El informe Regalos envenenados realizado por Greenpeace revela que hasta un 40 % de las exportaciones de ropa usada a países de África y Europa del Este se utilizan "para deshacerse de los restos textiles".

El estudio de Greenpeace indica que la mayoría de esta ropa usada se exporta a Europa del Este y África. Pero muchas prendas de vestir ya no tienen valor de mercado porque están defectuosas, sucias o no son adecuadas para el clima local. Las investigaciones han demostrado que del 30 al 40 % de las importaciones ya no se puede vender ni usar. Junto con la sobreproducción procedente de todo aquello que la fast fashion (moda de un solo uso) no puede vender, estas prendas acaban en vertederos, en ríos o son incineradas al aire libre, contaminando el aire y el agua. Las cifras son escalofriantes: un camión por segundo de ropa usada termina en vertederos, ríos o incineradoras en el mundo.

"Con esta investigación, hemos evidenciado cómo los países y las empresas del Norte global están evadiendo su responsabilidad a la hora de gestionar las enormes cantidades de ropa que no se venden o se desechan, muchas de ellas con compuestos peligrosos", explica Celia Ojeda-Martínez, responsable de Biodiversidad y Consumo de Greenpeace.

España sólo recoge el 12% de los residuos textiles que genera al año, según un análisis anual de recogida de ropa usada en España de Modare, patrocinado por Cáritas. Del informe se desprende que unas 990.000 toneladas de prendas van a parar a vertederos anualmente.

Sin embargo, las tasas de reciclaje textil siguen siendo bajas: solo entre el 10-12 % de los residuos textiles post-consumo se recoge por separado para su reutilización y/o reciclado, y menos del 1 % de la producción total se recicla en ciclo cerrado, es decir, con el mismo uso o similar.

Según el estudio, sobre el porcentaje de ropa que se revende al propio país, desde mediados de los 90 el volumen de ropa recogida ha crecido un 20% cada año, y las cifras siguen aumentando al mismo ritmo que aumenta la producción de la fast fashion (moda de un solo uso).fast fashion

Pero solo un pequeño porcentaje de esta ropa es revendida en el mismo país en el que se recoge: entre un 10 % y un 30 % en Reino Unido, y tan solo un 8 % en Estados Unidos y Canadá. Se estima que más del 70 % de la ropa reutilizada de Reino Unido acaba en el extranjero, según los datos del documento.

Desde Greenpeace advierten del peligro de considerar la ropa como "un artículo de un solo uso", una tendencia que recibe el nombre de moda rápida y cuyas secuelas ecológicas acaban sufriendo "países como Kenia y Tanzania", donde la ropa vieja procedente de Occidente se apila formando "enormes montañas de basura que contaminan los ríos y el aire".

"Necesitamos un acuerdo internacional que prohíba la exportación de desechos textiles, que regule los diseños para que sean verdaderamente reciclables y fomente una economía circular, así como un impuesto global que incluya el principio de quien contamina paga”, demanda Ojeda-Martínez en el comunicado de la organización ecologista.

El problema de los residuos textiles ha crecido mucho y muy prisa en todo el mundo. Entre el 2000 y el 2015, las ventas de indumentaria se han duplicado, avanzando muy por encima del aumento del PIB mundial. En paralelo, el uso de estas piezas decae y los mandamientos de la fast fashion se imponen con efectos insostenibles: cuando tiramos una prenda de ropa hoy nos la hemos puesto un 36% menos de veces que cuando la descartábamos en el 2000, según un informe de la Fundación Ellen McArthur.