Los precios de la energía en Europa se han disparado desde la invasión de Rusia sobre Ucrania de la que ayer se cumplieron seis meses, de forma que Moscú ingresa ahora un 89% más de dinero que hace un año por exportar hidrocarburos en la Unión Europea, pese a venderle un 15% menos de combustible.
El bloque comunitario gasta actualmente unos 13.916 millones de euros al mes en comprar carbón, petróleo y gas a Moscú, frente a los 7.330 millones de media mensual que pagaba hace un año, cuando los precios empezaban ya a dispararse por el aumento de la demanda con la recuperación económica tras la pandemia.
El cálculo emana de la serie de Eurostat entre marzo (mes de inicio de la guerra) y junio de 2022 en comparación con el mismo periodo de 2021, los últimos datos publicados por la oficina de estadística comunitaria tanto el valor (+89%) como en volumen (-15%).
El gasto medio mensual de esa comparativa es similar al que ofrece el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio, que arroja que la UE ha pagado a Moscú 14.100 millones de euros por carbón, petróleo y gas desde que las tropas rusas entraron en Ucrania el pasado 24 de febrero.
Según el cálculo de ese instituto con sede en Helsinki, el gasto total en los seis meses que han transcurrido desde la invasión se sitúa en 85.000 millones de euros, cerca de los 102.000 millones de euros que el bloque comunitario pagó a Moscú en todo 2021.
Esta fuente de ingresos para el Kremlin, unida a la caída de las importaciones por las sanciones internacionales, ha disparado el superávit por cuenta corriente de Rusia hasta multiplicarlo por más de 3 entre enero y julio de este año para alcanzar una cifra de 166.600 millones de dólares, según los datos del Banco Central de Rusia.
Gas natural licuado
En su estrategia para garantizarse el suministro y protegerse ante la posibilidad de que Vladímir Putin cierre completamente el grifo del gas en invierno, los Veintisiete han llenado ya sus depósitos al 77,74% y se han comprometido a reducir el consumo en un 15% para afrontar la inminente temporada de frío.
La UE también está sustituyendo el combustible que fluía por gasoductos rusos por gas natural licuado (GNL) que transportan barcos desde Catar, Egipto o Estados Unidos. Solo este último país exportó 57 millardos de metros cúbicos (bcm) a la UE en la primera mitad de 2022, frente a los 34 de todo 2021.
Pero el GNL es un producto caro respecto al gas de tubería. Además, desde el inicio de la guerra el euro se ha depreciado frente al dólar hasta su mínimo en 20 años, lo que encarece aún más la factura. En abril de 2008, un euro se cambiaba por 1,59 dólares y ahora se paga a 0,99.
Según el analista del centro de estudios Bruegel Georg Zachmann, la UE podrá “superar el próximo invierno aunque Rusia corte el suministro, pero las implicaciones en el precio serán bastante drásticas”.
“Seguirá costándonos caro, pero ya no se planteará la pregunta de cómo lo conseguiremos”, dijo el pasado fin de semana el canciller de Alemania, Olaf Scholz, que espera que a finales de 2023 entren en funcionamiento los primeros puertos germanos de GNL.
Bélgica, Croacia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Letonia, Países Bajos y Polonia también planean inaugurar o ampliar terminales próximamente.