El 13 de diciembre de 1981 se proclamó la ley marcial en Polonia y durante año y medio se restringió la vida normal de los ciudadanos. La cineasta Kasia Adamik narra esos primeros días en La conspiración del cuervo, donde Lesley Manville da vida a una profesora británica que queda atrapada en Varsovia.
“No queríamos hacer una película política, sino emocional. Tenemos toda la información en Internet, pero no podemos sentir cómo se sentían las personas”, ha explicado la directora durante la presentación de una película que clausura la 73ª edición del Zinemaldia y que parte de un relato corto escrito por Olga Tokarczuk.
Al leer el texto original, Adamik recordó su infancia en Polonia, antes de emigrar con su madre a Francia. “Me evocaba a la Varsovia que conocí. Cuando no vives en una democracia, hay una serie de libertades que no esperas porque no las conoces”, ha señalado, especificando que tardó varios años en conseguir trasladar el libro a la gran pantalla.
Finalmente, lo ha conseguido gracias a la implicación de la veterana Lesley Manville, que nunca antes había viajado a Polonia. “Varsovia me pareció un lugar familiar por su vida cultural, pero al salir de la ciudad, descubrí edificios que pensaba que estaban abandonados, de aspecto brutal y tétrico, en los que, en cambio, vivía gente. Fue un contraste, pero me lo pasé muy bien”, ha apuntado la actriz sobre un rodaje en el que pasó “mucho frío”.
“Mi personaje viaja a Polonia para dar una conferencia y estar unos días, por lo que no va con mucha ropa, así que habría agradecido que fuera más previsora”, ha añadido entre risas.
A través de esta profesora de psiquiatría, el espectador descubre uno de los episodios que más han marcado la historia reciente del país europeo y que decide capturar con su cámara. “No es una mujer que quiera ser una heroína. Simplemente se encuentra ahí de forma accidental y piensa en sacar unas fotografías para llevarlas a Inglaterra. Es alguien bastante narcisista y que se cree el centro del mundo, con una gran opinión sobre sí misma”, ha apuntado la actriz.
Recrear la Varsovia de 1981
Aunque la película se grabó en parte en la Polonia actual, también se rodó en Luxemburgo, donde recrearon la Varsovia de 1981, una tarea “muy difícil” que solo ha sido posible gracias a la coproducción entre diferentes países. “Lo que más nos costó fue la nieve. Fuimos en enero y febrero porque son los meses en los que más nieva y no lo hacía”, ha revelado Adamik.
Para la protagonista, en cambio, lo más complicado fue la labor de contención a la hora de mostrar a un personaje frío e introvertido. “El trabajo de actriz es algo transitorio. Puedo abrazar papeles de gente que fuma y fumar, cuando odio el tabaco, porque sé que es duradero. A la hora de rodar soy muy pragmática”, ha comentado Manville, que ha recordado que, antes de debutar en el cine, hacía teatro en pubs. “Nos cambiábamos delante de la gente y hacíamos lo que podíamos. Nunca he necesitado que me mimen”, ha observado la intérprete de El hilo invisible y Another Year, entre otras películas.
“Lesley hizo un trabajo increíble y es la fuerza de la película. Para alguien que es de fuera puede costarle entender lo que nosotros vivimos, pero ella lo hizo. Creo que el hecho de que la mayoría del equipo fuera polaco y que hubiese actores que no sabían inglés la hizo sentirse más como su personaje”, observó la directora, cuya madre, Agnieszka Holland, ha participado en la Sección Oficial de este año con Franz.
“Es muy bonito estar aquí y cerrar el festival. Cada vez cuesta más levantar proyectos en Europa, por lo que es genial que se den estas situaciones”, ha concluido.