Jaione Camborda, (Donostia, 1983), se encuentra en la carrera por la Concha de Oro con su segundo largometraje, O corno, protagonizado por la debutante Janet Novás, que se mete en la piel de María, una partera y mariscadora, que trabaja y reside en Illia de Arousa a principios de la década de los 70. Tras Isabel Herguera, Camborda, que lleva años asentada en Galicia, es la segunda donostiarra que este año opta a los principales premios de la Sección Oficial.
¿Cómo recibió la noticia de que iba a competir por la Concha de Oro?
Fue un día de tensión. El comité iba a ver la película y nos iban a decir algo y se fue acumulando mucha expectativa. Finalmente, una de las productoras, María Zamora, habló con Rebordinos. Fue, imagínate, una alegría inmensa. En cuanto se lo comenté a mi familia, hubo una fiesta en casa.
Debutar en Sección Oficial será importante para usted.
Es una especie de sueño. Yo he crecido allí viendo películas en ese Festival. A mí me despertó mucho la mirada cinematográfica. Haber visto tantos estrenos en la Sección Oficial y estar ahora ahí compitiendo es algo muy loco. También es importante toda la proyección que puede dar a la película. Que la se pueda ver y que me dé la oportunidad de poder seguir haciendo cine, es muy importante.
¿Se imagina alzando la Concha de Oro o es mucho imaginar?
Viendo a los compañeros que compiten, me parece difícil. De cualquier modo, ahí estamos. El regalo es poder tener la película en la Sección Oficial.
Lleva años asentada en Galicia. ‘O corno’, rodada en gallego, es la primera película en este idioma que ha competido por los principales premios.
Exacto, eso también es curioso. Soy una donostiarra afincada en Galicia y ahí confluyen las dos cosas. Me parece bonito que un idioma tan precioso podamos escucharlo en el Kursaal en pantalla grande.
Su anterior trabajo, ‘Arima’, también participó en el Zinemaldia, pero en aquel caso en Made in Spain.
Sí, y ya venía de hacer un recorrido nacional e internacional.
‘Arima’ tenía una atmósfera mucho más onírica que ‘O corno’, pero es cierto que ambas comparten un rasgo, el de tener fuertes protagonistas femeninas.
En ambas películas pongo a la mujer en el centro de la narrativa. La primera exploraba más algo más fantasmagórico o psicológico y, en este caso, he querido explorar algo mucho más físico y mamífero. Propongo una película muy de cuerpos y de mujeres con esa capacidad de concebir y dar a luz tan física.
‘O corno’ es la primera obra que no rueda en 16 milímetros.
Fue una reflexión muy larga y profunda que tuvimos entre el director de fotografía, Ruy Pozaz, y yo, investigando bien e intentando entender qué necesitaba esta película. Creo que acertamos con el formato. Cada película necesita algo diferente y, en este caso, creo que el digital le venía bien. Utilizamos una cámara de 35 milímetros con unas lentes de los años 70, algo que nos permitió también generar una estética particular.
Cuando fue premiada por ‘Arima’ en el Festival Europeo de Sevilla en 2019, ya estaba trabajando en el proyecto de ‘O corno’. ¿De dónde surgió?
En primer lugar, surgió de una necesidad personal de explorar ciertas inquietudes relacionadas con la capacidad de concebir y de alumbrar de la mujer. Esa exploración es la que comparto con el espectador, todo ese viaje.
Ese viaje tiene algo de cíclico y de eterno retorno, que hace que la película se inicie y concluya de una manera similar.
Representa el ciclo vital del personaje, en el que el Eros y el Thanatos la acompañan durante película.
Ese ciclo sirve para hablar de cuestiones relacionadas como la maternidad y la pérdida.
La maternidad invade toda la película, pero, especialmente, esa naturaleza mamífera de la mujer de dar a luz y lo que ello conlleva.
Esa naturaleza mamífera también se plantea desde otro punto de vista. Trata el aborto y las peligrosas condiciones en las que esta práctica se llevaba a cabo en el pasado.
Sitúo la película en el tardo-franquismo, en 1971. Era una época de muchas prohibiciones y, especialmente, sobre el cuerpo de la mujer y las decisiones de la mujer. En la película hago un ejercicio de llevarlo a la actualidad. Intento buscar estilísticamente recursos que permitan que el espectador experimente una cierta actualidad en eso que está viendo. Es una cuestión que me parece importante tenerla en cuenta hoy en día, porque parece que no estamos tan lejos de esos tiempos.
Hoy en día existen movimientos reaccionarios en política que parecen querer volver a esa época. ¿Qué siente cada vez que hay expresiones políticas en ese sentido?
Soy absolutamente contraria a esas ideas reaccionarias. De alguna manera, el lugar desde el que puedo aportar mi punto de vista al mundo es desde el cine. Es verdad que intento que la película, más allá del posicionamiento político que tiene toda creación artística, trascienda a algo más infinito y universal de la condición humana. Por supuesto, no concuerdo con esas ideas reaccionarias.
El título de la película surge del hongo que crece en el centeno, el cornezuelo, que se usaba como método para abortar.
El cornezuelo era muy utilizado en Galicia para muchas cosas y fue un motivo de negocio también allí. Antaño se utilizaba para ayudar a las mujeres en los partos y, en ocasiones, también para inducir los abortos.
Es la primera película de Janet Novás como actriz. Hasta la fecha se había dedicado a la danza contemporánea.
Buscaba a una persona muy física para este personaje, que tuviese mucha presencia, que sostuviese los silencios, la intensidad y la tensión que propone la película. Justamente por su bagaje como bailarina contemporánea y por su personalidad, Janet era alguien muy interesante. También porque procede del rural gallego. Nació y se crió allí y ha estado muy en contacto con estas mujeres que están apegadas a la tierra. Además, ya en el casting me sorprendió muchísimo y todo el puzle se armó para invitarla a participar
En esa fisicidad, es interesante la primera secuencia del parto que asiste el personaje de Novás, dado que tiene mucho de coreográfico.
Exacto. Sí, me interesaba esa relación corporal con la realidad.
‘O corno’ se ambienta en un contexto fronterizo entre Galicia y Portugal. En determinado momento parece convertirse en una ‘road movie’ e, incluso, en el tercer acto parece transformarse en una tercera película.
Quería abordar un poco la clandestinidad de la frontera, algo que como concepto transita toda la película. Esa frontera en el fondo es política, pero no cultural. Vemos que a ambos lados se relacionan en un idioma similar, entre el gallego y el portugués, sin tener problemas de entendimiento. La película sí que busca ofrecer esta idea de que esas fronteras son administrativas pero no reales.
En la película ejerce como productora María Zamora, responsable, entre otras, de ‘Alcarrás’, ‘Matria’ o ‘Creatura’. Es una de las productoras que más fuerza está cogiendo a nivel del Estado. ¿Cómo fue trabajar con ella?
Mi primera película, Arima, fue autoproducida. Fue muy solitario y tenía muy claro que en esta película quería generar una familia alrededor del proyecto. Se sumó Andrea Vázquez y, luego, María Zamora. Hemos hecho un equipo muy cohesionado, hemos trabajado muy bien juntas y, por supuesto, cada una ha aportado lo suyo. María, por ejemplo, ha traído toda esa experiencia que tiene detrás. Eso ha hecho crecer el proyecto y estoy muy contenta porque todas hemos sido claves para que realmente se pudiera financiar esta película. Al final, es muy difícil sacar adelante proyectos así.
En cuanto a producción, ha habido un salto entre ‘Arima’ y ‘O corno’.
Por suerte, Arima me permitió hacer esta película. En O corno había más ambición. Creo que también me acompañó la suerte, pero ha habido mucho trabajo. Hemos podido levantar algo con más holgura y así poder tener más dignidad en tiempo de rodaje e ir bien acompañadas.
Compiten en el Zinemaldia pero antes pasaron por el Festival de Toronto.
Fue una experiencia muy bonita. Entregar al público la película, después de haber estado cuatro años cocinando a fuego lento este proyecto, hace que el estómago se te encoja. En Toronto recibimos muy buen feedback y fue muy celebrada. Ahora, por supuesto, tenemos la cabeza puesta aquí, en el Zinemaldia, donde me parece impresionante estar compitiendo por la Concha de Oro.