la desafección política de la juventud que, con frecuencia, se traduce en falta de interés por las conquistas sociales no comulga para nada con las imágenes que han devuelto las calles este 8-M. La alta participación de chicas que eran unas niñas hasta hace dos días no ha pasado desapercibida, y hay quien ve en ello una semilla que, con el tiempo, acabará por germinar. “Vemos un cambio muy positivo, aunque el camino será largo y hay que ir avanzando poco a poco. Las jóvenes empiezan a movilizarse, algo que durante los últimos años se echaba en falta, y que tanto añorábamos desde la militancia. Se vuelve a tomar el pulso en las calles, porque hay una toma de conciencia de la desigualdad, y un conocimiento de por dónde viene el problema”.
La sensación que ha dejado el 8-M no puede ser más grata para Bakarne Mendiola, del movimiento feminista Matraka. Hablaba ayer todavía emocionada un día después de ver las calles de Legazpi atestadas de jóvenes de catorce a 30 años, como ocurrió en municipios de buena parte del territorio. “El llamamiento a la manifestación ha tenido una respuesta incontestable y creo que se están sentando las bases para trabajar de la mano, poniendo el foco en un sistema que nos está oprimiendo. Cada vez son más las mujeres que van tomando conciencia de las desigualdades en las que vivimos, del sistema capitalista que fomenta un modo de vida individualista e insolidario, alcanzando su máximo exponente en la violencia machista”.
El feminismo, al que largo camino le ha costado ir calando en la sociedad, parece haber dado con la tecla que le alejaba de un amplio sector de mujeres que no se veían representadas. Sin desprenderse de su sesgo radical, ha tomado un rumbo imparable hacia el cambio social, de la mano de un número creciente de mujeres que se han sumado a lo que les une, aparcando las diferencias. “Estamos ante un movimiento muy diverso, que aglutina a un sinfín de sensibilidades, ideologías y religiones. Lo conforman mujeres ateas, agnósticas, de derechas, de izquierdas? Es un movimiento pujante, y debemos estar atentas para que nadie se apropie de esta corriente, menos ahora, que se ven ciertos intereses en la antesala de la campaña electoral”, advierte Ana Hernando Tojo, abogada del movimiento feminista Clara Campoamor.
Las integrantes de este movimiento observan que se han creado “espacios de lucha donde antes no existían”, tejiendo redes feministas que son la que está favoreciendo el avance. Buscan un cambio social, reclamación que este año ha llegado en medio de una convocatoria anticipada de elecciones generales. “El 8M no tiene vinculación con ningún partido político, ni la va a tener, y eso es lo grandioso”. A juicio de las convocantes, es esa desvinculación de las fuerzas políticas “lo que da autenticidad” al feminismo, y una de las claves del “éxito” de las movilizaciones. “La gente está quemada de la palabrería de los políticos, nosotras buscamos una mejora de la situación. No queremos palabras, sino hechos. Ni queremos lazos morados en los partidos. Queremos realidades y que los políticos se pringuen de política feminista, porque eso significa caminar hacia una sociedad más justa y mejor para todos”, sentencian las promotoras.
Políticas de Igualdad
Entretanto, los partidos vascos, a excepción del PP, se van dejando querer. Ayer volvieron a hacerlo mostrando su satisfacción por el seguimiento de la huelga que, a su entender, evidenció “el hartazgo de las mujeres antes tantas desigualdades”. Euskadi es referente en la puesta en marcha de políticas de Igualdad, pero los derechos conseguidos no están ni mucho menos consolidados y, menos ahora, con una derecha envalentonada. La abogada del movimiento feminista Clara Campoamor observa con preocupación que hay “determinados sectores interesados en contraponer feminismo y machismo, como si fueran antagónicos. Hay que dejar bien claro que el feminismo no van en contra de los hombres. Al contrario, es una lucha en la que ellos se tienen que implicar para que acabe siendo una meta real”.
Siendo las mujeres la mitad de la población, demandan lo que les corresponde, frente a los partidos que consideran que las manifestaciones del 8M son “una especie de lucha de sexos”. “Para nada, nosotras queremos la mitad de todo. Queremos compartir la mitad de las obligaciones, la mitad de las responsabilidades y la mitad de los cuidados también, porque somos no ya la mitad, sino el 51 % de la población”.
A los actos reivindicativos del viernes se sumaron en el Estado más pueblos y ciudades que nunca, con la convocatoria de unas 1.500 acciones. “El cambio pasa por ir trabajando a nivel local”, sostiene Mendiola, consciente de que no soplan aires favorables mirando un poco más allá. “A nivel global está más complicado porque vemos una derecha cada vez más activa, y en la medida que damos pasos, redoblan sus postulados”, observa la integrante del movimiento feminista de Legazpi.
De manera más o menos velada, alude al partido de Santiago Abascal, que se ha pasado una semana calentando motores contra la celebración del 8 de marzo. Vox, que se opone al feminismo, había pedido a sus simpatizantes que no participaran en la huelga, reclamando la supresión de “los organismos feministas radicales subvencionados”.
Solo el tiempo dirá hacia dónde deriva la lucha de intereses. Por lo pronto, Idurre Eskisabel, feminista y profesora de Periodismo en la UPV/EHU, hace una lectura “muy positiva”. Tras la eclosión del año pasado entiende que había necesidad de tomar de nuevo la temperatura. “El caso de la Manada tuvo su influencia entonces, pero la nueva respuesta que se vivió el viernes pone sobre la mesa que el movimiento feminista está cada vez más enraizado”. No solo alude a la multitudinaria manifestación, sino al contenido de la protesta. “En los mensajes se percibe claramente. La revolución será feminista o no será. Hasta ahora se había cubierto un largo recorrido, pero con lemas que quizá no acababan de concretarse. Ahora hablamos de un mensaje claro, un discurso contra el capitalismo que trae precariedad a las condiciones de trabajo de las jóvenes y a las pensionistas. Tengo la intuición de que se empieza a percibir al feminismo como la respuesta a la precariedad que trae consigo el capitalismo”. Cuando menos, dice la profesora, cada vez más mujeres se plantean que el feminismo “profundiza en la democracia y la justicia social”.
Tras la manifestación queda patente que “nada se puede hacer sin nosotras y mucho menos contra nosotras. Hay que centrarse en lo que nos une”, agrega Hernando Tojo. “Hay que priorizar la defensa de los derechos de la mujer. Aun teniendo diferentes ideologías existe entre todas nosotras un nexo de unión que es el que debe prevalecer para seguir luchando”.
La desvinculación de las fuerzas políticas es “lo que da autenticidad al feminismo, la clave del éxito de las movilizaciones”
Tras la manifestación queda patente que “nada se puede hacer sin nosotras, y menos en contra. Hay que centrarse en lo que nos une”