Llueve en Donostia. Dos jóvenes, Lara (Loreto Mauleón) y Daniel (Iñigo Gastesi), se guarecen en la entrada de Musikene. Se miran, no se dicen nada. Cada uno ha llegado a ese punto siguiendo un camino, cada uno abandonará ese refugio de la ventisca abriendo infinitas posibilidades de un amor de juventud... o no. Años después Lara y Daniel se reencuentran en un piso. Él trabaja en una inmobiliaria enseñando hogares para la construcción de sueños; ella vuelve a la capital guipuzcoana con la idea, quizá, de asentarse. Estos son los dos tiempos narrativos que explora en paralelo la película Gelditasuna ekaitzean (La quietud en la tormenta), que se proyectará este martes en la Gala de Cine Vasco del Zinemaldia y para la que las entradas volaron en pocos minutos: no queda libre una sola localidad

El director de esta ópera prima, el donostiarra Alberto Gastesi, dice “estar tranquilo”, confía en el resultado final: “Siento que a la gente de le va a gustar; la quiero enseñar, quiero que la gente la vea”. Para este largometraje, “un proyecto peculiar y outsider” en lo que se refiere a la manera de materializarse y que se rodó en dos partes en abril y julio, Gastesi se ha rodeado de compañeros solventes y de confianza, con los que ha culminado “una síntesis” de lo que son estos creadores, al tiempo que han explorado “nuevos lenguajes” que no habían trabajado previamente.

Para los papeles protagonistas cuenta con su propio hermano, Iñigo –ha actuado, entre otras, en cintas como Ane, Lasa eta Zabala y en cortos como Cactus, también dirigido por Alberto–, y con Loreto Mauleón, amiga personal del realizador y conocida actriz de producciones como Patria y Los renglones torcidos de Dios, que el sábado se presentará en la sección Perlak.

En la escritura del libreto, Gastesi ha contado con otro fiel compañero en mil batallas, el también donostiarra Alex Merino –“compartir escritura es el mayor matrimonio que puede haber”– que es otro que se enfrenta al estreno de su primer largometraje como guionista, después de haberse forjado una trayectoria como actor, doblador y como reconocido escritor de relatos, cortometrajes, anuncios y series de televisión. Gastesi y Merino preparan para el año que viene una nueva película, Singular, que ganó el primer premio en el Pitchbox de Sitges en 2019, y que estará protagonizada por Patricia López Arnaiz y Javier Rey

“Siento que a la gente de le va a gustar; la quiero enseñar, quiero que la gente la vea”

Alberto Gastesi - Director

“Más que entre amigos, hemos rodado esta película en familia”, asegura Alberto Gastesi, que constituyó la productora Vidania Films, que formalizaron el año pasado, para sacar el proyecto adelante “de la manera que ha salido”. Frente a la adversidad, es decir, ante la metafórica tormenta que ha supuesto un presupuesto ajustado, un intrincado calendario de actores y otras complicaciones, en este rodaje ha prevalecido un “espíritu de aventura, de proceso abierto; a no tener miedo a la improvisación y a la reescritura; a no llevar la planificación pensada, algo que me encanta”. “Hacerlo de esa manera con los condicionantes que existían solo era posible hacerlo entre amigos, ha sido maravilloso, un sueño”, afirma el cineasta. De hecho, el proceso de reescritura fue tan abierto que había escenas que no llegaban a perfilarse hasta la noche previa de su filmación, algo que solo es posible cuando existe una absoluta confianza entre los guionistas.

Una de las particularidades de este rodaje “en familia” es que Alberto, el hermano mayor, dirige en escena al pequeño Iñigo, algo que, quizá, para otros podría ser complicado se vuelve algo sencillo en este caso. No es la primera vez que uno dirige al otro. De hecho, Iñigo ya aparece en Trampantojo, el cortometraje fundacional que Alberto rodó en Larrotxene y con el que el hermano pequeño ganó el premio a Mejor actuación en el festival Cinema Jove de Valencia. Las dos vertientes, la profesional y la fraternal, han discurrido en “paralelo”, lo que ha permitido a ambos hermanos “contar con unos códigos” particulares a la hora de trabajar. “Nos llevamos milagrosamente bien en el set, nos tenemos mucho respeto”, bromea Alberto, a lo que Iñigo añade que tienen una relación “tan cercana que en seguida se entienden”. “Como actor necesito ver pautas claras, cercanía, seguridad en el propio director, que tenga confianza en mí... Todo eso a lo que yo llamo la burbuja de la tranquilidad, en este caso se ha cumplido desde muy al principio”, expone el intérprete, que añade que no hay nada mejor para hacer frente al “síndrome del impostor” que hacerlo “en familia”; “una gozada”.

Lo que pudo ser y no fue

Decía el fallecido Javier Marías que la vida se compone de aquellas cosas que vivimos pero, también “consiste en lo que hemos omitido, en lo que no nos hemos atrevido a hacer, en lo que se nos escapó”. La película que escriben Gastesi y Merino se centra en el relato generacional de treintañeros que miran el pasado con nostalgia, personajes que se encuentran “a medio camino entre el soñador y el pesimista”. Así los describe Merino, que explica que la película trata sobre una generación de personas cuyas expectativas “son simplemente inalcanzables en el mundo real”. “Estamos sobreexpuestos a narrativas idílicas como el cuerpo perfecto, la vida perfecta, relaciones y amistades inquebrantables y en algún momento, nos hemos dado cuenta de esta irrealidad y ha dado paso a la amargura. Me parece que estamos instalados en esa frontera y creo que esta película, desde su modesta posición, lo que quiere es celebrar esto: no somos una generación perfecta pero tampoco estamos rotos”, asegura el guionista donostiarra, residente en Madrid.

Pese a “no ser una generación rota”, el largometraje explora los caminos que pudieron ser pero no fueron, algo que, en opinión de Merino, lleva implícita esa enorme amargura” que cita, aunque también quisieron dejar plantada “una semilla de optimismo” en la trama, porque los personajes que interpretan Iñigo y Loreto “no están mal, han aprendido a aceptar que el camino que tomaron fue el que fue y que sus vidas necesariamente no tenían por qué haber sido”. En este punto, Alberto Gastesi mete baza. “Creo que todo el mundo, en momentos decisivos de nuestra vida hemos sido cobardes y hemos optado por no tomar decisiones”, explica para luego añadir que “todos hemos tenido una historia de amor con una persona que no conocemos”, una cuestión “universal”, a su juicio.

"Con esta película queremos celebrar que no somos una generación perfecta pero tampoco estamos rotos"

Alex Merino - Guionista

La propuesta de Gastesi y Merino también habla de las ausencias familiares como pesos muertos que dificultan el avance. Daniel, el personaje de Iñigo, en el tiempo pasado es un personaje “muy sensorial”, que vive el momento, que responde con “sencillez y ligereza” a las grandes preguntas de la vida. En el presente continuo de la película, por su parte, mantiene ciertos “matices” de juventud, pero adquiere un peso mayor, no solo físico –tuvo que engordar para interpretar a la versión treintañera de su personaje–, sino cierto gravitas que otorga la edad. “Creo que a todos los espectadores, cuando vean la película, les recordará a algo de su propia vida, porque la vida es eso. Suelo decir que la vida es una intersección de 360 grados, cuando eliges una dirección estás dejando 359 a un lado”, asegura el protagonista.

Propuesta formal

Gelditasuna ekaitzean, que prevé su estreno en salas comerciales antes de que acabe el año o, a lo sumo, a comienzos de 2023, ha sido rodada en blanco y negro y con un formato de imagen académico de 1.37:1. El director explica que estas cuestiones, una de las señas de la película, son “las menos pensadas”. El germen del largometraje es el de la reunión de dos personas que tuvieron un pasado en común en la visita de un piso en venta. En esa idea seminal, que luego ramificó en otras decisiones sobre la película, ya se encontraba “una historia de relatos”, es por ello, que era necesario trabajar en un formato semejante a los cuatro tercios y con composiciones geométricas y con luces y sombras: “Estas decisiones vinieron de forma automática, vinieron dadas”.

Merino, por su parte, explica que esta historia surgió hace muchos años. Alberto le vino, precisamente, con esa idea, con el encuentro fortuito de dos personas en un piso después de muchos años: “A partir de ese momento comenzamos a construir a los personajes, sus contextos hasta que supimos todo de ellos”. Esto, no obstante, es una trampa, dado que los “personajes viven más allá” de los autores, “viven gracias a los matices que añaden los actores” y también viven del espectador, “que vuelca su experiencia en ellos”.