Donostia – La pandemia sigue entre nosotros y Osakidetza continúa enfrentándose a nuevas variantes del virus más contagiosas aunque menos virulentas, en una época estival con menos recursos sanitarios.

Con la pandemia muy presente, estamos en un verano en el que se están denunciando recortes y un deterioro en la atención sanitaria. Se critica falta de personal y ajuste de horarios y servicios en muchos ambulatorios.

—La asistencia sanitaria está totalmente garantizada. Es cierto que ha habido que reubicar algunos servicios y que algunos consultorios pequeños han visto variada la dotación de su personal sanitario. La actual coyuntura responde a distintos factores como la enorme sobrecarga que ha sufrido el sistema sanitario a raíz de la pandemia. Porque no hay que olvidar que seguimos estando en pandemia y hay un porcentaje importante de profesionales contagiados y de baja. Y luego coincide con el periodo vacacional y el descanso merecido que los profesionales necesitan. Pero se siguen prestando todos los servicios y toda la población de Euskadi está atendida.

Creíamos que con la vacunación y los anticuerpos de las personas que han contraído la enfermedad, ya podíamos respirar tranquilos. Pero no es así, el virus está circulando mucho y hay bastantes reinfecciones.

—Es que lo primero que hay que decir es que la pandemia todavía no ha terminado. Lo segundo es que el virus está permanentemente cambiando. Y este virus, que es nuevo entre los humanos, se está adaptando a nosotros y nosotros también a él, con la ventaja de que contamos con las inmunizaciones que ya hemos recibido tanto por parte de las vacunaciones como con las infecciones. Pero el virus se sigue adaptando y aunque estemos inmunizados, cambia poco pero suficiente para volver a infectar.

En esta última ola ha habido una gran transmisibilidad pero su impacto en términos sanitarios y hospitalarios es menor ¿no?

—Sí es verdad que esas infecciones, en general, ya son mucho más leves que lo que fueron en 2020 y en 2021. Son más leves y las llevamos de mejor manera pero, aunque sea así para el conjunto de la población, hay personas a las que el virus ataca de manera más intensa. Son aquellas más vulnerables, o bien porque son muy mayores, o porque tienen una enfermedad de base. Por eso es importante seguir manteniendo la prudencia.

¿La alta tasa de contagios que producen las nuevas variantes puede abrir un nuevo escenario epidemiológico de cara al otoño/invierno?

—Estamos manejando la posibilidad de que pudiera volver a haber una ola nueva porque desconocemos cómo va a evolucionar el virus. Es posible que vuelva a haber una nueva ola en otoño también porque forma parte de la naturaleza de los virus respiratorios. En la medida en que las temperaturas bajan, y nos introducimos en interiores, se pueden volver a dar picos de enfermedades respiratorias y tenemos que estar preparados. No sabemos cómo se presentaría pero esperemos, en todo caso, que el virus siga en la dirección en la que avanza en estos momentos. Que se manifieste de manera más leve y que la población responda cada vez mejor por la mayor inmunidad.

¿Qué estrategias manejan para poder hacerle frente?

—Estamos alerta y esperamos dar la respuesta más adecuada.

En abril se cambió el sistema de vigilancia del covid y se decidió no hacer seguimiento de los casos positivos de menores de 60 años. ¿Cree que fue una decisión acertada?

—Fue acertada. Porque en esta fase, cuando la mayoría de la población que se infecta o bien es asintomática o bien tiene síntomas leves, y habiendo entrado en la normalización de la actividad, hubiera sido imposible mantener una vigilancia estricta, y no nos hubiera aportado datos útiles. Lo útil ahora es conocer el efecto de la enfermedad en los más vulnerables. Y conocer el impacto de la enfermedad en el sistema sanitario. Eso es lo que estamos monitorizando en estos momentos y es lo más relevante.