Coger un buen sitio para seguir al Tour supone acudir al lugar en cuestión al menos tres o cuatro horas antes del paso del pelotón. Mucho tiempo de espera que en parte se alivia gracias a la famosa caravana de la carrera, que viene a ser una sucesión de vehículos publicitarios con música y algunos regalos para los espectadores.

Los más pequeños aguardaban expectantes el paso de las furgonetas de Haribo, que lanzaban bolsas de chucherías, mientras que de otros coches caían gorras, llaveros, pegatinas y demás obsequios. Menos da una piedra. Muñecos de Asterix, Obelix, Panoramix y Falbalá lucían en otros tantos vehículos para publicitar el Parc Asterix, situado al norte de París, y repartían invitaciones para acudir. Una pena que quede tan lejos.

Los coches de Haribo fueron los más aclamados por los niños y niñas. Javi Colmenero

Llegó también la furgoneta de Leclerc, claro, que ha inundado de camisetas y rojas blancas con lunares rojos el territorio; Orangina o los coches más vistosos, los de la marca de embutidos Cochonou. Una mezcla entre publicidad, entretenimiento y lo que es ya una tradición en el Tour: la caravana.