n Internet nos enseñan a hacer mascarillas a partir de los restos de una camiseta de algodón. Un entretenimiento más en este encierro para los habilidosos que aprobaron las manualidades. No es mi caso. Más complicada es la fabricación que propone el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo a base de unos materiales plásticos denominados "tejidos no tejidos" (TNTs). Según la Wikipedia, se trata de "un tipo de textil producido al formar una red con fibras unidas por procedimientos mecánicos, térmicos o químicos, pero sin ser tejidas y sin que sea necesario convertir las fibras en hilo. Estos materiales textiles no se deshilachan. Por eso, son apreciados para la confección de prendas y accesorios de alto rendimiento". Un ejemplo de este material es el Scotch Brite. Otro, la parte aterciopelada del velcro, a base de una poliamida o nylon.

En el asunto de las mascarillas, los TNTs juegan un papel esencial en el filtrado del aire que respiramos. Dependiendo de lo más o menos tupidos que sean y de su espesor, pueden retener más o menos partículas (ya sean de contaminación atmosférica o de microorganismos). Por ejemplo, las mascarillas N95, homologadas en EEUU y por la OMS, se llaman así porque sus elementos filtrantes se quedan con más del 95% de las partículas en suspensión. Y algo similar pasa con las europeas FFP2. En las mascarillas quirúrgicas, que antes llevaban las turistas japonesas y ahora comenzamos a ver por aquí con profusión, esos porcentajes son algo inferiores.

El uso de la mascarilla no sustituye a las medidas de autoprotección más importantes: la distancia de seguridad y el lavado frecuente de las manos.

A finales de este mes, Bexen Medical, con sede en el barrio Zikuñaga de Hernani, pasará a ser el mayor fabricante de mascarillas del Estado. Si ya lo dijo el caudillo Abascal, los vascos somos así.

Y acordarse de Joaquín y Alberto del vertedero de Zaldibar y de comprar producto local.

Doctor en Veterinaria