- La Casa Blanca anunció ayer la convocatoria el 22 de abril de una cumbre internacional de líderes en la que Estados Unidos intentará dejar claro el cambio de rumbo de la Administración de Joe Biden en materia medioambiental, en un esfuerzo por separarse del modelo de su predecesor.

Biden firmó la vuelta de EEUU a los Acuerdos de París poco después de poner un pie en la Casa Blanca y tiene previsto promulgar nuevos decretos con los que “atajar la crisis climática”, tanto dentro como fuera de las fronteras norteamericanas, según un comunicado de su oficina.

Washington se ha fijado la cuestión medioambiental como un “elemento esencial de la política exterior y de la seguridad nacional” e incluso plantea “un significativo incremento de la ambición global” en la reducción de emisiones de gases contaminantes , con el objetivo de alejar un horizonte “peligroso” y “potencialmente catastrófico” para el planeta.

Biden creará una oficina dentro de la Casa Blanca y un grupo de trabajo para reforzar la visión del Gobierno federal sobre estos temas y quiere que todas las agencias desarrollen un plan para contener los posibles impactos del cambio climático, al tiempo que ha abogado por la adquisición de productos nacionales para reducir la huella de carbono.

La nueva Administración prevé replantearse la política energética, de tal forma que el país avance hacia energías más limpias -alude expresamente a instalaciones eólicas en el mar-, y avanzar hacia una economía que, en términos generales, sea más sostenible. Así, quiere apostar por nuevos empleos y por conservar y potenciar espacios naturales.

Entre las medidas concretas, se plantea eliminar los subsidios a combustibles fósiles y una pausa en la firma de nuevos contratos de explotación de yacimientos de petróleo y gas en terrenos federales, con el objetivo de ganar tiempo mientras se hace una “revisión rigurosa” de los actuales programas.

Biden quiere marcar distancias con su predecesor, Donald Trump, que abandonó los Acuerdos de París argumentando que cumplir sus objetivos lastraría el desarrollo de la economía estadounidense e impulsó políticas controvertidas en materia de desarrollo energético.

El fiscal federal interino para el Distrito de Columbia, Michael Sherwin, informó de la detención de 135 personas por el asalto al Capitolio, en Washington, el pasado 6 de enero, así como de la identificación de más de 400 sospechosos.

Sherwin aseguró que están haciendo todo lo posible para que la lista de implicados siga creciendo, la cual, dijo, lo está haciendo “por horas”, aunque descartó que todos ellos puedan ser finalmente incriminados.

En ese sentido, el fiscal en funciones explicó que “independientemente del nivel de conducta delictiva”, las autoridades están trabajando para identificar y acusar a quienes pudieron cometer un delito, sin importar el tamaño del mismo, ya fuera dentro o en el interior del Capitolio.

Al ser cuestionado en rueda de prensa acerca de las sospechas que alertan de que el asedio al Capitolio pudo ser organizado mucho antes de que se convocase la manifestación en apoyo a Trump, Sherwin no descartó nada y avanzó que las investigaciones apuntan hacia una “posible coordinación entre grupos y milicias de diferentes estados para viajar a Washington participar en actos delictivos”.

Es el caso de uno de los posibles líderes de la milicia de extrema derecha Oath Keeper, Thomas Caldwell, acusado de “sedición” y “conspiración” por su papel en el asalto al Capitolio, cuando se significó “activamente” en la “planificación y violación” del Capitolio, explicó Sherwin.

Compromiso medioambiental. Biden ha bloqueado la construcción del oleoducto Keystone XL de Canadá a EEUU, controvertido porque atraviesa tierras indígenas y firmará órdenes para prohibir el fracking en territorios de propiedad federal.