De vez en cuando, llegan hasta las páginas de los periódicos noticias que sorprenden por el desparpajo que la especie humana tiene para generar situaciones insólitas. Esta pasada semana, los medios de comunicación se hacían eco de la presunta picaresca suscitada por dos hermanos gemelos que, al parecer, habían sido capaces de engañar a un relevante club de fútbol de trayectoria internacional.

Se trata del caso investigado por el Dinamo de Bucarest en relación a la personalidad de uno de sus fichajes más importantes, el bisauguineano Edgar Miguel Ié.

Edgar Ié nació el 1 de mayo de 1994 y deportivamente es internacional absoluto con Guinea-Bisáu tras haber jugado en categorías inferiores con Portugal. Se formó en la cantera del Sporting de Portugal hasta que en 2012 fichó por el Fútbol club Barcelona B. El 3 de diciembre de 2014 debutó con el primer equipo que entonces entrenaba Luis Enrique y en el que se encontraba, entre otros, Lionel Messi. El defensa de Bisáu dejó el Barça en 2015, jugando posteriormente en el Villarreal B, Os Belenenses, Lille, Nantes, Trabzonspor, Feyenoord y finalmente, en febrero de este año, fichó por el Dínamo de Bucarest.

Hasta aquí, la ficha de la trayectoria deportiva del individuo en cuestión. Sin embargo, la noticia saltó la pasada semana, cuando el presidente del club rumano, el ex jugador Florin Prunea, que llevaba un tiempo con la mosca detrás de la oreja, comenzó a hacer determinadas averiguaciones sobre su fichaje y su irregular comportamiento, tanto dentro del terreno de juego como fuera de él.

Las dudas sobre el origen y la identidad del futbolista surgieron del hecho de que éste apenas sabía comunicarse en inglés en sus apariciones públicas –sólo hablaba portugués– a pesar de haber jugado en la liga española, en Francia, Turquía y en los Países Bajos. Además, Ié tenía derecho por contrato a utilizar para su uso personal un vehículo dispuesto por un patrocinador pero nunca lo utilizó. Según señalan ahora “por no tener que enseñar el carnet de conducir”. Pero el indicio definitivo que disparó todos los rumores fue que Edgar sufrió recientemente la rotura de uno de sus ligamentos cruzados, si bien en los últimos encuentros disputados nadie pudo apreciar cicatriz alguna provocada por dicha lesión.

Aunque no haya aún certeza demostrada del presunto engaño y tanto el jugador como el propio club hayan desmentido la noticia que califican de “calumnia, engaño y ataque canceroso”, distintas fuentes apuntan a que quien realmente ha jugado los últimos cinco encuentros con el Dínamo de Bucarest es Edelino Ié, hermano gemelo de Edgar y al igual que éste, jugador de fútbol. De confirmarse este hecho, el equipo rumano, que pasa por horas bajas en la división de honor de su país, podría enfrentarse a una sanción federativa que le haría perder la categoría en una liga que llegó a ganar en 18 ocasiones. Todo un drama para un país como Rumanía en el que circunstancias de similar pelaje suelen provocar reacciones y respuestas radicales.

Casos de suplantación o de solapamiento de personalidad los hemos conocido hasta en las mejores familias. En la mía y en la más tierna infancia, mis dos hermanos varones comenzaron juntos a ir a una academia, paso previo a la educación reglada. Los dos compartían pupitre en la instrucción educativa básica (leer, escribir, empezar con los números, etc). Lo que les diferenciaba era la aplicación, aunque a los profesores les costó darse cuenta de ello. Así, mientras el primero, al que le gustaba eso de estudiar, se afanaba en cumplir y rellenar los ejercicios y trabajos que la maestra les ponía a ambos, el segundo, sabiendo que su hermano haría los ejercicios por los dos, se despistaba o echaba una reconfortante siesta. El resultado de los “deberes” siempre era sobresaliente para los dos, aunque solo uno fuera el autor de las respuestas. El problema surgió cuando, mosqueados los docentes, optaron por separar la pareja. Pronto, el episodio se equilibró.

La mayoría conoce casos en los que alguien se ha hecho pasar por otra persona para aprobar un examen del carnet de conducir o para sacar una buena nota en una oposición.

El caso, a mi juicio, más estrambótico fue el de Milli Vanilli. El alemán Robert Rob Pilatus y el francés Fabrice Fab Morvan bailarines y modelos, negros, jóvenes y guapos, fueron lanzados al estrellato como cantantes por el productor Frank Farian con el nombre artístico de Milli Vanilli. Con un solo disco y una serie de vídeos que explotaban su atractivo físico, arrasaron en Europa y Estados Unidos. Siete millones de copias vendidas, un disco de platino, un Grammy en su meteórica carrera. Pero Milli Vanilli tenía truco. Era un fraude. Rob y Fab solo hacían playback sobre las voces de los verdaderos -y menos agraciados- intérpretes, Brad Howell y Charles Shaw.

Descubierta la patraña, Milli Vanilli como ascendió al olimpo descendió al averno. De ser estrellas a acabar estrellados

Desde que Pedro Sánchez decidiera notificar que hacía un paréntesis en su actividad pública y de la dimisión en diferido pasó a retomar su mandato con estrategia reforzada, parece haberse puesto de moda en política eso que el evangelio de San Juan cita como alegoría de la resurrección. “Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver”.

El paladín de la Moncloa, tras su advertencia de enfadarse y dejar de respirar dando un paso atrás, ha hecho de su reflexión un regate en corte tras el cual ha tomado carrerilla y se ha abalanzado contra sus adversarios. Su campaña electoral en Catalunya ha sido un contrataque en toda regla cuyos resultados, además, le han salido bien.

Para escarnio de todos, Pedro Sánchez, explicará esta próxima semana en el Congreso, en comparecencia extraordinaria, los motivos y las consecuencias de su “ejerecicio espiritual”. Una píldora más de la agitación y propaganda en que han convertido la acción política en el Estado.

Volviendo a Catalunya, quien provocó las elecciones, quien adelantó los comicios en un ejercicio de supuesto ventajismo político -intentando pillar a contrapié a Puigdemont- y desbarató la oportunidad de aprobar los presupuestos generales del Estado ha terminado pagando su error. Y es que, muchas veces, la “innovación” política y el azar electoral los carga el diablo.

ERC y su presidente Pere Aragonès, han pagado las consecuencias de su error y han sufrido un duro golpe. Aragonès ha sido consecuente y ha dado un paso a un lado, dejando la primera línea de la acción del partido republicano, que deberá reflexionar y recomponerse, si bien alguien recordaba con mordacidad que cada vez que Esquerra entra en crisis se comporta como la película La matanza de Texas. Esperemos que esta vez la sangre no llegue al río.

Y en ese panorama, Oriol Junqueras ha vuelto a hacer lo del evangelio de San Juan, “Me voy hoy pero, si me lo piden, volveré”. Veremos cómo evoluciona todo, pero me temo, que a la legislatura actual, en Catalunya y en el Estado, le queda poco recorrido.

Todo lo contrario a lo que, probablemente, acontezca en Euskadi. Nacionalistas y socialistas continúan trabajando para cerrar un acuerdo programático de consenso que les dé cobertura en un nuevo gobierno de coalición. Los progresos programáticos parecen sucederse, si bien las conversaciones avanzan con discreción. Algo que no ha gustado nada al futuro portavoz intermitente de EH Bildu, Pello Otxandiano.

Otxandiano, que también ha disfrutado de un merecido letargo reflexivo de cinco días sin salir de casa tras las elecciones autonómicas, ha vuelto para denunciar que nadie cuenta con su partido, EH Bildu. “Nadie nos ha llamado. Resulta inaudito porque lo que toca hacer ahora es entablar un diálogo con las principales formaciones políticas sobre el futuro de este país”. Por ello, el cabeza de lista del segundo partido de la cámara vasca, ha decidido iniciar por su cuenta una ronda de contactos, tras la cual decidirá si presenta o no su candidatura a la investidura como lehendakari (algo que siempre han hecho para fortalecer su imagen de líder la oposición).

Otxandiano debería abandonar ya el rol victimista del pactista rechazado. Lo quiera reconocer o no, su propuesta es minoritaria y pretender pasar por un “colaborador” leal del próximo gobierno es como un intento de suplantar la realidad por una ficción. Presentarse como ganador como ha perdido.

El tiempo de la propaganda electoral pasó. El “éxito” de Milli Vanilli es ya cosa del pasado. Es hora de remangarse y trabajar. Y eso es precisamente lo que el PNV ha empezado a hacer con Imanol Pradales.

Miembro del Euzkadi Buru Batzar del PNV