Las visitas a la costa levantina suelen planearse principalmente en función del sol y el mar. Por ello a menudo tendemos a olvidar que las provincias de costa tiene un interior que ofrecen unos atractivos tales que hace que la disyuntiva vacacional de playa o montaña pierda sentido y sea un sí simultáneo a ambas opciones.

Alicante y su Vía Verde de Alcoy son un ejemplo en este sentido.

La ciudad de Alcoy, en el interior de la provincia alicantina, es el punto de partida de una ruta tanto para ciclistas como para caminantes de 10 km de longitud, que recorre un tramo del trazado de las vías del tren que unía la localidad alcoyana con Alicante, a unos 50 km por carretera hacia el sur. Eso sí, hay que tener en cuenta que es un recorrido lineal y no circular, por lo que es de ida y vuelta y la distancia total es de 20 km, lo que si bien para hacerlo sobre dos ruedas es muy asequible, recorrerlo a pie tiene cierta exigencia física.

En cualquier caso es una ruta sencilla y apta también para una excursión familiar. Está muy bien señalizada y se adentra en el Parque Natural de la Font Roja. Para que resulte más sencilla, apenas existe desnivel y el camino está asfaltado.

La Vía Verde de Alcoy tiene su punto de partida en el barrio de Batoi, que cuenta con un parking para coches y es el punto de reunión habitual de quienes se lanzan a esta excursión. Un cartel indica el inicio.

Atraviesa diez túneles y cruza tres puentes y viaductos. No hay que olvidar que es el recorrido de un desaparecido ferrocarril y sus huellas son muy claras. Aunque nunca están de más llevar alguna y hacen las delicias de los más pequeños, linternas y luces no hacen falta dado que los túneles cuentan con sensores de movimiento que activan las luces interiores.

Si bien los túneles son más numerosos, los tres viaductos son los hitos más destacados ya que ofrecen unas panorámicas impresionantes sobre el entorno. Así, el primero de ellos, el de Barxell ofrece una magnífica vista de el Chorro del Salt, una cascada de casi 70 metros de alto en el río Barxell, que da nombre al puente y que cae por una espectacular pared de piedra.

Le sigue, algún túnel después, el Puente de las Siete Lunas sobre el río Polop. Además de sus 46 metros de altura (que explican que aquí se practique el puenting) y una longitud de 260 metros, le caracterizan los cinco airosos arcos que los sostienen y contradicen su nombre. Y es así, ya que en realidad el nombre corresponde a otro puente que sí cuenta con ese número de ojos, cinco de media punta y otros dos apuntados. Mientras se recorre en todas su longitud se puede disfrutar de unas vertiginosas vistas sobre Alcoy, el Parque Natural de la Font Roja y el Parque Natural de la Sierra de Mariola. Y el río Polop debajo si no se padece de vértigo.

Algunos túneles después se llega al tercer y último, el viaducto de Sant Antoni, así como un área de descanso. De 47 metros de longitud y 16 de altura es una magnífica ocasión de ver en perspectiva el Parque Natural del Carrascal de la Font Roja y las bocas de los túneles que la atraviesan.

La ruta termina cuando se acaba el asfalto. Entonces hay que dar media vuelta y hacer el camino de nuevo hacia el punto de partida, Alcoy.

Quienes se decidan a hacer esta ruta, además de ropa y calzado cómodo, agua y alimentos también deberán llevar alguna prenda de abrigo ya que en el interior de los túneles la temperatura es fresca y algunos de ellos tienen una longitud de entre 900 y 1.000 metros.