podido duchar. "Esto es insufrible", exclamaba. Y tras cinco kilómetros de correr antes de entrar al polideportivo volvía a emprender la marcha rápida para no enfriarse con el sudor antes de llegar a casa.

Y tanto por Anoeta como por numerosos lugares que se pueblan de deportistas los fines de semana, muchos corredores daban sus zancadas con la nariz asomando sobre la mascarillas, o directamente sin ella. "Es que no es nada fácil", explicaba una mujer.

Los ciclistas también la llevaban y como decía Nacho Eizaguirre, encargado de llevar mercancías de en un triciclo, "como llevo la bici eléctrica no es tanto esfuerzo, pero sí se siente tener que llevarla".

"Ahora ya no te puedes ni duchar en el polideportivo; esto me está pareciendo insufrible"

Deportista

"Van cerrando cada vez más puertas, estrechándolo todo; al final van a cerrar los polideportivos"

Nadadores

"Respirar con mascarilla es nocivo, me voy

a desapuntar

del gimnasio porque nos van a matar en vida"

Patinador