El ideólogo de todo esto y también el posible nominado al nieto del año es Manuel Lucio, un joven un ingeniero informático de Burgos. Consciente de las dificultades de su abuela para comunicarse, creó una máquina de mensajería que le permitiera enviar mensajes de voz por Telegram con solo un par de botones.

El joven tuvo la idea de elaborar un aparato muy rudimentario que permitiera a Felisa Romano, de 96 años, comunicarse con sus familiares, ya que las restricciones por la covid y las dificultades para manejar con acierto un teléfono móvil le hacían casi imposible mantener conversaciones con sus allegados, ya fuera por llamada, vídeollamada o mensaje de texto.

Nieto y abuela posan junto al 'Yayagram', que traduce a un lenguaje analógico los chats del móvil.

Bautizado como el ‘Yayagram’, el artilugio consiste en una caja que remite mensajes de voz a los nietos de la anciana cuando ella lo desee. El sistema del artefacto cuenta con un botón que Felisa debe presionar para grabar su voz. Luego, cuando quiera mandar el mensaje, debe seleccionar con quién desea contactar —el nombre de todos sus nietos está escrito en la caja para que elija el contacto correcto con mayor facilidad—. La grabación se envía a través de la aplicación de mensajería instantánea Telegram, que tiene que estar previamente instalada por quien deseen recibir los mensajes.

“¡Yayagram tiene un mensaje para ti!”, es el comunicado que reciben, acompañado por la locución de la señora. Para responder, deben teclear con normalidad el mensaje y enviarlo a la cuenta de su abuela. Sin embargo, ella lo recibirá de una manera totalmente distinta, ya que no será a través de su teléfono celular, sino del mismo artefacto.

El Yayagram cuenta con una impresora térmica, similar al que se usa en los supermercados para imprimir los tickets de la compra. De esta manera, Felisa recibe el mensaje impreso, con un tamaño de letra grande, para que pueda leer con facilidad.

El ingeniero de 35 años señala que el dispositivo funciona con Wifi y se conecta a la red eléctrica como cualquier otro electrodoméstico. Además, cuenta con asas para que su dueña pueda transportarlo si decide salir de viaje. La informática del sistema se ejecuta mediante un programa creado netamente por él, acompañado de lenguajes de programación en Telegram, que pudo recoger a través de una librería virtual.

Lo más curioso es que Manuel no necesitó una gran inversión económica para ensamblarlo, ya que la impresora le costó 30 euros, los cables y conectores 10, el micrófono seis, y el “cerebro” costó otros 30 euros.

El modelo actual cuenta con un botón para grabar, pero el joven está considerando cambiarlo, ya que su abuela menciona que se le hace un poco raro presionarlo. Por ello, tiene en mente sustituirlo por un teléfono viejo, ya que ella sí tiene la costumbre de levantar un auricular y hablar directamente a la máquina.