El segundo domingo de la regata de la Concha, ocho menores fueron atendidos en Donostia por intoxicaciones etílicas. El pasado domingo, 25 menores de entre 14 y 17 años requirieron de los servicios de emergencia por la misma razón en el Kilometroak celebrado en Azpeitia. Ante estas evidencias, el debate social sobre las consecuencias del comportamiento de los jóvenes está servido.

"Que el consumo de alcohol entre los jóvenes ha subido es un dato objetivo y que nos preocupa", reconoce Jon Subijana, miembro de la DYA. Él, como el resto de sus compañeros, convive semanalmente con la problemática del alcohol, ya que es a ellos a los que les toca atender la mayor parte de las intoxicaciones etílicas que se producen durante los fines de semana y en distintas jornadas festivas.

Desde hace años, llevan a cabo campañas de concienciación sobre los problemas que acarrea el consumo abusivo de alcohol en las personas, pero estas siempre habían estado destinadas a la población general. "Nuestro objetivo es hacer campañas generales de prevención de riesgos, como la de si bebes no conduzcas que hemos llevado a cabo este verano", explica Subijana. Pero ante la preocupante situación desde la DYA no descartan comenzar a crear programas específicos para menores. "La DYA se posiciona absolutamente en contra del consumo de alcohol entre menores y de la venta de alcohol a menores. Pero es cierto que el consumo de alcohol entre menores es un problema que está yendo a más y aunque hasta ahora no nos habíamos planteado hacer una campaña de prevención de riesgos para este colectivo, después de lo que estamos viendo no lo podemos descartar", admite.

25 intoxicaciones en un día Azpeitia fue el domingo fiel reflejo de esta problemática. Un total de 25 menores tuvieron que ser atendidos por los servicios sanitarios debido a fuertes intoxicaciones etílicas en la fiesta del Kilometroak, un acontecimiento educativo. Joseba Aginagalde es el responsable de las cinco fiestas de las ikastolas vascas (Kilometroak, Herri Urrats, Ibilaldia, Nafarroa Oinez y Araba Oinez) y es consciente de que tienen un problema por delante. "Es una evidencia que existe un problema con respecto a los jóvenes y el consumo del alcohol pero es un problema que afecta a toda la sociedad", declara Aginagalde, que reconoce que desde las ikastolas están haciendo lo que pueden para poner freno a la presencia del alcohol. "Desde las ikastolas somos conscientes de este problema y estamos intentando trabajar por encaminarlo y hacerle frente", cuenta. Para ello, de cara a la organización de las distintas fiestas de las ikastolas vascas, los centros educativos han firmado diferentes acuerdos con Askagintza de donde han salido iniciativas como reuniones informativas con los alumnos de la ESO y sus padres o la fijación del lema ondo pasa pasa gabe (pasarlo bien sin pasarse) en los carteles de los eventos y los vasos que se reparten en los mismos. "Somos un grupo educativo y estamos intentando combatir esto", asegura Aginagalde.

Sin embargo, en eventos como el Kilometroak se encuentran con un difícil handicap a la hora de controlar el consumo de alcohol. "Nosotros en ningún caso servimos combinados de graduación alta, solo bebidas de baja graduación como pueden ser la cerveza o el kalimotxo", explica este responsable. "Podríamos plantearnos prohibir cualquier sustancia alcohólica dentro del circuito del Kilometroak pero nos encontramos con que el gran problema es que los jóvenes no consumen dentro, sino que se traen las litronas desde casa", se lamenta.

cuestión de educación Para Patricia Insúa, psicóloga y catedrática de la UPV/EHU, uno de los grandes problemas es que "en Euskadi el alcohol es cultura y aquí se tiene una manga ancha con este tema muy muy importante", denuncia.

Según Insúa, una de las claves está en la percepción del ocio que los padres inculcan a sus hijos desde pequeños. "El modelo de ocio de los jóvenes es una copia del modelo de ocio de los adultos, solo que ellos transgreden más", advierte. "Los padres tienen que ver qué modelo de diversión transmiten a sus hijos en las fiestas que dan en casa, en Navidad, en Nochevieja. No hay más que ver la cantidad de padres y madres que potean mientras sus hijos juegan en el parque. Los padres tienen que ser capaces de presentar modelos de ocio alternativos", insiste esta experta.

Según ella, el fallo viene desde las propias instituciones. "Los menores tienen prohibido por ley el consumo de alcohol pero algo está fallando cuando la ley de venta de alcohol a menores se transgrede sistemáticamente", advierte.

Para Insúa la solución no radica en "tener mano dura o ser represivo", sino en trabajar la educación. "La educación en el ocio es importantísima. Sabemos que es mucho más difícil dar alternativas de ocio saludables que reprimir, pero ese es el camino. Lo que hay que hacer es romperse la cabeza para ver cómo vendemos a los chavales este tipo de ocio". Para ello insiste en la necesidad de valerse de las evidencias científicas. "No se trata de emplear criterios morales, sino de usar pruebas científicas. Hay que dejar claro a los chavales cuál es el efecto del alcohol en un cerebro de quince años y el desafío está en poner la evidencia científica de tal manera que cale en la población y llegue a los jóvenes", añade.