La batalla entre el azúcar y edulcorantes artificiales como la sacarina ha sido motivo de debate durante décadas, pero mucha gente no termina de tener claro las diferencias entre ambas.
La farmacéutica y nutricionista Boticaria García ha aportado una visión clara y matizada sobre este tema, desmontando mitos y destacando los riesgos asociados a ambos endulzantes.
El azúcar y su impacto en el cerebro
La nutricionista, muy popular en las redes sociales, explica que el consumo de azúcar activa directamente el sistema de recompensa cerebral. Esto provoca una liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado al placer y la motivación.
Este efecto, similar al de ciertas drogas, nos impulsa a buscar más azúcar para repetir la sensación de bienestar. Con el tiempo, el cerebro desarrolla tolerancia: necesitamos cantidades cada vez mayores para obtener la misma recompensa emocional.
Este fenómeno neuroquímico tiene consecuencias a largo plazo. El consumo habitual de azúcar se asocia a problemas graves de salud como la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Además, genera un patrón de dependencia emocional y física hacia los alimentos dulces, dificultando una alimentación equilibrada y consciente.
Sacarina: ¿una alternativa más segura?
En contraste, Boticaria García señala que los edulcorantes artificiales como la sacarina no aportan calorías ni afectan los niveles de glucosa en sangre.
Esto lo convierte en una herramienta útil para personas con diabetes o en procesos de pérdida de peso. Estos compuestos logran "engañar" a las papilas gustativas con su sabor dulce, sin provocar el mismo pico glucémico que el azúcar.
No obstante, su uso tampoco está exento de controversias. La divulgadora advierte que los edulcorantes pueden alterar los mecanismos naturales de saciedad, lo que puede llevar a comer más en otras comidas. También existen indicios de que podrían modificar la microbiota intestinal —el conjunto de bacterias que habitan en nuestro intestino—, aunque los efectos a largo plazo de estos cambios aún están en fase de investigación.
Ante este escenario, Según Boticaria García, si hay que elegir entre azúcar y sacarina, lo más prudente sería optar por la sacarina, ya que tiene un menor impacto glucémico y calórico. Sin embargo, matiza que la mejor elección es no consumir ninguno de los dos endulzantes. En lugar de sustituir el azúcar por alternativas artificiales, propone una solución más sostenible y saludable: acostumbrar al paladar a disfrutar del sabor natural de los alimentos, como el café sin azúcar ni edulcorantes.
Lo ideal, ninguno
Tanto el azúcar como los edulcorantes artificiales presentan riesgos, aunque en diferente grado. La clave está en la moderación y la toma de decisiones informadas. Como bien resume Boticaria, "si hay que elegir, mejor sacarina, aunque lo ideal es no tomar ninguno de los dos endulzantes".