donostia - El movimiento feminista no va a permitir que “la extrema derecha marque los temas que tenemos que debatir”. La irrupción en el panorama político de discursos como el articulado por VOX no debe tener una incidencia directa en la agenda feminista que, por contra, sí debería de incluir como “eje transversal” en su discurso la diferencia, “la diversidad” entre las mujeres que posibilite que ninguna se sienta fuera del movimiento.

Así se expresó ayer en Tolosa Justa Montero, histórica activista feminista, en la segunda y última jornada del congreso Feminismo 4.0 organizado por la Diputación de Gipuzkoa.

No dejar a ninguna mujer fuera y hacer de la “diversidad” eje del movimiento feminista contribuirá a que la huelga del próximo 8 de marzo vuelva a ser un éxito. Este año, apuntó Montero, la movilización cuenta con un hándicap: “En 2018 les cogimos a todos con el pie cambiado, no sabían ni qué decir. Este año ya lo han preparado” y toca desactivar esa respuesta.

Pese a todo, como subrayó la miembro de FeministAlde, Julia Martí, son las mujeres “las primeras en poder plantear una huelga internacional, porque pueden sumar fuerzas en todo el mundo contra el capitalismo globalizado”. De este modo se podrá plantar cara a una ofensiva “conservadora, patriarcal y neoliberal” de rango mundial.

Martí también incidió en la idea de que solo desde las alianzas es posible enfrentarse al sistema, pero este desafío debe adoptar carácter internacional. “Las mujeres tenemos que cuidarnos entre nosotras”, apuntó.

De esa necesidad fue portavoz Marusia López, feminista mexicana que puso el foco en la persecución de la que están siendo objeto las activistas por los Derechos Humanos en muchos puntos del mundo. “El feminismo internacionalista es necesario para cuidarnos y cuidar de nuestras causas”.

En las movilizaciones y las acciones futuras, subrayó Montero, no es suficiente el lema de “ni un paso atrás”. La militante madrileña dejó claro que esta premisa se da por supuesta y que hay que “dar muchos pasos hacia adelante” para la consecución de los “derechos sociales” que emanan del cambio en los comportamientos y creencias que marcan el día a día, que complementen y mejoren los derechos que llegan desde el Estado vía legislación.

el marco legal El debate de los cambios legislativos también esta sobre la mesa de las feministas y ayer le tocó poner el foco sobre el mismo a Miren Ortubay, doctora en Derecho.

Según Ortubay la “rabia” motivada por algunas sentencias, como es el caso de La Manada, “resulta difícil de politizar”. “La rabia y el miedo son energías y, por lo tanto, son manipulables”. De esa rabia puede llegar una deriva por reclamar “modificaciones legales sin haber dado tiempo a valorar la eficacia de las leyes vigentes” y sin entrar a medir las consecuencia del cambio.

A su entender, se le está dando “excesivo protagonismo a la respuesta penal”. Aunque sea este un tema espinoso y controvertido, esa rabia puede llevar, como consecuencia, a una demanda de endurecimiento o incremento de las penas, respuesta de sesgo patriarcal ya que, añadió, “primero nos inculcan el miedo y después nos quieren vender la seguridad por la vía penal”.

“El derecho penal es básicamente represivo y casi su única finalidad es el castigo”, destacó esta experta que considera más importante conseguir que las mujeres víctimas de violencia machista “se sientan acompañadas, respetadas y escuchadas” , en la toma de decisiones.

“Antes de redactar nuevas leyes hay que saber qué problemas se quieren abordar y cómo hacerlo para que resulten más eficaces”, subrayó Ortubay.