EN las clases de marketing nos encanta hablar de las leyendas que hay detrás de los duopolios. La enconada guerra de los refrescos para ver cuál será la mejor campaña de publicidad de este año, si Coca-Cola o Pepsi-Cola. De cómo IBM, cuando estaba en disputas por ser un monopolio, crea por accidente a Microsoft, para iniciar la guerra de los sistemas operativos. Y tu de quién eres de Android o de iOS, de Google o de Apple, de Amazon o AliExpress.

Ahora en el mundo de la mensajería instantánea el anuncio de cambio de las reglas del juego de WhatsApp ha hecho crecer como la espuma al que va ser su principal competidor, Telegram. La empresa que su creador, el ruso Pavel Durov, ha llegado a los quinientos millones de usuarios activos, que lo usan de verdad, y esto es un reto para una compañía que no tiene ni un solo ingreso, porque por el momento Telegram es gratis.

En un principio ha estado financiada íntegramente por el capital de su creador gracias a los trescientos millones de dólares que se embolsó, tras su salida de VK, la red social más popular de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. En la actualidad acaban de levantar mil millones de dólares con la venta de bonos convertibles ante su inminente salida a bolsa, gracias a dos inversores, Mubadala y Abu Dhabi Catalyst Partners.

Aunque la empresa ha sido valorada en 30.000 millones de dólares, su fundador ha rechazado hasta ahora varias ofertas de compra y parece ser que quiere seguir manteniendo ese control, para que no le suceda el desastre de su anterior compañía, VK, que no solo le hizo salir de allí sino que tuvo que abandonar su propio país. Pero por mucho dinero que sea capaz de reunir y de gastar en esta aplicación, en algún momento tendrá que hacerla rentable y el panorama para la monetización en las empresas de mensajería no es nada claro.

Visto lo que le está sucediendo a WhatsApp desde el momento en que han empezado a buscar las formas de ser un servicio rentable, las alternativas que tiene no son muchas. La primera apuesta es la de la publicidad. No parece nada sencillo convencer a los usuarios que si quieren seguir utilizando su aplicación, entre mensaje y mensaje van a tener que leerse un anuncio que en muchas ocasiones es puro spam. Aquí es donde las agencias de marketing digital, deberían estar dando vueltas para lograr algo diferente, una campaña o un sistema que sea diferente a los clásicos banners, pantallas emergentes o sórdidos mensajes de texto.

La otra solución pasa por hacer que los usuarios paguen una tasa por uso o descarga, pero en el universo del todo gratis punto com, da la impresión que ser el primero en proponer esta alternativa no parece que tenga éxito. No sé si recuerdas que durante unos meses del año 2015 tenías que pagar 89 céntimos de euro si querías continuar usando su aplicación. En enero de 2016 lo dieron por perdido ya que la mayoría de sus usuarios ni habían pagado ni tenían ninguna intención de hacerlo. La principal razón para ello fue que sus usuarios se estaban pasando todos a Telegram, así que no veo esta solución como viable.

Aunque hay más competencia, no es fácil que alguien se cambie a una aplicación de mensajería en la que no están la mayoría de contactos y esta baza hace que en Telegram estén trabajando de forma lenta pero precisa y es posible que nos sorprendan convirtiéndose en algo diferente, quizás una red social o un gestor de contenidos. Por el momento seguiremos en las dos redes, WhatsApp y Telegram, no me hagas decirte cuál es mejor.

@juandelaherran