Me dicen desde Lekeitio que el dirigente de Sortu, el muy ideologizado Iker Casanova, estuvo en la Misa Mayor de las fiestas de San Pedro y San Pablo el pasado 29 de junio, en la Basílica de La Asunción. “¡Tarde piaste pajarito!”, quizás le hubiera dicho un observador del realismo mágico. Dentro de poco le veremos leyendo la epístola, en breve predicando y si puede, celebrando la misa. A eso se le llama realismo político. Hacer normal que lo que es normal a nivel de calle. Aciertan cuando rectifican o se camuflan. Lo decía Shakespeare “el diablo es el que pronuncia los mejores sermones”. De partido antisistema que socializaba el sufrimiento y quemaba contenedores a darse fraternalmente la paz con el feligrés de al lado. Lógicamente, prefiero esto aunque sé que es una mera estrategia de imagen. Como fue el abandono de la lucha armada. Así lo dijeron los tres encapuchados. No les va mal aunque muestren diariamente todas sus contradicciones. Son lo que son pero han aprendido que para llegar a los resortes del poder tienen que ser otra cosa. Y están en ello, aunque describir al PNV como un partido fascista demuestra la superficialidad formativa de quien redactó el video, su incultura y sus deseos de hacer daño y deteriorar una imagen. Y a eso le llaman modernidad.

Sin embargo, creo que el problema no es este mundo que ha abierto los ojos sino la debilidad a la defensiva de nuestro mensaje diferenciador, porque la política es diferenciación. Creo que no se está gestionando bien la opinión pública. Ser noticia no es comunicar marketing mal entendido y desenfocado. Se comunica crisis y fin de etapa sin horizontes y es algo que está calando a manera de binomio falso pero efectivo. Los éxitos son de todos, pero lo que no funciona es responsabilidad del PNV. Tienen para ello un discurso de trinchera muy bien ampliado por los informativos de ETB aunque es bueno decir que la cobertura del Tour ha sido un éxito absoluto de este medio. Lo hacen muy bien en deportes, pero no en los informativos.

El Tour ha sido un éxito de toda la sociedad. Es verdad, pero aunque la victoria tiene cien padres, hay en ese grupo de padres algunos más padres que otros. El Tour no hubiera sido noticia mundial tres días, si ETA hubiera seguido atentando, extorsionando, y matando. No se lo he oído a nadie recordar este simple hecho, que es fundamental. Lo que menos distingue a Euzkadi es la sangre y la violencia que ejercieron por espacio de cuarenta años ahuyentándolo todo y no pagando la factura de ese desastre. Incluso llevaron a cabo una campaña contra esa France Eternelle, que hemos visto pasearse como Pedro por su casa con sus helicópteros, motos y organización. Y ni una bandera española, ningún guardia civil, ningún policía nacional, ningún rey, ninguna Infanta en un océano de ikurriñas. Y hay que decirlo, ese éxito es de las instituciones vascas dirigidas por hombres y mujeres del EAJ-PNV. Y quien impidió que durante décadas aquí no viniera nadie nos dice que el éxito es de todos. Pues sí, pero más de unos que de otros. Lo malo es que no somos capaces de puntualizar este pequeño detalle. O la propia existencia de Euskaltel y su marea naranja en los Pirineos que abrieron la puerta a la negociación con las autoridades del Tour. Aquí había una afición de lujo que había que tener en cuenta. Y gracias a un pacto en 1996 con J. M. Aznar del Grupo Vasco, un partido “traidor” a lo que llaman Euskal Herria, se logró el acuerdo en el último segundo. Ningún partido ni empresa, ha conseguido tanta gente identificada con un sentir y de manera tan espontánea. Fueron las gentes del PNV con nombres y apellidos. ¿Y ese Guggenheim tan fotogénico que ha vuelto a dar la vuelta al mundo?. Fue el empecinamiento de gentes del PNV que lo lograron lo mismo que Osakidetza, la Ertzaintza y demás hitos hoy solo destacados por sus crisis, pero que siguen siendo pilares de una nación diferenciada. El País ha respondido, se ha echado a la calle y además bajo un único símbolo de cabecera, la ikurriña, aunque detrás de las banderas de Navarra hay toda una estrategia de Bildu y su proyecto Euskal Herria antisabiniano beligerante y para que la Ikurriña represente solo a la CAV. Ese sentimiento propio si no es capaz de capitanearlo el Alderdi ya sabemos quién lo hará. Y hay que repetirlo y repetirlo porque todo esto, es fruto del esfuerzo de muchísimos jeltzales anónimos. No de quienes apoyaron una lucha armada sin lógica, ni sentido y que ahora blanquean ese pasado. Y se ponen al frente para recibir los aplausos

Las Olimpiadas, el Mundial de Futbol y el Tour son los hitos deportivos más importantes del mundo. Tres días de Tour han cerrado informativamente el binomio Euzkadi sinónimo de violencia. Ni con todo el oro del mundo podríamos pagar semejante campaña de imagen. Se cierra pues un ciclo y se abre otro en el que una organización antisistema por excelencia como fue HB, hoy Sortu, se apropia del copyright de hechos colectivos logrados a pesar de ellos, los diluye en la generalidad y ataca al motor de toda esta regeneración que en su día tuvieron las ideas tan claras. De ahí que convenga repetir con Don Manuel de Irujo: “Los conversos, a la cola”.

Aquel año clave

El 23 de julio votaremos en las elecciones legislativas españolas, las peores para una formación como la nuestra circunscrita a un territorio. Tener fuerza aquí, para defender los intereses vascos allí cuando el discurso general es de polarización, de petición del voto útil español, de elección de un presidente y no de parlamentarios es muy difícil. La novedad será escuchar que para parar a la ultraderecha hay que votar a Bildu, sin que a nadie se le ocurra hacer un balance tan siquiera de lo que han supuesto estos 46 años, de lo que han hecho unos y otros. No deja de ser de traca. Lo fue asimismo en 1977, cuando Suárez convocó las primeras elecciones tras la dictadura. Había sospecha de fraude y el mundo vinculado a ETA acuñaba la idea de que no había que ir a Madrid ni a heredar. No se nos había perdido nada y quien lo verbalizaba con solemnidad era nada menos que un Telesforo Monzón que había sido diputado del PNV en 1933. A eso se le añadía la reivindicación de ETA de que mientras hubiera presos en la cárcel no había que acudir a las urnas. Hoy parecen cosas menores pero no lo fueron en su día por lo que conviene recordarlas ya que los que propiciaban aquella ausencia de las Cortes son los más enfervorizados peticionarios de votos actuales para las próximas elecciones.

En ese clima, Juan de Ajuriaguerra, con toda su autoridad moral de condenado a muerte y perseguido cuarenta años por la dictadura no lo dudó. Con 74 años, un cáncer a cuestas, y mucho kilometraje acumulado quiso ser diputado en el Congreso precisamente para enviar el mensaje que había que estar allí donde se cocinaba algo que nos afectaba como vascos, o era de los vascos, repercutía en lo vasco, o condicionaba lo vasco. Encabezó la lista por Bizkaia con aquel cartel de equipo y el lema de Fuerza, Eficacia y Honradez, obteniéndose 8 diputados que dieron una patada en el trasero a todos los profetas del desastre y a todos los que decían que el PNV había desaparecido, era un partido viejuno y del pasado. Ganó él y ganamos todos.

Por eso esta fotografía me parece muy ilustrativa. Está sacada en el Palacio de la Moncloa el 25 de octubre de 1977, cuatro meses después de las elecciones y diez antes de su fallecimiento. Le vemos entre Felipe González y Adolfo Suárez, pero también están Tierno Galván, Carrillo, Raventós, Fraga, Roca y Calvo Sotelo. ”Hay que estar en todo” nos decía y ahí le vemos a Txikerra, como también se le llamaban en el centro del cocido de unos acuerdos para superar la crisis económica que se vivía, homologar el estado español con Europa y lograr la democracia, apostar por la recuperación de las autonomías históricas, solo había dos demandas, sin dejar de recordar la devolución del Concierto para Gipuzkoa y Bizkaia. Y es de destacar esta presencia pues estando en la Moncloa le notificaron como ETA había cometido un atentado. Cogió el tren, volvió a Bilbao, le esperamos, el EBB redactó un comunicado y en el primer tren al día siguiente volvió a la reunión de La Moncloa. Era ese su espíritu y sus ideas claras para sacar este país adelante. Lástima que estas cosas no se pongan en valor y resulta que ahora es Bildu la quintaesencia de la defensa contra Vox. No es el caso pero quien no se siente orgulloso de lo hecho pierde el nombre, la identidad, la referencialidad y la marca. De nada vale tratar de calmar al tigre, dándole comida de gato.

Identidad

Un ciclista danés valoraba el obsequio de Boinas Elosegui de una txapela y lamentaba que la idea no se les hubiera ocurrido a ellos el año pasado. Y de verdad les quedaban de cine. Una prenda que en Euzkadi se extingue y que formaba parte de nuestra identidad. Ahora todo es ponerse gorras de beisbolero. Ojalá diseñen una txapela transpirable y usable sobre todo por gente joven, como los ciclistas. Y le recuerdo a Currito con su “Club de la Boina“ en Santurtzi, como último guardián de un fuego que se extinguía algo que ha sido reconocido hasta por el laureado Marc Cavendish diciendo que somos la mejor afición y que tenemos las mejores carreteras. A pesar de las chinchetas de los de siempre.

Con el Tour se ha visto una vez más un pueblo con identidad. Decía Umberto Eco que “Europa se está construyendo y que ésta gran esperanza sólo se realizará con fortaleza si se tiene en cuenta el pasado: una Europa sin historia sería huérfana y desdichada. Porque el hoy procede del ayer y el mañana surge del hoy. La memoria del pasado no debe paralizar el presente, sino ayudarle a que sea distinto en la fidelidad hacia lo que se es y en la novedad de la apuesta nueva en el progreso”.

Donde pone Europa, poner Euzkadi. Euskadi con s la de la gestión, el avance en el autogobierno y Euzkadi con z la de la esperanza que siempre hay que mantener viva y con la que hay que avanzar. Hay que mantenerla viva para que cada generación progrese. Y teniendo muy claro que en la “gran depart” no han faltado las pancartas de la construcción del estado socialista vasco (la cara oculta de Bildu) a pesar de abrazo fraterno de Iker Casanova en la Basílica de Lekeitio.