l efecto Dunning-Kruger (DKE) se refiere a personas poco preparadas o poco conocedoras de una materia que se perciben a sí mismas como expertas tras informarse superficialmente. Estos días se han llenado redes y platós de epidemiólogos y virólogos de salón. Incluso opinan sobre los tratamientos. Unos recuerdan el que se utilizó frente al ébola, aquel bochorno de 2014. Otros, de retrovirales eficaces contra el sida, tratando de aprovechar los elementos comunes de los virus. Hay quien trabaja con una enzima conocida como furina, que parece actuar sobre la membrana del virus. Corticoides a tope, eso no falla. No olvidemos los beneficios de la vitamina D. Pero todo esto y mucho más ya lo saben los médicos y no debe trascender a los medios. Además, no hay enfermedades sino enfermos. Tampoco está demostrado, y es una lástima, que el resveratrol, presente en los vinos tintos que, al igual que el aloe vera sirve para todo, elimine el virus. Tesis que avalamos los aficionados al moñoño. Existen veinte equipos de investigación en varios países, uno de ellos, del Hospital de Cruces en red con otros centros.

Nadie se cuestiona lo que pagan por un futbolista, ni que se les dispense un trato fiscal especial. Sin embargo, no estamos sensibilizados para invertir en investigación. Una parte importante del tiempo de un investigador es para buscar financiación. Algunos consiguen financiación pública y el preboste se fotografía con bata y gafas protectoras en un laboratorio. Es un mundo difícil y, generalmente, incomprendido. No es bueno adelantar acontecimientos que podrían dar falsas esperanzas a los enfermos y sus familiares. Me gustaría acabar con aquello de "en el día de hoy, cautivo y desarmado el coronavirus, Osakidetza ha alcanzado sus últimos objetivos sanitarios. La cuarentena ha acabado", pero, de momento, no puede ser. Y acuérdese de comprar producto local.

Doctor en Veterinaria