ra la noticia más comentada ayer: el Gobierno Vasco obliga, 48 días después de iniciarse la desescalada y 25 días más tarde de decretarse el fin del estado de alarma, el uso obligatorio de la mascarilla en la vía pública, pese a cumplir con la distancia interpersonal.

Vistos los rebrotes que se han producido en Gipuzkoa en las últimas semanas, en general, la decisión adoptada por el Departamento vasco de Salud no sorprendió a nadie, y muchos incluso la aplaudieron, convencidos de que debía haberse ordenado antes.

"Lo que me parece mal es que hayan tardado tanto viendo cómo está la situación y que no se hayan movido antes", exclamó Mari Carmen Erice, que paseaba acompañada por su hijo Xabier. Cree que la gente se ha "relajado" y lamentó que "nos han dado la mano y hemos cogido el brazo".

Naroa hacía lo propio junto a su familia y también opinó que se trata de una decisión "lógica". En su caso, tratan de protegerse "siempre", aunque reconocen que es "un horror". "A ver si la gente se empieza a concienciar un poco, porque se ha relajado mucho, van muy a lo grande, ya se ve en las cuadrillas", exclamó.

Jon Lasa y Martin Fuentetaja son de esos jóvenes a los que en los últimos días se ha colocado en el punto de mira. "No es una cuestión de que nos escaqueamos, pero nos han vendido que todo va tan bien que ¿qué vamos a hacer?", reflexionaron estos dos amigos.

Consideran que las mascarillas tenían que haber sido obligatorias "desde el primer momento", aunque también reclaman que el resto de medidas de seguridad, como mantener la distancia interpersonal se cumplan.

Además, lamentan las contradicciones que existen. "Hemos estado de viaje y en casa hemos estado todos los amigos juntos, compartiendo cosas, pero luego en el coche, todos con mascarillas".

Daniel López y Jon Hernando, ambos con mascarilla, vigilaban a pleno sol a sus hijos jugando en el parque de Alderdi Eder. "Era necesario, al menos para igualar a todo el mundo y que no fuéramos solo unos pocos los que la lleváramos", afirmaron, aunque reconocieron que momentos puntuales, como "bajar a la playa" con la mascarilla "va a ser lo más duro".

Llegadas de Pamplona, Pilar Salazar y Estela Loza, se sorprendieron de las pocas mascarillas que se ven por la calle. "Aquí la gente está mucho más relajada y pasa bastante de todo", afirmó Salazar, mientras Loza se resignaba: "Da un poco de pereza, pero hay que usarla". Además, añadió: "A base de multas aprende la gente".

Eso sí, ninguna de las dos compartían la obligatoriedad cuando la distancia interpersonal está garantizada.

La nueva orden también va a cambiar la realidad de la hostelería, que si hasta ahora tenían que ejercer de policías, ahora tendrán que hacerlo más. "A ver cómo va. Por la noche se hace más complicado y es todo un poco más rollo. Colocamos los carteles informativos y si la persona no acata las normas tendrá que salir del bar, porque obviamente no se puede hacer lo que se quiera", alertó Carlos, encargado de la cervecería Garagar.

Una nueva realidad que entra en vigor hoy mismo y a la que no nos va a quedar más remedio que acostumbrarnos.

"Venimos de Pamplona y aquí la gente está mucho más relajada y pasa bastante de todo"

Turistas de Pamplona

"No es escaquearse, pero nos han vendido que todo iba tan bien... ¿Qué íbamos a hacer?"

Amigos

"Me parece mal que no se hayan movido antes. Nos han dado la mano y hemos cogido el brazo"

Madre e hijo

"Era necesario para que no fuéramos solo unos pocos los que la lleváramos"

Amigos

"Tratamos de ponernos la mascarilla siempre, aunque es un horror"

Tres generaciones de la misma familia

"A ver cómo va, pero si la persona no acata las normas, tendrá que salir del bar"

Encargado de la cervecería Garagar