Taxistas, profesionales del ocio nocturno, programadores de conciertos y películas forman parte de un mismo engranaje que hasta ahora no ha podido funcionar como acostumbraba. Una vez desactivada la emergencia sanitaria a partir del lunes, cada uno de ellos quiere volver a ser el eslabón engrasado de esa cadena llamada normalidad.

Ojalá desaparezca definitivamente de nuestros negocios y de nuestras vidas la palabra restricción”, expresan. Ha sido un auténtico quebradero de cabeza el que han vivido durante los dos últimos años. El mayor síntoma de normalidad será dejar de “pelear contra la Administración” para centrar el esfuerzo en recuperar el terreno perdido.

En ello está Iñaki Elorza, secretario de la Asociación de Salas de Cine de Euskadi, Ezae. La pandemia, siempre tan cambiante, ofrece a partir de ahora un escenario bien distinto. “Hace solo diez días seguían en vigor tres restricciones muy importantes: pasaporte covid, 60% de aforo y prohibición de comer palomitas. A la espera de conocer el decreto, quedarnos sin restricciones es motivo de alegría”, reconoce abiertamente.

SALAS DE CINE: CONSUMO DE PALOMITAS

El sector ha perdido 5,9 millones de espectadores durante los dos años de pandemia, un duro golpe que se traduce en un perjuicio de 35,2 millones de euros por entradas de cines, respecto al 2019. Levantar la prohibición de comer en las salas de cine supondrá -cruza los dedos- “el regreso de mucha gente que hasta ahora no venía porque no entienden sentarse frente a la gran pantalla sin sus palomitas”.

Pero la vuelta no va a ser inminente. Durante estos dos años han ocurrido muchas cosas, se ha diversificado el ocio, con la incorporación de plataformas digitales que antes de la pandemia no eran tan habituales y que actualmente han entrado de lleno en los hogares. “Han cambiado muchos hábitos, de ahí que se nos plantee un reto: recuperar ese público para el cual el cine hace dos años era una parte fundamental del ocio y que ahora ha dejado de serlo”.

Para remar en esa dirección va a ser necesario un ejercicio de “imaginación”. En el sector cruzan los dedos para que no haya vuelta atrás. “Han sido años muy duros. Teníamos los cines abiertos pero sin películas atractivas. A medida que las restricciones se iban relajando, venían los estrenos, pero de nuevo un otoño como el del año pasado, en el que la población todavía no estaba vacunada” Y de nuevo a la casilla de salida.

El primer trimestre “fue un desastre”. En la situación más favorable han facturado un 50% con respecto a 2019. “Incluso ahora estamos al 35-40% de ingresos respecto a hace dos años. El sector está muy preocupado porque mucha gente ha perdido la costumbre de ir al cine, o sigue teniendo miedo de acudir a un lugar cerrado”.OCIO NOCTURNO: RECUENTRO EN LA PISTA DE BAILE

Sin pasaporte digital, sin mascarilla en exteriores, y con una paulatina desactivación de las medidas anticovid, era cuestión de tiempo que se eliminaran las restricciones sanitarias también en el ocio nocturno. “Claro que está la gente contenta”, señala Haika Aizpurua, vocal de ocio nocturno de Hostelería Gipuzkoa.

El sector reabre en Euskadi después de dos años para el olvido en el que los locales han tenido que ser rescatados con ayudas de hasta 70.000 euros. En dos años solo han podido trabajar un mes, el de noviembre de 2021. “La gente estaba desesperada, era un paso adelante necesario, por eso hay alegría y muchas ganas en estos momentos”, reconoce abiertamente el dueño del Seven Clovers de Deba.

Durante el mes de noviembre, cuanto se abrió el ocio nocturno, desaparecieron los botellones. “Eso dio un poco de tranquilidad al sector, porque teníamos el miedo de que después de tanto tiempo cambiaran los hábitos de la gente”, señala Aizpurua.

Más que de ayudas económicas, habla de indemnizaciones tras el durísimo golpe que supuso no facturar en Navidades. “Si es por el bien de la salud pública, no estamos en desacuerdo con un cierre, pero tiene que ir acompañado de una inyección de dinero. Esperemos que vaya quedando todo esto atrás, porque la gente ha echado mano de sus ahorros, de hijos y de todo lo que ha podido”, enfatiza.

El vocal de ocio nocturno de Hostelería Gipuzkoa no comulga con muchas de las decisiones que se han tomado. A pesar de las restricciones, “las reuniones de la gente han sido una constante. En vez de hacerlo en los bares, lo hacían en las casas. Veíamos que en comunidades donde no había estas medidas, la tasa de incidencia no era mejor que la nuestra. Había algún otro problema que no éramos nosotros. Han sido dos años muy largos y la gente psicológicamente está quemada. Ojalá sea la definitiva”, resopla.

TAXISTAS: ALEGRÍA AL VOLANTE

También respira más tranquilo Félix Rodríguez, taxista de Vallina. Siempre de noche al volante. Si el ocio está cerrado a cal y canto, no hay necesidad de transporte. En la medida que vuelve la actividad nocturna, arranca la actividad en el sector. Son vasos comunicantes. “Hay mucha alegría por esta vuelta a la normalidad. Todo es una cadena, porque el mismo cliente que va al restaurante, al cine o a la discoteca, es el que coge el taxi de madrugada”.

Este profesional recuerda que al principio de la pandemia los únicos clientes eran los que se trasladaban a centros sanitarios. El turismo, que suponía un 30% de los ingresos, cesó. “Hay compañeros que lo han pasado muy mal, y menos mal que las ayudas a autónomos se han convertido en el flotador. Salías de madrugada porque había que trabajar, pero te pasabas horas sin cargar”, rememora.

PROGRAMACIÓN DE CONCIERTOS

La vuelta a la ansiada normalidad, en todo caso, todavía se va a hacer esperar. “No hay que olvidar que sigue siendo obligatorio el uso de mascarillas en el interior, y habrá que ver si nosotros vamos a tener que supervisar todo ello”, apunta Iñaki Otalora, uno de los cuatro socios de la sala Dabadaba en Donostia.

A pesar de las dudas y de la lógica cautela, el optimismo también va impregnando poco a poco en el sector después de tiempos duros en los que han tenido que echar mano de préstamos ICO (Instituto del Crédito Oficial), el plan estatal de avales para el apoyo a empresas. “Han sido muchos sacrificios. Siendo propietarios del negocio, hemos trabajado sin cobrar durante meses”, reconoce Otalora.

Las salas de conciertos siguen acusando el duro golpe por el momento. “Se han caído, y siguen cayéndose, muchas giras. Va a ser difícil restablecer la confianza de la gente a la hora de comprar entradas y de acudir a eventos”.

La resaca de la pandemia se prolongará todavía algún tiempo, según aventura. “Todavía tenemos cierta aprensión a juntarnos con mucha gente. Es algo que se superará, está claro, pero todavía hará falta algún tiempo”.